El papa Francisco se reunió en Italia con la religiosa Geneviève Jeanningros, sobrina de Léoni Duquet, una de las monjas francesas desaparecida durante la última dictadura en un operativo de espionaje y secuestro del que participó Alfredo Astiz, el represor condenado que fue visitado por diputados de La Libertad Avanza (LLA).
El encuentro entre Jorge Bergoglio y Jeannigros tuvo lugar en la comunidad a la que ella pertenece y que está ubicada en el barrio romano de Ostia. Se trata de las Pequeñas Hermanas de Jesús de Charles de Foucauld, que concreta un proyecto humanista con personas de la comunidad LGBT+, pobres y trabajadores nómades de circos.
Ambos se saludaron cariñosamente y mostraron sonrientes frente a la escasa prensa que estuvo en el lugar. El Papa la apoda «enfant terrible» y suele verla cada miércoles al final de la Audiencia General, según informó Vatican News, el sitio oficial de noticias de la Santa Sede.
Duquet, hermana de la madre de Jeannigros, fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977, cautiva en la exESMA y desaparecida junto con su compañera Alice Domon; además de varios integrantes de la comunidad de la iglesia Santa Cruz, donde Astiz encabezó las tareas de espionaje.
El represor fue visitado el 16 de julio último por los legisladores mileístas Beltrán Benedit, María Fernanda Araujo, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra, Rocío Bonacci y Lourdes Arrieta, la diputada que este miércoles dijo desconocer a Astiz porque ella había nacido años después de la última dictadura. “Como no viví en esa época, como nací en 1993 y no tengo ni idea de quiénes eran los personajes de esa época, la verdad es que vi internos de 80 años”, dijo.
Jeannigros es conocida por vivir en una caravana cerca del parque, donde también atiende a la comunidad circense local, fue crítica de la complicidad de la Iglesia Católica con la dictadura. «No podía aceptar el silencio de la Iglesia”, dijo en uno de los tomos de La verdad los hará libres. Luego reconoció que “fue la cercanía y la ternura del Papa lo que me curó de tanto sufrimiento”.
«¡Qué gran alegría nos regala!», fueron las palabras que le dijo a Francisco, no bien entró a la sede de la hermandad en silla de ruedas. El Papa fue recibido “con un atronador aplauso, mientras sus colaboradores sostenían caramelos y rosarios para repartirlos entre los asistentes”, indicó la información vaticana.
«Les agradezco a todos por lo que hacen, por hacer sonreír a la gente», les respondió Bergoglio que a la vez fue espectador de un espectáculo de circo a cargo de las personas que son asistidas en la comunidad.
El Vaticano no proporcionó más información acerca del encuentro, pero sí compartió imágenes que muestran a Francisco bendiciendo una estatua religiosa cerca de algunas de las montañas rusas. En una entrevista con el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, en junio pasado, Jeanningros declaró que suele dirigirse a la Santa Sede los miércoles para asistir a la audiencia semanal del Papa.
Quién es Alfredo Astiz y por qué está preso
Un grupo de legisladores de La Libertad Avanza visitó en la cárcel a militares vinculados con la dictadura militar. Entre ellos, a Alfredo Astiz.
A mediados de julio, un grupo de diputados de La Libertad Avanza organizó una visita en la cárcel de Ezeiza, lugar en donde están presos algunos militares que participaron en el gobierno de facto. Todos condenados a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad. Una de las legisladoras que asistió al penal fue Rocío Belén Bonacci, aseguró haber sido «engañada» para visitarlo al penal.
Según dijo, la convocatoria fue en calidad de «visita humanitaria» para estar en contacto con los presos, sin saber que allí se encontraría con Astiz y otros militares vinculados con la dictadura. Lourdes Arrieta, en cambio, admitió no saber quién es Alfredo Astiz y contó que tuvo que «googlearlo». Pero, ¿Quién es Alfredo Astiz?
Alfredo Astiz, el «ángel rubio» de la dictadura militar
En el momento en el que Argentina escuchó por cadena nacional la voz de Jorge Rafael Videla anunciando el inicio del «Proceso de Reorganización Nacional» el 24 de marzo de 1976, Alfredo Astiz tenía 24 años y era Capitán de Fragata.
Luego de aquella noche de marzo, fue designado para trabajar en la ex ESMA, bajo el ala de Jorge «El Tigre» Acosta, también Capitán de Fragata de la Marina y jefe del grupo de tareas 3.3, lugar en el que Astiz se desempeñó haciendo tareas de inteligencia.
El «Ángel Rubio» se infiltró en organizaciones de Derechos Humanos. Sobre todo, en las reuniones de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, por entonces clandestinas. Se cambió el nombre por Gustavo Niño y se hizo pasar por familiar de desaparecidos. Así, Astiz delató a muchas de las personas que luego fueron detenidas y desaparecidas.
«Rubito», como le decían cariñosamente desde la Asociación, se involucró en la Iglesia Santa Cruz de San Cristóbal. Se relacionó con los boys scout del lugar y frecuentó personas que luego fueron desaparecidas. La mayoría iba a la ESMA, lugar en donde se efectuaban los conocidos como «vuelos de la muerte».
A través de este operativo, los militares le decían a los secuestrados que iban a ser «trasladados» a otro establecimiento. Los subían a los aviones de la Fuerza Aérea y les inyectaban una vacuna con pentanol sódico para adormecerlos y arrojarlos semidesnudos al Río de la Plata. Años después, muchos de los cuerpos fueron encontrados en las costas de Uruguay, Santa Teresita y Mar del Tuyú.
Uno de los casos más emblemáticos de los que participó Astiz, fue el de la desaparición de Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, que participaba de las reuniones en la Iglesia Santa Cruz a las que asistía «Gustavo Niño». Fue arrojada al Río de la Plata a partir de este tipo de vuelos.
También estuvo involucrado en la detención y desaparición de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Ambas tenían participación activa en la Iglesia Santa Cruz y, casualmente, fueron catequistas de uno de los hijos de Videla. Ambos casos están relatados en el libro Nunca Más de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep).
Tras las presiones militares de la década de 1990, el gobierno de Carlos Menem sancionó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Ambas medidas cancelaron todos los juicios de lesa humanidad, hasta que en 2003 Néstor Kirchner limitó el alcance de estas leyes y comenzaron los juicios que duraron muchos años.
Fue recién en 2011 que comenzaron los juicios vinculados a la ESMA, establecimiento al que Astiz respondía. Ese mismo año fue condenado a prisión perpetua. En 2017 fue condenado nuevamente a perpetua en el juicio ESMA III.
Alfredo Astiz, el represor que se rindió en las Malvinas sin disparar un tiro
Pese a que admitió haber sido «entrenado para matar», el exmarino Alfredo Astiz, se rindió sin disparar un solo tiro durante la guerra que libraron Argentina y el Reino Unido por las islas Malvinas en 1982.
La misma sangre fría había tenido en 1977 para, con el falso nombre de Gustavo Niño, infiltrarse entre las Madres de Plaza de Mayo que comenzaban a organizarse para buscar a sus hijos desaparecidos, simulando ser el hermano de uno de ellos.
La combinación de su ferocidad con los indefensos y su cara aniñada hicieron que se ganara el apodo de «El ángel de la muerte» y se convirtiera en el máximo símbolo del terrorismo de Estado que asoló a Argentina entre 1976 y 1983, incluso por encima de algunos de los dictadores de la época.
Responsable de numerosos secuestros
Alfredo Astiz nació en la ciudad bonaerense de Mar del Plata el 8 de noviembre de 1951 y tras el golpe de Estado de 1976 fue asignado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en la zona norte de Buenos Aires y donde funcionó la principal cárcel clandestina del régimen de facto.
Como capitán de fragata perteneció al Grupo de Tareas 332 (GT 332), responsable de innumerables secuestros de personas que permanecieron cautivas en la ESMA, por la que los organismos humanitarios calculan que pasaron unos 5.000 detenidos, de los cuales sobrevivieron cerca de 100.
Las Madres de Plaza de Mayo fueron algunas de las primeras víctimas de su accionar delictivo, cuando el 10 de diciembre de 1977 Astiz «marcó» con un beso en la puerta de una iglesia a quienes unas horas después serían secuestradas por su grupo paramilitar: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, las fundadoras de esa organización.
La misma suerte corrieron las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, quienes permanecieron cautivas en la ESMA hasta que fueron arrojadas al mar desde un avión militar en uno de los tristemente célebres «vuelos de la muerte».
La guerra de las Malvinas
Tiempo después el marino asesinó por error a la adolescente sueca Dagmar Hagelin al confundirla con una guerrillera.
En 1982, durante la guerra por la soberanía de las Malvinas, Astiz integró un grupo de comandos al que se le asignó la defensa del archipiélago de las Georgias del Sur y fue tomado como prisionero por las fuerzas británicas sin disparar un solo tipo ni ofrecer ningún tipo de resistencia.
(fuentes: Pagina 12, Bae Negocios y rtve.es)