El desavisado que se encontrara con la cronología de la obra literaria de Arturo Jauretche pensaría tratarse de la construcción de una intelectualidad tardía. Jauretche publicó todos sus libros, salvo uno, partir de 1956, cuando ya tenía 55 años de edad. La bibliografía se limita a los libros publicados, sin tener en cuenta, por ejemplo, su participación en los cuadernos de FORJA y la prolífica actividad panfletaria y periodística, lo que en sí ya sería suficiente evidencia de que Don Arturo no tiene nada de tardío.
En realidad, mucho más que un simple escritor o comentarista de la política, Arturo Jauretche fue un militante y un dirigente comprometido con la lucha de su tiempo. Su obra literaria, que además es invalorable hoy para la comprensión de la sociedad argentina, es más bien una construcción en la resistencia. Al haber estado activamente involucrado en la política desde fines de la década de los años 1910 y hasta el advenimiento de la dictadura autodenominada “Revolución Libertadora” —primero como militante y luego como dirigente—, Jauretche solo pudo dedicarse a organizar su obra literaria cuando no le fue posible ocuparse directamente de la política como protagonista. Incluso el único libro que publicó antes de 1956, El Paso de los Libres, un poema gauchesco que relata el fallido intento de revolución radical contra la Década Infame, se escribió en la cárcel, que es donde el régimen de Agustín Justo lo había metido por haber tomado parte en aquella intentona revolucionaria. Dicho de otra forma, Jauretche solo escribió El Paso de los Libres porque no podía salir a militar y básicamente no podía hacer otra cosa más que escribir.
Todos los demás libros de Jauretche serán escritos después de la caída del peronismo y el triunfo de la reacción fusiladora. Así van a ver la luz El Plan Prebisch: retorno al coloniaje (1956), Los profetas del Odio (1957), Política nacional y revisionismo histórico (1959), Prosa de hacha y tiza(1960), Forja y la Década Infame (1962), Filo, contrafilo y punta (1964), El medio pelo en la sociedad argentina (1966), Mano a mano entre nosotros (1969), Pantalones cortos (1972) y la obra que nos ocupa en este artículo, el Manual de zonceras argentinas, publicado en 1968.
Este Manual de zonceras argentinas (A. Peña Lillo, 1968: 259 p.), a nuestro modo de entender, es la obra sintética de Jauretche. Es en estas páginas donde el lector va a sentirse interpelado por un Jauretche que le habla a la conciencia de cada argentino.
El Manual de zonceras argentinas es eso, un recorrido por esas zonceras que circulaban por el sentido común de la época y eran esos principios introducidos en nuestra formación intelectual —en el decir del mismo Jauretche— con el objetivo de impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido. Jauretche las analiza una a una (son 44 en total) y las organiza en seis categorías bien informales: zonceras sobre el espacio, sobre la población (o de autodenigración), la de autoridad que se le olvidaron a Bentham, las institucionales, las económicas y una miscelánea de zonceras de toda laya. Y luego de una breve explicación filológica sobre el término “zonceras”, que en sí se merecía un análisis, Jauretche pasa a desandar el camino de la zoncera “madre que las parió a todas”: Civilización y barbarie, cuya autoría se le atribuye a Sarmiento. A partir de acá, según Jauretche y de acuerdo con lo que el lector va viendo en las páginas subsiguientes, empiezan a generarse todas las demás zonceras hijas de esta madre que las parió. Así aparecerán principios axiomáticos de nuestra educación como “El mal que aqueja a la Argentina es la extensión”, “Gobernar es poblar”, “Este país de m…” y otros tantos que los argentinos repetimos de manera irreflexiva hasta los días de hoy.
El mérito de este Manual no es hacer una recopilación a modo de catálogo, tarea a la que Jauretche convoca al lector y deja al efecto algunas páginas subrayadas al final del libro, donde uno puede anotar sus propias zonceras. Lo importante aquí es el análisis de los postulados hasta demostrar la tesis fundamental de la obra, que es la siguiente: la fuerza de una zoncera no está en su argumentación, sino precisamente en evitarla. Lo que Jauretche demuestra de manera magistral es que la eficacia de una zoncera depende de que los individuos la repitamos como un dogma, sin poner en tela de juicio los contenidos de lo que se postula. “Porque en cuanto el zonzo analiza la zoncera”, dice el autor, “deja de ser zonzo”. Como ninguna zoncera resiste el menor análisis, Jauretche las destruye una a una e invita a que todos hagamos lo mismo, abriendo el camino a las profundas crítica y revisión de toda una cultura fundada en principios establecidos por las clases dominantes para evitar que los pueblos piensen por sí mismos y encuentren el camino de su desarrollo histórico.
“Tal es la situación, no somos zonzos; nos hacen zonzos. El humorismo popular ha acuñado aquello de «¡Mamá, haceme grande que zonzo me vengo solo!». Pero esta es otra zoncera, porque ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes, como lo iremos viendo”, dice Jauretche ya en la introducción. Y este es el enorme aporte del Manual de zonceras argentinasa la reforma intelectual y moral que sigue siendo una tarea pendiente en nuestro país. Para que seamos realmente grandes algún día, debemos dejar de ser zonzos y empezar a pensar las cosas del país por la aplicación del buen sentido. El Manual de zonceras argentinas es un aporte en ese sentido, no pierde actualidad ni relevancia pasados 60 años de su publicación y desde La Batalla Cultural —habiendo publicado ¿Por qué somos así? – Catálogo de zonceras del sentido común colonizado, una secuela de la obra de Jauretche— recomendamos este libro con cinco estrellas sobre cinco, porque es el manual de instrucciones de lo que realmente somos y es de lectura obligada para empezar a entender de qué va la cosa.
(fuente: https://www.labatallacultural.org)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 4/8/2018