El 29 de noviembre se celebra el Día Internacional del Jaguar, o Yaguareté como lo conocemos en Argentina.
La pérdida de su hábitat (selva y bosque) producto de la deforestación, su caza ilegal o la caza indiscriminada de animales más pequeños -sus presas- y los conflictos con animales domésticos, afectan directamente la supervivencia de nuestros tigres.
El yaguareté es el felino más grande del continente americano y tercero a escala mundial, después del tigre de bengala y el león. Es una de las diez especies de felinos silvestres que habitan en Argentina (además del puma, el yaguarundí, el ocelote, la tirica, el margay y los gatos huiña, andino, montés y del pajonal). Por su amplia distribución geográfica histórica se lo llama de diversas formas según la cultura y la región donde habita y habitó. En nuestro país lo conocemos como yaguareté, que significa «la verdadera fiera» en guaraní, o tigre criollo.
La pérdida de su hábitat (selva y bosque) producto de la deforestación, su caza ilegal o la caza indiscriminada de animales más pequeños -sus presas- y los conflictos con animales domésticos, afectan directamente la supervivencia de nuestros tigres.
Hasta principios del siglo XX tenía una distribución muy amplia en el continente americano que iba desde el sur de Estados Unidos hasta nuestra Patagonia. Hoy, solo ocupa entre un 10 y un 15% de aquella distribución original. En todo el continente se estima que quedan entre 7.000 y 15.000 individuos y, en la Argentina, este proceso de retracción fue el más extremo, en donde el yaguareté quedó recluido sólo a un 5% de la superficie que ocupaba originalmente.
Como las amenazas sobre la especie no han desaparecido, las poblaciones de yaguareté que se encuentran en nuestro país están críticamente amenazadas de extinción y se estima que sólo quedan un poco más de 200 ejemplares distribuidos en las provincias de Chaco, Formosa, Jujuy, Misiones, Salta, Entre Rios y Santiago del Estero.
Como ha ocurrido con todos los grandes depredadores en el mundo, el hombre ha perseguido al yaguareté por distintas causas: por temor, por la costumbre de cazarlo, por cierto prestigio o, en ocasiones, para evitar conflictos por la depredación del ganado doméstico. Esta situación, en conjunto con la degradación y transformación de los bosques nativos de la mano del hombre, que a su vez genera la pérdida de sus presas naturales, puso al yaguareté al borde de la extinción en la Argentina.
La región chaqueña es tal vez en la que más se puede ver el peligro de desaparición de la especie en nuestro país ya que en ella apenas quedan 20 individuos distribuidos entre las provincias de Chaco, Formosa, Salta, Entre Rios y Santiago del Estero. Misiones es tal vez el ejemplo opuesto ya que cuenta con la mayor población de ejemplares de la especie en nuestro país y una tendencia levemente en alza. Sin embargo, esto no debe confundirnos de la necesidad de seguir trabajando. Si bien el yaguareté se encuentra protegido por Ley y es uno de nuestros Monumentos Naturales, claramente eso no está alcanzando.
Recientemente, en el mes de septiembre, un ejemplar de yaguareté macho fue visto en el Gran Chaco, lo cual evidencia la presencia del yaguareté en la región. Si bien el haber visto dicho ejemplar es alentador, claro está que la especie no puede ser salvada por un solo macho solitario.
Para poder revertir esta situación hay muchas cosas que podemos hacer:
– Garantizar una efectiva implementación de la Ley de Bosques para evitar la deforestación de su hábitat natural. Es fundamental preservar grandes áreas de monte y bosques continuas para que el yaguareté y sus presas puedan transitar.
– Evitar su caza. Por ejemplo, ante la presencia de un yaguareté, debemos evitar perseguirlo o acorralarlo. Frente al miedo que puede generar su presencia, tenemos que avisar a las autoridades o al Grupo de Colaboradores para la Conservación del Yaguareté.
– Recuperar el monte y los recursos que compartimos. Un uso del monte que cuide y conserve los recursos que le ofrece al hombre ayuda a alcanzar un equilibrio donde la producción y la conservación de la fauna y de la flora se dan la mano. Es necesario cambiar la idea equivocada de que los recursos son inagotables y comenzar a tener un uso responsable de los mismos. Lograr un equilibrio entre el uso y la conservación de los recursos que provee la naturaleza asegura que los mismos puedan seguir siendo utilizados por las generaciones presentes y futuras.
– Disminuir el conflicto con el ganado. Si el monte está bien conservado y ofrece suficientes presas silvestres al yaguareté para alimentarse, estos felinos tienden a evitar al hombre y a su ganado. Por eso es importante mantener el monte en buen estado y evitar o hacer una caza responsable de aquellos animales silvestres que constituyen la dieta de los felinos y que también proveen de carne al hombre como los pecaríes y las corzuelas. ¡Ayudemos a salvar la especie! ¡Cuidemos al Yaguareté!.
(fuente: https://www.conclusion.com.ar/)
Esta artículo fue publicado por la revista La Ciudad el 29/11/2019