por Rubén Bourlot –
El grave atentado en contra de la vicepresidente no es un hecho aislado. Es la demostración de una dirigencia enferma, violenta (no de una sociedad enferma como quieren hacernos creer). El joven que empuñó el arma esté empujado por cientos que promueven la violencia. Los famosos animémonos y vayan.
Es irrelevante debatir sobre este caso puntual. Si el arma podía disparar, si el joven estaba en sus cabales, si actuó solo o hay una autoría intelectual, si la víctima es de un partido u otro. Los jueces tendrán que aclarar este caso y no los opinólogos de las redes sociales.
De lo que se trata es de determinar quiénes desde la impunidad del derecho a opinar tiran de los gatillos.
En Concepción del Uruguay una persona docente y directiva de una escuela se manifestó en una red social haciendo apología del delito. “En la próxima más puntería… boludos” escribió.
Demás está suponer que ya debe estar alejada preventivamente del cargo y sumariada para saber qué pasó realmente. Pero a priori si un/a docente se manifiesta así algo anda mal, eso explica la decadencia de la educación, en qué manos han caído niños y jóvenes. No hay excusas, un docente no puede pensar así, ni en el aula ni fuera de ella porque se es docente toda la vida y en todo lugar. Porque esas personas: docentes, comunicadores, políticos, personas que tienen una vida pública y forman opinión, tienen otro tipo de responsabilidades. Son personas influyentes dentro de la comunidad y pueden provocar graves daños en mente de la juventud.
Son los que desde el pizarrón, el micrófono, las cámaras, la tribuna pueden tirar del gatillo.
(extraído del muro de facebook de Ruben Bourlot)