Arboles
A sabiendas quedé entre árboles
les conté que no tengo día de saberme
que mis plegarias huyen por mitades de noches
y me visita a veces un cielo que no reza.
Sus murmuraciones protegen
atados a la tierra no verán ciudades de consuelo
espejos de altura multiplican sentencias
soy fragilidad ellos mi fuerza.
Por chasquidos de invierno pasan
juiciosos aconteceres
los brazos del sillón cuidan sombras
y aun así protegida por el fuego
a quemarropa vuelven anhelos de verano
con granitos de sol en la garganta.