por Pablo Stein (1) –
La abogada de Gualeguaychú Elsa Beatriz Bachini, fallecida en un accidente en 1972, dedicó gran parte de su vida a desentrañar el pasado de su ciudad y es por ella que conocemos los siguientes hechos.
El tráfico de esclavos era letra muerta en Entre Ríos y ni siquiera se tenía en cuenta formalmente en Gualeguaychú.
Joaquina era una mujer negra de unos 36 años y con problemas físicos que hacían su precio menor ya que según se aclaraba en su anuncio de venta, publicado en febrero de 1835, era solo apta para trabajos livianos.
Lo extraordinario es que la venta se produjo en los mismos tribunales de la ciudad y el comprador don Victorio Doello, recibió un recibo por los $138 abonados con el sello de Entre Ríos, que consistía en un escudo de la provincia con las palabras: “Federación, Libertad, Fuerza” y la siguiente leyenda en letras más pequeñas: “Para el bienio séptimo del gobierno constitucional de Entre Ríos-para los años 24 y 25 de libertad”. Claro está que la tan pregonada libertad no se refería a la gente de color y la pobre Joaquina fue vendida como una propiedad cualquiera.
Otra venta de esclavos comprobada por la señora Elsa Bachini, es la asentada en el registro de la propiedad de Gualeguaychú y corresponde al año 1834.
Por la misma, en su carácter de albacea testamentario Antonio Domínguez que lo era del finado José León Suñi, vendió en la suma de $233 al esclavo llamado también como J.J Suñi, propiedad de los herederos y de 28 años de edad, al comprador Eloy Segovia vecino de Nogoyá.
“Llevar la carta del negro”
El hijo de Esteban García de Zúñiga con María Agustina Moxlins; Mateo heredó e incremento los campos hasta tener bajo su control unas 250.000 hectáreas y 200 esclavos en 1851.
Mateo que incluso llego a gobernar la provincia por 6 meses, además de un gran terrateniente, era un rival no solo económico, sino también político de Justo José de Urquiza por ser partidario de Juan Manuel de Rosas.
Ocurrió que pocos días antes del “pronunciamiento” y considerando a Mateo un enemigo de peligro que contaba además con una fuerza posible de más de 200 personas si movilizaba a sus “peones”, Urquiza decidió que el gran estanciero sería eliminado.
El Coronel Dumon que pertenecía al estado mayor de Urquiza pero que a su vez debía al terrateniente la cortesía de haber sido el estanciero padrino de uno de sus hijos creyó conveniente advertirle a este de los planes de Urquiza.
Fue así como envió una carta, con un negro de su “propiedad” para informarle de los planes.
Ignorando por completo el contenido de la misiva se presentó el negro ante García de Zúñiga, en la post data de la misma encontró la recomendación final de Dumon que consistía en la destrucción del documento y una vez realizado se mandara degollar al negro para que no queden testigos del suceso.
Así se realizó y García de Zúñiga emigro a Montevideo, no sin antes ejecutar al mensajero.
Enterado vaya a saber de qué forma el pueblo del hecho, surgió de inmediato un refrán que estuvo en vigencia mucho tiempo: “Llevar la carta del negro” que se refería a lo que le ocurriría al mensajero si la encomienda que llevaba era en perjuicio del comisionado.
(1) Del libro «Esclavos Esclavistas de Entre Rios» de Pablo Stein, de reciente aparición