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En el último cuarto de siglo, aumentaron un 40% los eventos zoonóticos

Por NORA BÄR  –

 

Se trata de las enfermedades infecciosas transmisibles de los animales a los seres humanos. Las enfermedades emergentes y vacunas en desarrollo fueron tema de uno de los encuentros del XX Simposio Científico de la Fundación Huésped, que culmina este viernes. 

Si tenemos la sensación de que virus y bacterias no nos dan respiro, y las noticias sobre brotes se hacen cada vez más frecuentes, estamos en lo cierto. Aunque a fines del siglo pasado se habló de “transición epidemiológica” y los sanitaristas llegaron a considerar que las enfermedades infecciosas quedarían relegadas al arcón de los recuerdos gracias al éxito de vacunas y antibióticos, estos últimos años lo desmienten: no solo pende sobre nosotros la amenaza creciente de la resistencia a los antimicrobianos que puso en pie de alerta a la Organización Mundial de la Salud (OMS)sino que antiguas conocidas se resisten a desaparecer (como la lepra, que en el país presenta de 300 a 400 casos anuales en tratamiento) o reemergen enfermedades que se creían controladas (como la tuberculosis, que en 2021 registró una notificación un 15,3% más elevada que en 2020).

“En las primeras dos décadas de este siglo se incrementaron en alrededor de un 40% los eventos zoonóticos [enfermedades infecciosas que pasan de animales a humanos] en comparación con las últimas del anterior –afirmó Tomás Orduna, exjefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz–. Y no hay nada que nos indique que esta tendencia vaya a variar en medio de un cambio climático que nos está ‘arrollando’”.

Orduna delineó el escenario que plantean estos desafíos en uno de los encuentros que hasta hoy se celebran en el XX Simposio Científico de la Fundación Huésped, que pasa revista a los temas de frontera en VIH-sida, pero también en otras infecciones de preocupación, y reúne a especialistas y a integrantes de organizaciones de la sociedad civil.

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De izquierda a derecha: Valeria Fink, María Victoria Iannantuono, Tomás Orduna, Analía Urueña, Pablo Bonvehí y Jean-Michel Molina

 

Para enfatizar cómo está cambiando el contexto epidemiológico, Orduna mencionó que “por primera vez tenemos transmisión continuada de dengue desde el verano hasta fines de agosto en la Argentina. El registro de casos debería cortarse ahora… pero ya se nos viene encima la temporada y arranca de nuevo, porque en octubre empiezan a despertarse los mosquitos. Este año se acortó el período libre de dengue, por eso me atrevo a hablar de ‘endemoepidemia’”.

Con 65 fallecidos reportados, el especialista destacó que los 130.000 casos registrados representan como mínimo medio millón de personas infectadas, ya que se calcula que por cada uno que se informa hay tres inoculados. “Pero si uno piensa que hay un porcentaje de población asintomática que no consultó, como indica un trabajo publicado en Nature en 2010, esa cifra puede llegar a ser de hasta un millón de personas que adquirieron el virus”, afirmó el especialista.

Si bien la viruela símica (monkeypox) por fortuna “se frenó raudamente por factores que todavía no termino de entender”, aclaró, en este momento las alarmas están encendidas por la progresión de la gripe aviar, que no solo causa devastación en poblaciones de aves de todo el mundo, sino que se está expandiendo a y entre mamíferos. “Por suerte, todavía con casi ninguna transmisión a humanos, pero hay que estar vigilándola”, acota Orduna. La preocupación surge del hecho de que su creciente detección en mamíferos podría convertirlos en reservorios que promuevan la recombinación de virus y la aparición de variantes más adaptadas a la biología humana.

Por otro lado, destacó, “las enfermedades virales se mantienen cerca: Paraguay tuvo este año epidemia récord de chikungunya [210.000 casos en el continente americano y registros en 115 países], la transmisión de Zika ahora persiste [en niveles bajos] en Brasil y otros lugares, y nunca sabemos cuándo volverá a emerger. El peligro está, pero no podemos predecir dónde se dará el próximo brote. Lo grave es que mucho de esto está condicionado por causas antropogénicas”.

La protección más eficaz contra los microorganismos patógenos son las vacunas y hay varias en desarrollo, explicó Pablo Bonvehí, de la Sociedad Argentina de Infectología. En el caso del dengue, hay tres fórmulas (una de Sanofi, otra de Butantan/Merck y otra de Takeda, que llegaría al país en la primavera). Tanto la primera como la última fueron aprobadas por la Anmat, protegen contra los cuatro serotipos y tienen una eficacia de entre el 62% y el 87%. La FDA también aprobó en mayo de este año la primera vacuna contra el virus sincicial respiratorio

Pero varias más se encuentran en distintas etapas de desarrollo, como las destinadas a prevenir la malaria, la tuberculosis, las infecciones por Clostridium difficile (bacteria que puede causar diarrea y afecciones intestinales más serias), una vacuna universal contra la gripe con la misma tecnología que tuvo éxito contra el Covid-19 (ARN) y una nueva antipoliomielítica oral, entre otras.

 

“La perspectiva de contar cada vez con una más amplia cartera de vacunas es positiva, pero también plantea un desafío para los sistemas sanitarios que tendrán que absorber esos costos y gestionar su administración –comentó Bonvehí–. Habrá que estudiar bien cuándo y a quiénes les corresponderá cada una”.

Por su parte, el profesor de enfermedades infecciosas de la Universidad de París y jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas de los hospitales Saint-Louis y Lariboisière, Jean-Michel Molina, expuso sobre la necesidad de desarrollar una vacuna contra el gonococo (N. gonorrhoeae), bacteria que causa la gonorrea, un problema sanitario global que está en alza. Hasta ahora, los esfuerzos para lograrlo fueron infructuosos, con el agravante de que la infección natural no otorga protección inmune y son comunes los cuadros repetidos, incluso con la misma variante.

En mujeres, hasta un 50% de las infecciones pueden ser asintomáticas y el agente causal tiene gran capacidad de desarrollar resistencia a los antibióticos utilizados para tratarla. “A pesar de los métodos de prevención (uso de preservativos, asesoramiento, testeo frecuente y profilaxis con antibióticos), hay altas tasas de gonorrea en todo el mundo; en 2020, se produjeron 82 millones de casos –subrayó Molina–. Está asociada con morbilidad en mujeres y recién nacidos, e incluso la infección asintomática puede causar enfermedad”.

Pero además de trabajar en el desarrollo de nuevas inmunizaciones, habrá que fortalecer la confianza del público y garantizar el acceso, destacó Analía Urueña, miembro de la Sociedad Argentina de Vacunación y Epidemiología (SAVE). “En nuestra región, la mayoría cree que son seguras y efectivas, pero no llegamos al 95% de cobertura –afirmó. Y agregó–: La ‘vacilación’ frente a las vacunas figura entre las 10 principales amenazas para la salud de la OMS. Muchos creen en información falsa distribuida por las redes sociales o por celebrities que tienen influencia en la comunidad. La infodemia circula más rápido que los propios virus”.

Fuente: El Destape

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