Reutilizados, reconvertidos y a veces abandonados, los mercados ocuparon un lugar clave en la organización de las ciudades modernas. Volver sobre ellos es poder pensar en las actuales nociones de convivencia urbana y también en la organización económica de las comunidades.
Mariana Melhem / coordinacion@eldiario.com.ar
Entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, se perfilaba la ciudad moderna organizada de acuerdo a las disposiciones de la Ley de Ejidos que delimitaba claramente tres áreas: la urbana, la de quintas y la de chacras, con sus respectivos y proporcionales anchos de calle. Se habían levantado en estos tiempos una buena parte de los edificios públicos y los tendidos que garantizaban la circulación del transporte.
Además, con especial consideración por las medidas del urbanismo higienista, se instalaron las aguas corrientes, se realizó el tendido para la evacuación de líquidos urbanos, se diseñaron parques públicos, se construyeron hospitales rodeados de frondosas arboledas y se dispuso de mataderos que garantizaran la salubridad, entre tantas otras medidas.
En ese contexto, los mercados de frutos y animales fueron los equipamientos que garantizaban el acceso a los productos básicos para la alimentación y ocuparon un lugar preponderante en las áreas centrales de las ciudades entrerrianas.
Rol del estado
Los primeros espacios donde se desarrollaron actividades de intercambio de mercaderías fueron a cielo abierto en la plazas y calles; pero esto, tratándose de alimentos, ocasionaba serios problemas sanitarios pues los desechos concentraban hedores y atraían alimañas.

Para evitar estas situaciones no deseadas y ordenar incluso la modalidad de la faena, el Estado ordena la construcción de mercados y más tarde, con el objeto de ejercer el control sanitario, dispondrá reglas para el diseño atendiendo a cuestiones tales como circulaciones diferenciadas entre animales, mercaderías y personas, la delimitación de espacios exclusivos para el almacenamiento y el sistema de transporte de los productos cárnicos desde el matadero a la boca de expendio.
Tipos constructivos y materiales
Las tipologías usuales configuraban una trama de puestos que se instalaban en el perímetro del lote configurando calles centrales y secundarias en el interior.
En algunos casos los puestos del perímetro eran accesibles desde la calle y en otros demandaban el ingreso al gran espacio.

La tecnología aportada por la revolución industrial, constituida por piezas modulares que permitían el montaje en seco de algunas componentes, y cuya estructura permitía cubrir grandes luces sin muchos apoyos intermedios, facilitó la construcción de estas instalaciones cuyos lenguajes respondían a variados lineamientos, aplicados como ornamentos en las fachadas, mientras los interiores exhibían, en forma descarnada la raigambre fabril constituida por acero, madera, chapa y vidrio.
Constructores de urbanidad
El mercado fue foco de crecimiento y consolidación de nuevas zonas urbanas en las distintas ciudades. Así en Paraná, configuró un verdadero sistema integrado por el Mercado Central, los Mercados vecinales y el Mercado de Abasto.

El denominado La Paz, fue el primero en la provincia levantado en tiempos de la Confederación, con diseño de Santiago Danuzio (1859). La manzana dividida en cuatro mediante el cruce de calles asignaba la parte suroeste al edificio del mercado mientras las tres restantes eran plazoletas para abastecimiento donde llegaban las carretas.

La tipología respondía al esquema de patio central, con galerías perimetrales, donde se establecían vendedores de carnes, frutas y verduras. Hacia 1920 se decidió su demolición siendo reemplazado por un nuevo edificio localizado en el mismo predio y ejecutado por la empresa Sandiano Hnos., inaugurado en 1922.

Ya en el siglo XX, próximo a Casa de Gobierno, se levantó el Mercado Norte; en la actual zona de Cinco Esquinas, junto a la Sociedad Rural, se encontraba el Mercado de Abasto y hacia el sureste se construyó el Mercado Sud (1933) de lenguaje Art Decó y con proyecto del Ing. Pablo Gorostiaga. El sistema de aprovisionamiento barrial se completa, en el área central, con la Feria de Salta y Nogoyá, mientras, es de destacar que algunos conjuntos de viviendas realizados por IAPV, incluyeron mercados en sus programas.
Cesiones
El Mercado de Victoria nació en la década de 1880 a instancias de un grupo de vecinos que realizaron las gestiones de compra y luego lo cedieron al municipio.

El edificio ubicado en esquina se desarrolla en forma de L mediante una sucesión de locales que se vuelcan hacia la plaza central. Cuenta con circulación vehicular en la parte posterior para transportes de mercadería.
Tiene tres ingresos para el público: uno en la esquina, con escalinata de mármol y dos por las cabeceras laterales cuyas fachadas rematan en frontis triangulares.
Estructuras
En Diamante las diligencias para la construcción de un mercado y matadero se iniciaron en la década de 1880. El edificio inaugurado en 1922 se compone de una nave central y dos naves laterales. La primera sobresale en altura y las cubiertas son de chapa sostenidas por estructura metálica.
El acceso al edificio se realizaba a través de una puerta flanqueada por locales comerciales y la altura de la fachada estaba en correspondencia con la de los otros locales dispuestos en la manzana. Dichos puestos, si bien no se comunicaban directamente con la nave central, formaban parte del conjunto comercial. Esta obra fue el lugar de reunión y encuentro de la actividad comercial y productiva de la ciudad y su entorno, aquí llegaban los carros con mercaderías y salían los comestibles para los pobladores y el puerto.

En Gualeguay el edificio actual del mercado (1940) se levanta en el mismo predio donde se emplazaba el conocido como Mercado Modelo (1887 c.). Mientras Rosario del Tala conserva el predio con su fachada para usos culturales.

El edificio del Mercado Municipal 3 de Febrero, de Concepción del Uruguay, fue realizado en la década de 1940. La distribución de la planta presenta los puestos ubicados en forma de anillo en torno a un gran espacio central cubierto.
Los accesos están distribuidos sobre los tres frentes. El principal sobre calle Rocamora, se organiza mediante un eje de simetría axial, distinguiéndose las líneas horizontales de la cornisa y las curvas del ingreso que invitan a ingresar. La imagen general se presenta casi despojada de ornamentación, pero el revestimiento exterior de mármol travertino, le imprime un carácter sobrio y elegante que se encuadra en las líneas de la corriente Art Decó.
Fuente: El Diario