Por Eugenia Delorenzi .-
Así lo expresó Paris Caraballo en una entrevista, al convertirse en la segunda persona de Entre Ríos en quitar el sexo de su partida de nacimiento y cambiar su nombre. La historia de una vida en búsqueda de su identidad.
Imaginá que un día te despertás y la gente empieza a llamarte por otro nombre. Empiezan a decirte qué es lo que debe gustarte, cómo debés vestirte y cómo debes actuar. Imaginá, que además de llamarte por un nombre que no es tuyo, te obliguen a que te identifiques con ese nombre, que te registres así en tu lugar de estudio, trabajo o club. Ahora imaginá, que aunque vos grites a los cuatro vientos que toda esa identidad que de repente te imponen no es tuya, te exigen cumplirla. Ni los gustos coinciden, ni la ropa ni tu sexualidad te pertenecen. Imaginá, que hagan que tengas que vivir esa vida, que es de alguien más, toda tu existencia. ¿Pudiste?
Todo lo anterior es la vivencia de las personas no binarias, que desde su nacimiento se les impuso un género u otro – que nunca se les preguntó – y nunca pertenecieron en realidad a ninguno de los dos. Y este también fue el sentir de Paris Caraballo toda su vida, hasta hoy, que tiene una nueva partida de nacimiento con una identidad que sí es, que sí le pertenece. En una entrevista, la primera persona de Concepción del Uruguay y la segunda de Entre Ríos en quitar el género de su partida de nacimiento, nos comparte su historia.
Procesos
Fue un proceso el sentir que no le gustaban las mismas cosas que a los varones, fue un proceso etiquetarse como adolescente y luego joven gay; y otro proceso más el descubrir la posibilidad de ya no tener género, para pasar por el proceso administrativo de lograrlo. En primer lugar, Paris se refirió a ello: “Son dos procesos diferentes y difíciles, tanto como yo llegué a descubrir quién era y el proceso legal. Descubrirme también fue muy difícil, porque vivo, obviamente, en una sociedad en la que todavía reina mucho la desinformación respecto de la diversidad sexual. Es como algo muy fuerte o tabú, que no se habla, que no es común encontrarte con la disidencia a menos que tengas a alguien cercano”.
Su historia
Paris tiene 23 años, nació, creció y vive en Concepción del Uruguay. Es estudiante de enfermería, y toda su vida transcurrió en búsqueda de esta identidad que hoy logró obtener a través del Estado. “Nací como un varón, me socializaron como varón por nacer con pene, y mi infancia fue muy difícil por eso: porque me gustaban cosas diferentes a las que me decían que me tenían que gustar, quería hacer otras cosas que las que me decían que tenía que hacer, me daba disforia toda la cuestión de los juguetes, la ropa. Como que siempre desde muy chico quise cosas muy puntuales en mi vida y todas estaban mal para la sociedad, entonces eso me hacía bastante daño”, contó.
“Cuando realmente inicié la adolescencia fue bastante difícil porque también me encontré con las limitaciones en cuanto a la sexualidad y a lo que me tenía que gustar. Ante esa primera disconformidad fuerte no sé si es que lo decidí pero la etiqueta fue la de varón joven gay, y así transcurrí la mayoría de la adolescencia hasta encontrarme con gente de todo el país con los mismos sentimientos que yo, con la misma historia de vida que yo, algunas más fuertes y otras más similares a la mía, y pude identificar lo que me pasaba y lo que sentía. Y no era que no me sentía un joven gay solamente, sino que era más amplio lo que me pasaba, porque no me identificaba ni como varón ni como mujer, que también fue algo fuerte de entender porque estaba encontrándome con que tenía que deconstruir todo mi ser y todo lo que me habían impuesto y que me causaba daño e inconformidad”, agregó Paris, y aseguró: “Realmente me encontré a mí misme cuando pude identificarme por mi decisión y mi voluntad. Cuando encontré a más personas que se sentían igual que yo pude descubrirme”.
-¿Podríamos decir que tuviste que salir del clóset otra vez?
– “Real que sí (risas). No solamente es salir de un pseudo closet de vuelta, sino que es una identidad que es poco conocida ni siquiera por la misma disidencia así que hay que salir del clóset con toda la sociedad. Cuando salís del clóset siempre te podés apoyar en tus pares, en mi caso con mis amigos gay cuando me reconocí un joven gay; y que además ya era más comprensible porque había mucha gente entendida en el tema.
Y ahora me encuentro con que todos se enteran de mi identidad y que todas las personas están, no sé cómo explicarlo, desde la desinformación preguntando: ¿qué es esto?”
-¿Cómo fue socializarlo con tu círculo más cercano?
– “Con mi familia fue bastante bien. Yo tengo a mi abuela y siempre hablo con ella todas estas cuestiones. Antes que hablar con algún amigue hablé con ella, fui directamente con mi abuela y me dí cuenta que quería hacer realmente este cambio cuando sentí una disconformidad con mi nombre legal. Porque en mi vida como joven gay quizás no fue tan limitada porque yo lo quise de esa forma: vivía como una persona no binaria en la cotidianeidad pero empezar con la disconformidad con mi nombre cada vez más fuerte se volvió inaguantable para mí, lo hablé con mi abuela y ella me dijo que estaba de acuerdo, me ayudó a elegir los nombres como quien eligiera sus nombres con su mamá y me ayudó a replicarlo con mi familia. Lo mismo que cuando le dije que era un varón gay ella le transmitió a mi familia, pero siempre me acompañaron. Con mis amigues lo mismo”
-¿Cómo fue el proceso administrativo?
-“Yo hace un año fui un día al Registro Civil de manera personal con la Ley de Identidad de Género con fotocopia del DNI, diciendo que quería cambiar mi nombre y que me quitaran el género del DNI. Me miraron raro, me dijeron: ‘esto no se puede hacer, es imposible. Ya vinieron otras personas a intentarlo y les dijimos lo mismo que a vos’. Me volví bastante frustrade.
Unos meses después salió la noticia que Princesa era la primera persona de Entre Ríos que había realizado este cambio y me fortalecí mucho en esa experiencia. No conocía al respecto y me agarré de esta historia, hablé con Princesa, me pasó información al respecto, le consulté los pasos a seguir, cómo fue burocráticamente y a partir de eso sólo tardó cinco, seis meses en salir. Hubo muy buena predisposición de la directora del Registro Civil de la provincia, con la defensora Ansaldi que me ayudó. A partir de que estuvo presente el Estado todo se simplificó.
En resumidas cuentas primero la pasé feo porque me sentí en soledad, y después fue más satisfactorio”.
-¿Qué se sintió recibir esa nueva identidad?
-“Cuando lo recibí fue muy fuerte, fue como un balde de agua fría. Decir: es real, sucedió. Fue la sensación de un gran abrazo por parte del Estado. Lloré, fue muy fuerte. Una gran sensación de alegría y tranquilidad porque me dieron los papeles que validaban mi identidad, porque muchas veces hablé al respecto de cómo me sentía pero nunca se me tomó en serio o se me validó y ahora esto cambió totalmente. Por fin había alguien diciéndome: sos de verdad y es real lo que sentís”.
-¿Cómo describirías la importancia de un nombre que nos identifique?
– “Es muy importante porque nosotros socializamos con nuestra identidad legal. Lo que verbalizamos es una cosa, pero otra la que sucede en las instituciones: cuando te llaman por un nombre que no te identifica en el sistema de salud, en la universidad, son situaciones que generan disconformidad, porque no es algo que te identifique, y cuando pude lograr el cambio fue una gran alegría porque ya no iba a tener que enfrentarme a más situaciones donde se me llame como no me identifica”.
– Podríamos decir que vivís una vida que no es tuya, que es de alguien más…
– “Eso me pasó siempre, mi nombre era uno y siempre usaba otro, alguna modificación. Siempre buscaba de recurso usar otro nombre en la sociedad, porque no era yo. Y ahora me pasa todavía. Por ejemplo en la universidad: yo tengo ahora mi partida y luego llegará el documento nuevo, pero en las instituciones todavía no. Entro al siu Guaraní y todavía tengo que entrar con mi nombre anterior, veo mis notas con otro nombre, y siento que es otra persona, y no yo”.
– ¿Qué les dirías a las personas que fueron antes al Registro y les dijeron que no?
-“Es algo bastante fuerte que te digan: hay personas igual que vos y le dijimos que no. Y la verdad que no quiero que le pase a nadie más. No quiero que ninguna persona no binaria se encuentre sola ante un sistema que le niegue la identidad. Yo les quiero decir que no estamos solos, que hay personas que están dispuestas a ayudarnos y que no tengan miedo. Es un proceso rápido. El Estado está reconociendo lo que siempre debió reconocer que es nuestra identidad”
-¿Qué te pasa con los comentarios negativos?
– “Yo tomo los comentarios como de quien viene, y me los tomé muy tranquile porque sé que lo hacen desde la información. Pero eso no les da derecho a atacarme. Si tienen ganas de informarse, que busquen información, pero los comentarios traté de no molestarme.
En cierto punto molestan, pero por otro lado no llegan a generar nada en mí porque sé cómo es el sistema y sé cómo funciona, entonces no me lo tomé mal”.
-Pero hay personas que la pasan peor, ¿no?
– “Es que también tiene que ver creo con que iba a terapia, entiendo las cosas de otra forma y puedo sobrellevarlo, pero tal vez otra persona puede colapsar y llevarla al suicidio, porque la cantidad de mensajes que recibí en todas las redes sociales, mensajes en whatsapp de personas que yo no sabía, pero que me lo tomé bien porque estoy estable ahora. Pero una persona en una situación más vulnerable podría terminar diferente. Estos comentarios evidenciaron el odio contra las disidencias”, concluyó.