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El cadáver de Urquiza: 80 años oculto de todos

Valorado como una de las figuras más importantes de la historia de Concepción del Uruguay, la vida personal y el posterior derrotero de su cadáver, hacen de Justo José de Urquiza un personaje importante en las anécdotas y cuentos que se fueron popularizando, no solo en esta ciudad, sino también en la provincia y en casi toda la Argentina.
Desde la cantidad de hijos que trajo al mundo, hasta su gigantesca fortuna, pasando por logias masónicas, batallas épicas y retiradas heroicas, la vida de Urquiza tejió un entramado de relatos que con el tiempo mezclaron la realidad con el fanatismo de quienes lo exaltaban y el odio de los que lo combatieron.

En cualquier caso, su vida particular estuvo lejos de pasar desapercibida y dejó un legado que hoy forma parte del acervo cultural entrerriano.

Pero como sucede casi siempre con este tipo de personajes, su muerte también se convirtió en un hito para la historia de estas tierras. Asesinado en un Palacio enclavado en medio del campo, frente a su familia y traicionado por gente de su confianza, murió dando batalla con un balazo en la cara y cinco puñaladas que aseguraron su final.

El velorio no fue menos dramático. Se hizo en un clima cargado de miedo. Ricardo López Jordán, el hombre que lo había mandado matar, había asumido la gobernación y la persecución a los urquicistas hizo que la tensión social se palpara en las calles de Concepción del Uruguay como en ningún otro lado.

Su hija Ana buscó el lugar más seguro y se llevó el cadáver a su casa para rendirle los honores finales. No fueron muchos a despedir al General y fueron ellos los últimos en ver el cuerpo del caudillo entrerriano.

La persecución jordanista se intensificó, y un año después del asesinato el odio hacia Urquiza traía consigo la amenaza de un ataque a La Histórica y la inminente profanación de la tumba ubicada en el cementerio local.

Dolores Costa, la viuda, ordenó secretamente trasladar el féretro a la Iglesia y a partir de allí nunca más se supo del destino del cuerpo de quien fuera el vencedor de Caseros.

Seguramente era más seguro para todos no saber que pasó con los restos del General, y con los años se perdieron el rastro y los testigos de la ruta final del cadáver.

Pasaron 80 años desde aquellos días infaustos para que, por segunda vez, se intentara dar con el féretro del caudillo, luego de un primer intento de búsqueda en la Basílica Inmaculada Concepción, en una cripta donde la viuda había dejado una lápida con la inscripción “R.I.P.- Aquí yacen los restos mortales del Exmo. Sr. Capit. Gral.- Don Justo José de Urquiza – 1er Presidente Constitucional – de la República Argentina – Gobernador de la Provincia – de Entre Ríos – que murió asesinado – el 11 de abril de 1870 a las 7 y media de la noche – en su palacio Sn. José – a los 69 años de edad – Su amante esposa e hijos – le consagran este triste recuerdo”. La mayoría pensaba que el ataúd estaba detrás de aquella piedra, sin embargo, en 1901, con motivo del centenario del nacimiento de Urquiza, se buscó sin éxito en aquel lugar.

El hallazgo
Recién en 1951 se retomó la búsqueda y se resolvió pedir permiso al párroco de entonces para realizar una segunda constatación del lugar. Tras no hallar nada a simple vista se resolvió investigar tras las paredes de la cripta, y para ello se llamó a miembros de la familia Saenz Valiente, descendientes directos de Urquiza, para que profundizarán la búsqueda. Así lo hicieron, y mientras golpeaban las paredes buscando sonidos huecos, un ladrillo se cayó y dejó al descubierto dos ataúdes completos y los restos de otro destruido.

Con el permiso de la Comisión Nacional de Museos, ya que el templo es Museo Histórico Nacional, finalmente se procedió a trabajar en el lugar.

El historiador entrerriano y miembro de la “Asociación Justo José de Urquiza”, Darío Garayalde, investigó sobre la marcha de los trabajos realizados tras el hallazgo, y remarca en uno de sus trabajos publicados, que el 5 de abril de 1951, la Comisión accedió a lo solicitado. Así fue como finalmente el Sr. Antonio P. Castro, miembros de la Comisión y los descendientes hallaron el único nicho sin identificación. Levantada la tapa de este se encontraba un ataúd sobre cuya tapa de madera se hallaba una cruz de metal, con la inscripción «Gloria Deo». Desclavada esta tapa de madera, apareció una caja de zinc, dentro de la cual se hallaba un cadáver cubierto con una mortaja, esta última en excelente estado de conservación.

El estado del cuerpo
El cadáver estaba reducido a estado esquelético, hallándose vestido con pantalón de brin, camisa, chaleco, saco, medias de lana y botines de color negro con elásticos en la parte superior, todo en bastante buen estado. Inmediatamente, los doctores Ricardo Castro O’Connor y Oscar García efectuaron el examen médico legal de los restos, con el siguiente resultado: «cadáver sexo masculino, de una altura de 1,68 a 1,70 m según las tablas antropométricas de Rollet para esqueleto. Cadáver de unos 80 a 100 años de antigüedad, a juzgar por la desaparición total de las terceras falanges de los dedos de las manos.

El cráneo se hallaba inclinado hacia la derecha y el maxilar inferior desarticulado.

Tomándose con las manos dicho cráneo se observa que el maxilar superior izquierdo había desaparecido casi totalmente, excepto la rama montante, su reborde infraorbitario y unas pequeñas zonas de su articulación con el malar y el borde de la fosa periforme: el seno maxilar se hallaba totalmente abierto en su cara anterior y hacia la boca.

Presentaba además, una destrucción de la apófisis izquierda del esfenoides… una consecuencia que se comprueba de la identificación y estudio médico legal del cadáver, es que el General Urquiza no falleció como consecuencia de la bala que le disparó el «pardo» Luna, (oriental, capataz de la estancia «San Pedro») hiriéndolo en la cara, como se creía hasta ahora, sino por las terribles heridas de arma blanca recibidas en el tórax. Es otra incógnita develada que el disparo en realidad dio en la prótesis dental y en el hueso del maxilar y esto es sumamente interesante que viene a cambiar un arraigado concepto de los historiadores.

El destino final
El jueves 17 de marzo de 1955, en presencia de familiares de Urquiza, del intendente Carlos María Scelzi, el Presbítero Alfredo E. Frossard, Cura Párroco de la iglesia parroquial de Concepción del Uruguay, el profesor Manuel Macchi; director del Palacio San José entre otras autoridades, se dio por finalizada la investigación.El 24 de marzo de 1955, el Sr. Antonio Castro informó acerca de la misión cumplida en Concepción del Uruguay donde se procedió al traspaso de los restos del General Urquiza al cofre que hoy descansa en el mausoleo que fuera inaugurado en 1967 en la Basílica Inmaculada Concepción.

(fuente: Diario Uno)

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