Una Corte Suprema de Justicia con una sucesión de fallos contra el Gobierno. Una oposición que voltea el Presupuesto 2022 y pone en riesgo la negociación de refinanciación de deuda con el FMI. Las corporaciones mediáticas de derecha que festejan y promueven esas movidas. El poder económico las avala con el silencio. Cada una de esas piezas conforma el tablero de la avanzada desestabilizadora sobre el gobierno del Frente de Todos. La oposición copia a Cavallo de 1988.
El golpe político de la oposición al bloquear el Presupuesto 2022 tiene un indudable efecto inmediato al reafirmar que, luego de las elecciones de medio término, el Gobierno no tiene mayoría en el Congreso. Sin embargo, con el antecedente de 2011 cuando CFK no tuvo Presupuesto por el rechazo opositor del denominado Grupo A e igual pudo desplegar la gestión y lograr la reelección, el impacto concreto de la jugada opositora ha sido entorpecer la negociación con el Fondo Monetario.
Un acuerdo con el FMI que, como se precisó en estas páginas la semana pasada la administración Fernández sólo puede aspirar a conseguir el menos malo, actuaría con un paraguas provisorio ante embates desestabilizadores.
Bloquear la refinanciación del insólito crédito de casi 45 mil millones de dólares firmado por Mauricio Macri sumaría otro eslabón en la cadena que está rodeando al gobierno del Frente de Todos.
Las evidencias de diversos movimientos desestabilizadores, que se parecen bastante a lo que ha pasado a denominarse en América latina en este siglo como golpe blando, están a la vista de quien quiera observarlas.
Dos de los poderes del Estado (la Corte Suprema de Justicia y el Legislativo) están desplegando movidas de asedio al Gobierno, que cuentan con la imprescindible militancia de gran parte de los medios de comunicación que las legitima, además de promoverlas.
También aparece una jugada copiada realizada por Domingo Cavallo a fines de la década del ’80, cuando el entonces diputado nacional viajó a Washington para sugerir al Banco Mundial y FMI que no realizaran desembolso alguno al gobierno de Raúl Alfonsín. Pasaron 32 años y ahora se ha repetido esa acción desestabilizadora por parte de un diputado de Juntos por el Cambio.
De este modo se van desplegando cada una de las piezas del mismo tablero que busca acorralar al gobierno del Frente de Todos.
Objetivos inconfesables
No se trata de una simple especulación ni es la convocatoria a fantasmas de conspiraciones. El comportamiento de la oposición en la Cámara de Diputados es suficiente prueba de esas intenciones.
En general, los debates parlamentarios de los Presupuestos que presentan los gobiernos no tienen muchos misterios. La oposición tiene el legítimo espacio político de la crítica y el oficialismo tiene que desplegar la habilidad de la negociación sobre cómo distribuirá los recursos del Presupuesto. Finalmente, en un contrato político tácito se aprueba.
Esta dinámica política ha funcionado de esa manera acá como en otros países. Existe un acuerdo no escrito acerca de que ese escenario público de puja en el recinto no debe terminar en bloqueo, puesto que el Presupuesto es la herramienta básica de gestión de un gobierno.
Tomar la decisión política de no permitir la aprobación implica ingresar en otra instancia de esa tensión política, para adquirir una dimensión que se ubica más cerca de la misión de debilitar a un gobierno con objetivos, por ahora, inconfesables, aunque de visibilidad notoria.
Esta presunción se reafirma ante el silencio sospechoso de las principales cámaras empresarias, que tienen la costumbre de opinar de todo y de todos cuando un acontecimiento sacude el escenario político y económico.
Ni el Foro de Convergencia Empresarial ni la Asociación Empresaria Argentina (AEA), dos entidades bajo la influencia de la conducción política (grupos Techint y Clarín) del poder económico, exhibieron ansiedad republicana para difundir comunicados que muestren preocupación por el bloqueo opositor a lo que se denomina la ley de leyes.
Es una señal inequívoca de que están satisfechos con las movidas desestabilizadoras de la Corte Suprema de Justicia y de la oposición en el Congreso para acorralar al gobierno de Fernández.
Los pasos del Presupuesto
La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia brinda el detalle de cómo es el recorrido tradicional de un Presupuesto Nacional, que pasa por distintas etapas, antes, durante y después de lo que se suele denominar «ejercicio fiscal». Este término alude al período de 12 meses en los que se ejecuta un determinado presupuesto.
Así, el presupuesto del año 2021 se elaboró, discutió y sancionó en 2020, está siendo ejecutado en 2021 y será evaluado en 2022. Las distintas fases de un ciclo presupuestario completo pueden resumirse del siguiente modo:
1. Formulación.
2. Discusión y aprobación.
3. Ejecución.
4. Control y rendición de cuentas.
El Presupuesto 2022 se quedó en la primera fase; en la segunda se discutió y fue rechazado.
Se sabe que cuando un proyecto de ley se vota en contra en cualquiera de las cámaras del Congreso, en este caso fue en Diputados, pierde estado parlamentario por un año y no se vuelve a tratar.
La oposición podía haberse abstenido en la votación y el Presupuesto se aprobaba, pero como votó en contra dejó al Gobierno sin esa renovada guía de gestión. Incluso votó en contra de remitir el proyecto a comisión para que puedan negociarse las modificaciones y volver a llevarlo a votación.
Ante este escenario de no contar con el Presupuesto aprobado del año próximo, el Poder Ejecutivo aplicará el presupuesto del año pasado, lo modificará con Decretos de Necesidad y Urgencia, y reasignará partidas con resoluciones del Jefe de Gabinete.
Es decir, el argumento de la oposición acerca de que la subestimación del dato de crecimiento, presentado por el ministro Martín Guzmán, derivaría en el manejo discrecional de recursos adicionales se desmorona, puesto que al rechazar de plano el Presupuesto la consecuencia será una discrecionalidad del Poder Ejecutivo muchísimo mayor. Más bien, pasará a ser de total discrecionalidad.
El debate tradicional sobre el Presupuesto tiene un recorrido previsible: la oposición critica el rumbo que supone para la economía, el oficialismo lo defiende y los legisladores de todos las fuerzas políticas negocian cambios en función del interés de los distritos que representan (obras públicas, promoción industrial) o grupos sociales o económicos reclaman por sus intereses (por ejemplo, modificaciones impositivas).
El espacio del debate parlamentario entonces es un escenario privilegiado para exponer y comparar distintos proyectos de desarrollo y equidad. Esta oportunidad fue desaprovechada y el juego de la oposición, con sus idas y vueltas, quedó al descubierto, sólo disimuladas con excusas que no resisten la mínima consideración teniendo en cuenta que las chicanas y críticas a oponentes forman parte de las reglas de juego por todos aceptadas.
El antecedente Gingrich
Como se mencionó al comienzo, en 2010 la entonces oposición reunida en el denominado Grupo A dejó sin Presupuesto al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2011. En ese momento no evaluaron el antecedente de igual comportamiento de los republicanos en el primer gobierno de Bill Clinton.
En ese entonces la “revolución conservadora” estaba liderada por el congresista Newt Gingrich y el senador Bob Dole. Se había articulado en lo que se conoció como el Contract with America: decálogo de evocaciones reaganianas cuyas metas principales eran la eliminación del déficit público junto a la de diversos programas federales, el aumento de los gastos militares, el alivio impositivo a las clases medias altas, el endurecimiento de la lucha contra el crimen y la restauración de los valores tradicionales en torno a la familia, la moralidad y la religión.
Ese movimiento había obtenido mayoría legislativa por el triunfo en las elecciones de medio término de 1994. Clinton recibió un duro revés del Congreso, donde los demócratas quedaron en minoría: el Partido Republicano rechazó el presupuesto y paralizó al Estado.
Esta arremetida republicana fue el comienzo de la recuperación electoral de Clinton, que en 1996 consiguió la reelección. Esa reacción fue explicada por analistas políticos en que una parte del electorado que había votado a los republicanos se asustó del extremismo del Contract with America, además de que Gingrich y su grupo no consiguieron abandonar la imagen de oposicionistas interesados en desmantelar conquistas sociales.
La discusión sobre el Presupuesto 2022 adquirió características similares al de la pelea Gingrich-Clinton en 1995, aunque aquí no hay riesgo de paralización del aparato estatal. En 2011, con CFK, que ganó la reelección con el 54 por ciento de los votos, mostró el error político de la oposición. Habrá que esperar al 2023 para verificar si tropezaron con la misma piedra.
Qué dijo Máximo Kirchner
La oposición utilizó de excusa el discurso final del diputado y jefe de la bancada del FdT, Máximo Kirchner, para reafirmar su voto en contra, cuando había acordado remitir el proyecto a comisión. Es importante conocer el contenido completo de esa alocución y no sólo la parte resaltada por la mayoría de los medios de comunicación.
Después de más de 24 horas de sesión, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, le dio la palabra a Máximo Kirchner, que dijo textual:
«Presidente, Presidente, mire, habiendo en esta Cámara un ex vicepresidente presente, un ex vicejefe de Gobierno presente hasta hace unos días, una ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires hasta ayer, un ex presidente de esta Cámara que me llama poderosamente la atención, que me llama poderosamente la atención, el comportamiento que está teniendo, un ex ministro del Interior no de tres gobiernos atrás, del gobierno que nos precedió, me llama poderosamente la atención el comportamiento que están teniendo ante una situación gravísima que dejaron cuando endeudaron a este país en 44 mil millones de dólares, llama poderosamente la atención”.
Ante la reacción destemplada de la bancada de la oposición, dijo: «Yo los escuché», para luego repetir en ocho oportunidades: «Aprendan a escuchar».
Casi todos se quedaron con esta primera parte del discurso por las referencias a Julio Cobos, Diego Santilli, María Eugenia Vidal, Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, probablemente porque en ese momento la bancada opositora empezó a los gritos y dejaron de escuchar.
Pero más importante fue lo que MK continuó diciendo: «Teniendo en cuenta la presencia de tan distinguidas personas que ocuparon tan altos cargos en nuestro país producto del voto y de la elección, y claro que leemos los resultados de las urnas. Siempre lo hicimos. Y esta es una elección intermedia; la del 19 definió quien gobernaba la Argentina. Entonces lo que uno quiere es que podamos votar. Es el pedido que recibimos de nuestro Presidente. Un Presidente que aparte se compromete a mandar estos proyectos al Congreso como es el que vendrá cuando sea el acuerdo del Fondo Monetario, que ojalá hubiera sido en el pasado tan meticulosa y aguda mirada de quienes hoy son oposición para pedir que tamaño endeudamiento pasara por este Congreso para cuidar la democracia, pero más allá de eso, quizás fue la cobardía también de no poder mandar ese proyecto acá, votemos Presidente por sí o por no, y terminemos con este show, por favor».
El Fondo Monetario Internacional
Con esas palabras Máximo Kirchner apuntó al blanco de lo que estaba oculto en el debate y posterior bloqueo opositor del Presupuesto 2022. A diferencia de discusiones pasadas en el Congreso, como las que existieron en el ciclo político de Mauricio Macri, cuando gran parte de la oposición de entonces votaba en contra pero sin llegar a bloquear el Presupuesto, en esta ocasión, con este proyecto, se ponía en juego el acuerdo con el FMI.
No es necesario ningún análisis político sofisticado para dar cuenta que dejar sin Presupuesto 2022 al gobierno de Alberto Fernández, cuando se están definiendo los últimos detalles técnicos para conseguir el aval político del directorio del organismo, representa un golpe fuerte a esa negociación.
En concreto, la jugada obstruccionista busca demorarla, lo que implicaría agudizar el estrés cambiario por asfixia en el stock de reservas por pagos de deuda a fines de marzo, o directamente hacerla caer, para desencadenar una crisis financiera y política.
El FMI estaba pidiendo consenso político para sellar la refinanciación de la deuda, lo que implica un reconocimiento implícito del desastre del acuerdo anterior que firmó con Macri, entregado en pocas semanas, sin discusión política en el Congreso y por presión de Estados Unidos.
En esta instancia, se puede comprender en toda su dimensión la postura que asumió el bloque mayoritario de la oposición de voltear el Presupuesto, movida clave para complicar el acuerdo de refinanciación del crédito del FMI
Después de la sesión, Máximo Kirchner habló con el canal de cable C5N y reveló lo siguiente:
«El ministro Martín Guzmán me contó hace 30 o 40 días que quien suele ser miembro informante de los temas económicos en Juntos por el Cambio fue a Estados Unidos a hablar con el FMI pésimamente de las posibilidades de Argentina«.
Agregó que «esto me lo contó el ministro Guzmán», para mencionar que el ministro le pidió que hablara con ese político, a lo que él le respondió: «Yo ni pienso hablar con alguien que habla mal del país afuera«.
Igual que Cavallo
Esta movida desestabilizadora de la oposición mayoritaria es similar a la realizada por quien ha sido uno de los principales responsables de la debacle económica y social de hace veinte años: Domingo Cavallo. (La génesis y el epílogo que provocó el estallido del 19 y 20 de diciembre de 2001 fue la convertibilidad y el corralito, respectivamente, ambas criaturas de autoría de Cavallo)
En 1988, antes de la elección presidencial, Cavallo pidió a las instituciones financieras internacionales que rompieran lazos con el gobierno de Raúl Alfonsín.
El entonces diputado nacional del PJ cordobés, que llegó a ese cargo de la mano del financiamiento de la Fundación Mediterránea, les prometió al Banco Mundial y FMI una nueva relación con el gobierno peronista de Carlos Menem que vendría luego de las elecciones.
La decisión del Fondo y del BM de interrumpir desembolsos acordados aceleró la crisis económica que llevó al abrupto final del gobierno de Alfonsín, y a la prematura asunción de Menem.
El capítulo de esta historia traumática fue revelado por el propio Alfonsín, quien antes de renunciar al cargo, acusó a Cavallo de viajar a Estados Unidos para pedir que cortaran los créditos a su gobierno.
Ahora un diputado de JxC hizo lo mismo. Aunque suene extraño o, mejor dicho, insólito, la realidad política y económica argentina parece encerrada en un loop interminable.
Fuente: Página/12