«Con las pediatras no, Procurador García», así titula El Entre Rios una nota firmada por Osvaldo Bodean, que hace un análisis de la situación surgida en nuestra ciudad con dos pediatras que se encontraron ante un caso de presunto abuso y lo denunciaron públicamente. El mismo ha tenido una repercusión importante en la ciudad, pero -además- pone en exposición un gravísimo tema al que debe dársele una respuesta adecuada por parte del Estado. El hecho pasa a ser un paradigma desde donde, además de dar una respuesta justa, acorde y adecuada a la situación puntual, deben repensarse políticas públicas que -con vistas al futuro- no permitan caer en una misma situación en el futuro. La nota, que compartimos con nuestros lectores, dice lo siguiente:
«¿Fue un error o un acierto que las doctoras hicieran público el presunto abuso a una beba de 16 meses? De no haber actuado así, ¿la Justicia y el COPNAF habrían reaccionado de la misma manera?
Tal vez el mayor de los «defectos» de las dos jóvenes doctoras de Concepción del Uruguay que revelaron el presunto abuso a una beba de 16 meses sea también su principal virtud: aún no se les ha encallecido el alma ante el dolor y las injusticias.
La vocación, el juramento hipocrático, late con fuerza en ellas. En otras palabras, ¡están vivas!, no las tragó la burocracia, sufren con los padecimientos del paciente; les urge dar respuestas, no mañana o pasado mañana, sino ya.
Sólo así se explica que se hayan jugado, que se arriesgaran, a sabiendas de que quedaban expuestas a que un informe forense, practicado 10 días después de que la pequeña fuera revisada por ellas por primera vez, pusiera en duda sus conclusiones médicas.
¿Qué haría Usted?
Pero, vayamos por parte. . .
¿Qué haría Usted si -como les sucedió a ellas- detecta un sábado que una beba tiene varios síntomas de haber sido abusada, a tal extremo que padece sífilis, comunica de inmediato el hecho a las áreas pertinentes para que intervengan en salvaguarda de la niña -Minoridad, Justicia, COPNAF-, y, cuatro días y medio más tarde, jueves al mediodía, todavía no ha pasado nada? O, mejor dicho, pasa algo preocupante: la bebita, mientras permanece internada en el hospital, es acompañada por varios hombres, con el riesgo consiguiente de que alguno de ellos pudiera ser el abusador. ¿Qué hace? ¿Escribe otra nota replicando la que ya mandó por triplicado? ¿Llama de nuevo a los organismos que deben actuar pidiéndoles por favor que aparezcan? ¿Se cruza de brazos porque, en lo que de usted depende, ya cumplió con el protocolo y con eso le alcanza para tranquilizar su conciencia? ¿O decide apelar a una fórmula ya probada para sacudir estructuras: los medios de comunicación?
Laura Esquivo y Belén Bejarano, con el aguijón de la indignación clavado en su interior, optaron por este último camino: hablaron con la prensa. Era mediodía del jueves. Lo que sucedió a los pocos minutos, con la velocidad de un rayo, confirmó que la fórmula es casi infalible. Lo que el protocolo no pudo lograr en cuatro días y medio, la difusión pública del caso lo consiguió en apenas un par de horas.
Pero el sabor fue agridulce para las profesionales. Pronto descubrieron que las energías de buena parte del aparato estatal se aplicaban a cuestionar la difusión del caso tanto -o tal vez más- que a salir en auxilio de la niña abusada. Y como si no bastaran los reproches y las directivas prohibiéndoles que volvieran a abrir la boca, apareció en escena ni más ni menos que el Procurador Jorge Amílcar García, dispuesto a bajar desde allá arriba, desde la cúspide del Poder Judicial, un mensaje claramente disciplinador.
¿Hacía falta semejante cosa, que el jefe de los fiscales de la provincia saliera por los medios anunciando que investigaría la conducta de las pediatras? Aún en el supuesto de que en algo se hubieran equivocado, ¿era necesario aplastar de ese modo, desde una posición de poder desigual, abismalmente asimétrica, a estas dos jóvenes profesionales?
El caso, paso a paso
Era Sábado Santo cuando la madre llevó a la chiquita de un año y 4 meses al Hospital Justo José de Urquiza de Concepción del Uruguay. De inmediato y desde la guardia, se dio aviso a Minoridad, según la reconstrucción de los hechos a la que pudo acceder ElEntreRíos.com.
Cuando el hospital se comunica con Minoridad, la persona que recibe la denuncia comentó: «Ahh sí, sabemos de esta nena porque desde el jueves hay una denuncia anónima, pero como era semana santa, la íbamos a ver el lunes recién».
Durante ese mismo día sábado se presentaron en el nosocomio una mujer del COPNAF y la médica de la policía, la Doctora Marina Lujan Boffelli.
El lunes, primer día hábil desde que la niña fuera recibida en el Hospital, las doctoras formalizaron la denuncia por escrito, reiterando por esa vía lo que ya había sido transmitido el sábado por teléfono. La carta fue a Asesoría Legal del Hospital, con copia a Fiscalía.
Pasó ese lunes, pasó el martes, pasó el miércoles y la mañana del jueves, sin ningún tipo de intervención.
En la historia clínica, que fuera secuestrada por la Justicia luego de que las doctoras salieran por la televisión, hay copias de las notas que elevaron, fechas de recepción de esas notas, menciones diarias y repetidas donde se dejaba constancia que se estaba a la espera del COPNAF. Día tras día, lo mismo.
Recién el jueves a la siesta, tres horas después de que las pediatras hablaran con «Somos Concepción», se desató una catarata de reacciones oficiales.
Ya con la noticia replicándose en los sitios digitales de la provincia, una joven uruguayense cayó en la cuenta de que la pequeña víctima pertenecía a una misma familia en condiciones extremas de vulnerabilidad, a la que había ayudado una y otra vez y por la que había reclamado también insistentemente la acción del COPNAF.
La joven se preguntó desde su cuenta en Facebook: «El COPNAF, que solo salió para decirme que no me meta, que ellos se encargan de esos chicos, ¿dónde está? ¿Dónde está la ayuda? Esos pibes están mal y ni a vos ni a nadie les importa, porque ahora estás leyendo esto cómodo desde tu casa, calentito. Hasta yo estoy escribiendo esto desde mi celular, pero no quiero quedarme sin hacer nada, no quiero dar vuelta la mirada. No estoy pidiendo ayuda para mí».
Entre los riesgos de la inacción y los efectos nocivos de la divulgación
Al lunes siguiente, el coordinador de Fiscales, Fernando Lombardi, explicó que existe un protocolo de manejo de casos de abusos en la provincia y que darle difusión a los hechos afecta el derecho a la intimidad de las víctimas. «La divulgación genera efectos colaterales nocivos para los sujetos», razonó.
En teoría, lo suyo es irrefutable. Una inadecuada presentación pública vulnera derechos. Pero, en esta historia en particular, ¿no se estaban ya vulnerando derechos al sucederse los días sin que las reparticiones actuaran con la celeridad necesaria? ¿La actitud de las doctoras, aunque arriesgada y seguramente opinable, no puede ser asumida como un mal menor que buscó remediar un mal mucho mayor?
A la luz de lo ocurrido, ¿no sería más provechoso que embestir contra las doctoras -o decirle a la joven que quiso ayudar «no te metas»-, juntar a los principales actores, Justicia, COPNAF, sistema de salud, para revisar no ya sólo los procedimientos sino los plazos para que las acciones sean eficaces y los recursos -tal vez insuficientes- con que cuenta cada organismo para ejecutarlas?
¿Realmente no hubo abuso?
Diez días después de que la pequeña quedara internada en el Hospital, la Unidad Fiscal de Concepción del Uruguay, tras la intervención del Jefe del Departamento Médico Forense de la Provincia, Dr. Luis Leonardo Moyano, y del Dr. Adrián Siemens, informaron que «el examen ginecológico» constató «himen intacto, no presentando lesiones ni signos de violencia tanto genital, para genital y anal, descartado con los antecedentes reunidos hasta la fecha la presencia de un abuso sexual infantil».
«Lástima que esta pericia se haya hecho recién 10 días después de la internación. Las pediatras consignaron en la historia clínica claros hematomas en la vulva. La nena lógicamente no estaba penetrada, porque si no, estaría muerta, pero no por ello se puede descartar que haya sido abusada «, explicó un profesional médico consultado por ElEntreRíos.com.
«Para que haya abuso sexual infantil -explicó- no es indispensable que exista penetración. Los golpes o el insulto son parte del abuso. Sólo alcanza con que el niño sea considerado un objeto sexual. Si se masturban adelante de una criatura, aunque no le toquen un pelo, es abuso. Esta bebé tenía claros hematomas que no se explican de otra manera si no es con conductas adultas abusivas», insistió.
Lo que está fuera de toda discusión es que esta niña no llevaba una vida digna de un ser humano y tal vez varios de los adultos y demás niños que la rodean tampoco. Podrá ser motivo de debate médico si hubo abuso sexual, pero las evidencias de la extrema vulnerabilidad son apabullantes.
Ojalá que no haga falta que hablen otra vez Laura y Belén para que la intervención de la Justicia y el COPNAF persista con la misma intensidad que adquirió desde que ambas hicieron público el caso.
«La calidad de vida dentro de una comunidad se mide, en gran parte, por el compromiso en la asistencia a los más débiles y a los más necesitados y por el respeto a su dignidad de hombres y mujeres», decía Juan Pablo II. Por lo que no es exagerado decir que lo que suceda con esta criatura y su familia, el compromiso que desde el Estado y la sociedad civil asumamos con su destino, pondrá al descubierto si aún somos verdaderamente comunidad.
Fuente: El Entre Ríos
Autor: Osvaldo Bodean»