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¿Cómo trabajar las microagresiones en los espacios de trabajo?

Seguramente desde nuestra infancia nos enseñaron que debemos tratar a las demás personas como queremos que nos traten a nosotros/a.

 

Sin embargo, esta máxima, en apariencia tan neutra, no toma en cuenta que todos y todas somos diferente en función de nuestra identidad de género, orientación sexual, condición de migrante, edad, nacionalidad, entre otras cosas, y por lo tanto, nuestros comportamientos, serán tomados más o menos discriminatorios, dependiendo de quiénes somos y en función de a quién nos estemos dirigiendo.

Se observan en expresiones de sorpresa como “no parecías tan inteligente” (a una joven en un entorno masculinizado), “La forma en que has superado tu discapacidad es muy inspiradora”, “¿cómo conoces tik tok?” (dirigido a una persona mayor) ó “no pareces de tal nacionalidad” (si nos referimos a una nacionalidad con poca aceptación en el país en cuestión).Su tono ameno y casual en muchas ocasiones tiene un efecto ambiguo: por un lado la persona receptora se siente incómoda, pero no entiende bien porqué ni cómo responder, y elige no hacer nada, para no quedar como quejosa. Pero lo cierto es que en el largo plazo el malestar puede afectar su autoconfianza, sintiéndose poco apreciada y atrapada en un entorno laboral que se torna cada vez más violento y expulsivo.

Además, tenemos que considerar que no detener esta práctica tiene un costo alto para la organización: cuando las personas no se sienten cómodas, en general no participan ni desarrollan todo su potencial, porque su energía está concentrada en sobreponerse continuamente al espacio de trabajo. Por otro lado, no detener estos comentarios, permite que se sucedan otras agresiones más violentas.

Pero, ¿cómo abordarlos? Desde Grow promovemos que en primer lugar se generen espacios de reflexión en los espacios de trabajo sobre la empatía, para que todos y todas estén dispuestos a escuchar que pasa en su entorno y como la manera que tenemos de expresarnos es recibida. En este sentido, es clave no ponerse a la defensiva: no tratemos de explicar nuestra buena intención. Por el contrario, escuchemos el reclamo y analicemos de dónde vienen estas expresiones, para sincerarnos con nosotros mismos y reconocer si tenemos estereotipos inconscientes, en relación al género, la orientación sexual, la nacionalidad, la edad o cualquier otra característica (spoiler alert: todos/as tenemos estereotipos, si nos los enfrentamos no lograremos deconstruirlos).

A nivel institucional es clave el trabajo articulado de las áreas de RRHH o People, con las de comunicación, capacitación y desarrollo, para promover, validar y reconocer comportamientos basados en el respeto.

Por otro lado, la labor de los/as líderes es fundamental: si logran desarticular estos comportamientos e intervenir si los observan, contribuyen a deslegitimar estas agresiones, y de este modo colaboran a que en el futuro no se presenten estas ni otras otras formas de violencia.

Por Georgina Sticco, cofundadora y directora de Grow, género y trabajo (www.generoytrabajo.com)

Fuente: Ámbito

 

 

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