INSOMNIO
por Rodolfo Oscar Negri –
Hacia una hora que daba vueltas en la cama pero le era imposible dormir.
Aquello lo tenía atormentado, lo obsesionaba y desde que puso su cabeza en la almohada se presentaba ante él en forma recurrente y pertinaz. No quería que lo olvidara, que lo reemplazara por otros pensamientos.
Dicen que muchos problemas se resuelven cuando uno se sumerge en la mullida pieza del mobiliario, porque ella ayuda a reflexionar, porque permite conectarse con su interior, ver las cosas que normalmente no se ven, descubrir aquello que tenemos escondido en lo más recóndito del alma, mirarse en el espejo impiadoso de la propia conciencia; pero este no era el caso.
Lejos de encontrar una solución, la presencia era discontinua pero fugaz. Aparecía y desaparecía. Trató de mil formas que se fuera de su mente, alejarlo, suprimirlo, pero no lo podía lograr.
Si bien intentaba poner su pensamiento en momentos gratos y felices de su vida pasada, para olvidar este sufrimiento, todo lo llevaba a él. Rondaba su cabeza y por más que quisiera ignorarlo, volvía una y otra vez. Daba la impresión de que quería vengarse de su deseo de apartarlo para siempre de su vida.
Había momentos en los que pensaba que lo había podido borrar de su mente y que el sueño podría regresar, pero no sabía si no era su propio inconsciente quien terminaba generando el regreso, convocándolo, haciéndolo volver y la tortura se hacía otra vez nuevamente presente. Era una recurrencia casi sádica.
¿Existía realmente o era un martirio, una maligna trampa que su propia imaginación generaba?
Para colmo no estaba solo: tanto él, como el reloj, se habían puesto de acuerdo para transformarse en una dupla infernal que gozaba con martirizarlo. Uno con su presencia agobiante y desestabilizadora, el otro avanzando inexorablemente hacia las temidas seis de la mañana, cuando el despertador ya no le daría tiempo más para ilusionarse con conciliar el sueño y gozar de la paz tan anhelada y el merecido descanso. Entonces surgía otro enemigo: la ansiedad y el dormirse se convertía en una inalcanzable realidad, en una fantasía cada vez más lejana. De a ratos, giraba la mirada y observaba, angustiado, las manecillas avanzando impiadosas, consumiendo horas, minutos, segundos… mientras las endorfinas de su cuerpo, al ritmo del “tic tac”, se multiplicaban llevándolo a una excitación incontrolable que se sumaba a la reunión sin pedir permiso y conformando una fórmula totalmente explosiva.
Sus pensamientos, acelerados, eran una sucesión de hechos en los cuales aparecían cuestiones –todas trágicas- asociadas con lo que sufría.
¿Sería así cuando llegara el momento en que terminara su vida?
¿El punto final de la luz blanca que nos acompaña en el último tránsito?
¿Sería así la puerta de entrada a la muerte?
Todo parecía hundirlo en un abismo negro y sin retorno, cuando algo inesperado ocurrió.
¿Existe el azar y la suerte o los eventos son un encadenamiento de sucesos casuales o causales que ya están escritos y que tienen que ver con el destino?
¿Existe el destino o es un consuelo que generamos para explicar lo inexplicable y hallar, fuera de nosotros, un culpable de las situaciones que nos toca enfrentar?
No lo sabía, pero entonces, mágicamente, casi de casualidad y por mérito propio del instinto, sucedió. ¿Un golpe de lo que llaman suerte, un arrebato milagroso? Jamás lo sabrá, pero aquello salvó su existencia. Así, casi sin darse cuenta, y en apenas un segundo, se dio el final de la desesperación que lo aquejaba: con un gesto inconsciente y totalmente mecánico de la palma de su mano terminó de una vez y para siempre con la existencia de aquel miserable mosquito hijo de mil puta.
Este cuento forma parte del libro “Historias de la Rys y otros cuentitos” de Rodolfo Oscar Negri, editado por el Espacio Editorial UCU en diciembre de 2014 y reeditado en diciembre de 2020.
Esta cuento fue publicado por la revista La Ciudad el 15/5/2022