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Desfile de Modelos: Aniversario de la victoria de HIPÓLITO YRIGOYEN

por Rodolfo Oscar Negri     –    

Este año (NR.: la nota es de 2016) se cumple el centenario de la victoria del radicalismo en las primeras elecciones libres y democráticas realizadas en la República Argentina. Vaya nuestro homenaje para don Hipólito Yrigoyen y para todos los radicales que en aquellos años desde una visión política nacional y popular enfrentaban a lo que denominaban «El Régimen» que no era otra cosa que la Oligarquía conservadora en el poder.

Pero, vamos por parte.

La Historia

Presidente de la República Argentina (1916-1922), (1928-1930);
Uno de los líderes políticos más notables y originales de la historia Argentina.
Nació en Buenos Aires; concurrió a varios colegios secundarios y luego ingresó en la Facultad de Derecho pero no llegó a recibirse; siempre interesado por la vida política, Yrigoyen aceptó algunos cargos administrativos menores en el gobierno y luego fue comisario (1872-1877) en uno de los distritos de Buenos Aires.

Leandro Alem

Por la influencia de su tío Leandro N. Alem; fue elegido para la legislatura provincial de Buenos Aires; luego de la turbulencia política de 1880 pasó varios años en relativa oscuridad política, enseñando en la escuela normal de mujeres de Buenos Aires.

En lo comercial se dedicó a comprar y a engordar ganado para vender en dos estancias pequeñas, con lo cual pudo vivir sin problemas económicos. En 1890 regresó a la política y fue el lugarteniente político de Alem en la revolución de ese año y lo nombraron jefe de policía en Buenos Aires.

En 1893 Yrigoyen fue presidente del partido de la Unión Cívica Radical en la provincia de Buenos Aires y luego del suicidio de su tío Leandro N. Alem (1896) pasó a ser el líder indiscutido del partido o, como él prefería llamarlo, «del movimiento Radical; en su lucha contra la oligarquía gobernante»

Radicalismo en lucha

La UCR siguió la política de abstenerse de participar tanto en las elecciones como en el gobierno hasta que se satisficieran sus demandas de un sufragio más amplio, elecciones libres y honestidad en el gobierno
Yrigoyen rechazó nombramientos de los presidentes Luis Sáenz Peña y Carlos Pellegrini; luego de la promulgación de la ley de reforma electoral de 1912, los radicales iniciaron su acción política y eligieron presidente a Yrigoyen en 1916.

Primera Presidencia

Su primera presidencia (1916-1922) cubrió la época difícil de la Primera Guerra Mundial, con sus desastrosas consecuencias; conservó la neutralidad Argentina pero la nación sufrió trastornos económicos debido a que sus habituales compradores europeos no podían transportar las mercaderías; cuando la situación se regularizó y las demandas del mercado aumentaron.
Yrigoyen -un precursor del nacionalismo económico- trató de elaborar acuerdos comerciales que beneficiaran a los agricultores argentinos y a los comerciantes; también envió un representante a la asamblea de organización de la Liga de las Naciones pero lo llamó de vuelta cuando las sugerencias argentinas parecieron ser ignoradas.
En la política interior, la posición de Yrigoyen fue dificultada por el hecho de que el Congreso y casi todas las provincias aún estaban bajo el dominio conservador; hizo pleno uso de sus poderes constitucionales de intervención.
En veinte oportunidades, a veces reiteradamente en la misma provincia, si consideraba que su gobierno era ilegítimo; sus críticos lo acusaron de emplear su poder con fines políticos para fortalecer la UCR. En 1919 las tensiones sociales estallaron en una serie de huelgas que fueron reprimidas despiadadamente por el gobierno, que recurrió a la ayuda de las fuerzas armadas.
Una reforma importante que aconteció durante la primera presidencia fue la de las universidades; las facultades (acusadas de tener apoyo e intereses oligarcas) fueron despojadas de gran parte de su poder y la administración universitaria pasó a ser mucho más democrática.

El Alvearismo

En 1922 Yrigoyen cedió la presidencia a Marcelo Torcuato de Alvear, pero permaneció políticamente poderoso como presidente del partido Radical. En 1928 el partido se dividió entre los personalistas que querían a Yrigoyen como presidente nuevamente y los antipersonalistas (conducidos por Alvear) que lo rechazaban. Pero fue elegido nuevamente.

La Segunda Presidencia

La segunda presidencia de Yrigoyen (1928-1930) fue breve y estéril, casi un fracaso; frente a los agudos problemas económicos (depresión mundial), sociales y financieros y a la creciente oposición política de los otros partidos que lo acorralaron y formaron un frente oligárquico-conservador, al que no pudo hacer frente.

Paralelamente se cuestionaba su conducción y su poca acción, atribuyéndole este comportamiento a su edad avanzada y a su salud frágil.

En realidad había que parar el tipo de política «populista», de cualquier forma, de cualquier manera.

El golpe del 30

Una revolución de oficiales militares conducidos por Uriburu lo removió de su cargo el 6 de septiembre de 1930, con la total aprobación de gran parte pueblo; encarcelado en la isla Martín García, Yrigoyen primero rechazó la absolución que le ofrecieron pero luego regresó a Buenos Aires para morir en 1933.
Luego de su muerte, su prestigio entre la gente fue ampliamente restablecido.

En 1956, se publicaron doce volúmenes de sus obras completas.

¿Por qué Yrigoyen es modelo?

Hipólito Yrigoyen es, para mí, un modelo en múltiples aspectos.

Además de -personalmente- coincidir con su política y de sentirme identificado con su lucha por los derechos del pueblo y sus ideales; creo que los orígenes humildes de Don Hipólito, demuestran su tremenda capacidad de superación, su inteligencia y su talento.

No es un desmérito el no haber terminado una carrera, es un desmérito hacer uso de una carrera para ser alcahuete y sirviente de los intereses extranjeros (por ej. Quintana, Roca (hijo), etc.).

En un momento en que la Argentina era el emporio de una oligarquía vacuna, asociada al Imperialismo Inglés; el ascenso de Yrigoyen fue casi una ofensa. El conocía a su pueblo, porque era parte de él. Era un producto de él. Sobrino de Alem, abrevó en sus ideas y fue un revolucionario a carta cabal.

Yrigoyen fue un caudillo. Y ojo, que yo le tengo admiración a los caudillos. Desde Alejandro hasta ahora, los hombres no siguen a ideas, siguen a hombres con ideas. Un caudillo urbano. Un hombre de principios y de lucha.

No se prestó al juego de una democracia fraudulenta y mantuvo al Movimiento (como a él le gustaba llamar al Radicalismo) en el abstencionismo no cómplice contra las elecciones que organizaba la oligarquía gobernante.

Participó de numerosos movimientos revolucionarios, donde él mismo se jugaba la vida y recién se incorporó al sistema cuando se aprobó el sufragio universal y obligatorio. Así llegó a la presidencia de la República.

A lo largo de la Primera Guerra Mundial, no se sumó a ninguno de los poderes imperiales que manejaban al mundo y mantuvo con dignidad la neutralidad de nuestro país; en una lucha donde no se jugaban nuestros intereses, sino el reparto del mundo por parte de los poderosos.

Defendió como pocos los intereses económicos de la Argentina, sentando las bases de una política que después desarrollaría Perón. Que -no es casual- también mantuvo la neutralidad a lo largo de casi toda la Segunda Guerra Mundial.

Yrigoyen estaba convencido en la dignidad e igualdad de las naciones, por eso -indignado- repatrió a nuestro representante en la Sociedad de las Naciones, cuando los países que manejaban al mundo se repartían sus regalías, cuando se cobraban las deudas de las naciones (que ellos mismos generaban arteramente ¿no tiene algo de parecido con lo que vivimos bastante recientemente) en base a cañonazos y al apoderamiento de las riquezas naturales de los deudores.

Es cierto que tuvo que gobernar con muchas intervenciones provinciales, pero el odio (sí porque su política popular generaba odio, del peor, el odio de clase) que la oligarquía tenía a su política que le hacía perder sus privilegios lo empujaban a ello. Así tuvo que gobernar. Incluso no solo contra los conservadores, sino también contra un sector importante del radicalismo que hacía de cómplice objetivo (o no) de los privilegios oligárquicos.

Ellos fueron parte de los que boicotearon su segundo gobierno y ayudaron a generar una imagen falsa y negativa de uno de los hombres más notables de la historia argentina.

¡Cuánta similitud con hechos que pasaron años más tarde!

A tal punto fue esto que se generó un estado de saturación y el fin de la democracia y del yrigoyenismo pareció un triunfo del pueblo. Así el radicalismo volvió al abstencionismo, como política de lucha.

Pero, como siempre, las cosas se valoran cuando se pierden.

Su muerte

Yrigoyen fue despedido (cuando murió en 1933) por una de las más imponentes manifestaciones populares que recuerde nuestro país. Paradójicamente ese mismo año se firmaba en Londres el pacto Roca-Runciman y el primero (hijo de Julio Argentino Roca) que era vicepresidente de la Argentina, llego a afirmar que la Argentina era parte integrante del Imperio Británico. En una de esas Yrigoyen se murió por eso mismo.

Tal vez el punto más cuestionable de su gestión fue la represión de algunos movimientos obreros (encabezados por inmigrantes anarquistas, socialista o comunistas). Pero hay que ser claro, una gestión no se puede reducir a eso. Su gobierno fue mucho, pero mucho más que esas tristes jornadas.

En cuanto a la Reforma Universitaria, si bien es cierto que no fue una decisión oficial y la ganaron los mismos estudiantes, también es cierto que la lucha fue contra una universidad clerical y oligárquica y que los postulados que triunfaron fueron incorporados, sostenidos y defendidos por el mismo yrigoyenismo.

La Argentina le debe a Yrigoyen (y a la lucha de quienes lo acompañaron) la irrupción de las clases medias en las decisiones políticas del país, la defensa de la soberanía, el derecho de los postergados, el establecimiento del nacionalismo económico, la creación de YPF, la demostración de lo importante que es mantener la dignidad como país, en fin, un montón, un montón de cosas más…

Hipólito Yrigoyen: Ejemplo y deuda con la historia y el pueblo que está más pendiente que nunca después de todo lo que está ocurriendo en nuestra Argentina de hoy.

Esta nota fue publicada por revista La Ciudad el 5/10/2016

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