En su ausencia la facción morenista se impuso nuevamente y terminaron pidiendo la cabeza del militar. Consecuentemente, Saavedra siguió el camino del exilio junto a su familia y en la pobreza absoluta.
Una vez en la capital abandonó la vida política y se retiró del Ejército. Confió en una especie de jubilación establecida por Bernardino Rivadavia, pero ésta no lo benefició en nada.
Por entonces, George Love, un notable cronista inglés escribió: “La joven e interesante hija de don Cornelio Saavedra, doña Dominga, toca [el piano] con mucha habilidad; con un poco más de estudio sería muy admirada. Esta señorita, de belleza floreciente, posee talentos que, cultivados con esmero, serían adornos de la sociedad. Su padre, don Cornelio, fue el primer Director de la Provincia después de la revolución y pertenece a una de las familias más antiguas y respetables. Sus modales son muy agradables, físicamente se parece a un general inglés. Como tantos otros ha cambiado la espada por el arado, y reside a noventa millas de la ciudad, en las orillas del Paraná”.
El 31 de marzo de 1829, El Tiempo —diario porteño— anunció: “A las ocho de la noche del domingo murió repentinamente el brigadier general don Cornelio Saavedra. Los buenos patriotas deben sentir su pérdida, por los servicios que aquel ciudadano ha prestado al país”.
Había nacido sesenta y nueve años atrás en la actual Bolivia.
Pocas semanas antes había dado fin a sus memorias señalando: “Aunque la conciencia no me acusa de haber hecho mal a nadie, ni con ánimo resuelto y deliberado causado heridas en sus intereses y reputación. Si alguno se cree en este caso, pido también me perdone”.
Fuente: losandes.com.ar
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 1/11/2021