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En la jornada olímpica del sábado 13 de agosto, el deporte argentino a través del tenis, el basquetbol, el voleybol, el hockey sobre césped femenino, el handball masculino y el atletismo, encadenó éxitos en los que se mostró talento y apasionada entrega.
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Esto se comienza a escribir mientras las “hilachas” del español Nadal se esfuerzan ante un japonés que el día anterior había sido rápidamente derrotado por el escocés Murray, obligando a un zócalo televisivo que se prolonga: “En instantes Del Potro irá por el oro”. Compartimos ignorancia con los periodistas encargados de la televisación, porque ellos también se asombraron cuando conocieron que el partido final se definiría al “mejor de 5 set”, y con ello sabíamos que decrecían las chances del tandilense dado el agotador partido ante el español.
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Es domingo 14 de agosto de 2016, y la Argentina sumará una medalla en estos Juegos de Río 2016. Será oro o plata. Nunca nos pareció acertado lo que pregonan Bilardo, Simeone, Niembro y todos aquellos que solo admiten ser primeros y desprecian al supuesto derrotado, y nos acordamos de segundos insignes que están en el podio del gusto popular, aunque no ocuparan el primer lugar (la Hungría de Puskas, Hidegkuti, Kosic, en el 54; la Holanda de Johan Cruyff, en el 74; el Huracán de Angel Cappa, y hasta un tango “Balada para un loco”, de Piazzolla y la voz de Amelita Baltar, mientras del ganador “El último tren” nadie se a acuerda.
Pero después de lo ayer, sábado 13 de agosto, podemos decir ¡qué importan las medallas! ¡Claro que si que las queremos, que deseamos emocionarnos con el himno, con la bandera que sube sin flamear, contagiarnos con las lágrimas de quienes viven un momento que será siempre irrepetible, por mas que ganen 22 medallas como el norteamericano Phelps o sea tricampeón olímpico como el jamaiquino Usain Bolt!
Es que el sábado 13 de agosto de 2016 será recordado como uno de los grandes días del Deporte Argentino.
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El 17 de agosto de 2006, siendo Diputado, el actual intendente, Dr. José Eduardo Lauritto, presentó un proyecto de ley ante la Cámara de Diputados de la Nación, declarando al 28 de Agosto como el Día del Deporte Argentino. Al año siguiente, el Dr. Lauritto asumió como vicegobernador de la provincia, renunciando a la diputación, y el proyecto quedó trabado en alguna Comisión a la que había sido derivado. El propósito era el recuerdo de una jornada inolvidable que vivió nuestro deporte en los Juegos de Atenas 2004; habían pasado cincuenta y dos años desde los Juegos Olímpicos de Helsinki, donde la Argentina había conseguido su última medalla de oro. Ese 28 de agosto, a temprana hora de nuestro país, la selección de fútbol dirigida por Marcelo Bielsa,con gol de Carlos Tevez, obtuvo frente a Paraguay el título de campeón olímpico que se había negado en Amsterdam en 1928 y en Atlanta en 1996. Y en nuestro atardecer, la selección de basquetbol, dirigida por Rubén Magnano y con cuatro de los que ayer derrotaron a Brasil –Ginóbili, Scola, Carlos Delfino y Nocioni-, llegaba al oro olímpico al derrotar a Italia. Pero al mediodía Carlos Espínola y Santiago Lange habían conseguido el bronce en yachting en la categoría Tornado. Nunca antes el deporte argentino había vivido una jornada de triunfos tan notables y una cosecha de medallas tan significativa.
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Pero en la jornada del sábado no se cosecharon medallas, pero fue tan intensa en emociones, triunfos y demostración de grandeza, que todo, que cualquier posición que ocupen al final del juego en su especialidad, tendrá el valor del oro para los que nos sentimos recompensados con esa demostración de entrega, de esfuerzo, como lo hiciera Del Potro, ante un Nadal inclaudicable; o esa inspiración e intuición que ilumina a los elegidos como Nocioni para un triple en el último segundo del partido o a Ginóbili le brinda la lucidez y rapidez de un adolescente para llegar al rebote que nadie llegó y con ello ganar El Partido, ya que esa dimensión alcanzaba el partido con Brasil: ganarle en su casa, en sus Juegos, y después de ir perdiendo hasta por diez tantos.
Pero en esa jornada, además, estuvo el triunfo del voleibol sobre Cuba, el de Las Leonas en el hockey femenino en su goleada a India, el handball masculino en un triunfo decisivo ante Túnez y la labor de Germán Chiaraviglio, clasificándose para la final del salto con garrocha, logrando una de sus mejores marcas, y al igual que Del Potro, volviendo a la competencia luego de una lesión muy importante.
Todas las expresiones fueron una demostración de capacidad técnica, pero también de coraje y guapeza, de entereza y espíritu de lucha. Ginóbili, al término del partido perdido con la poderosa Lituania –uno de los pequeños países que con apenas tres millones de habitantes modificó el mapa deportivo internacional al desmembrarse la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-, decía Manu “Creía que lo ganábamos con coraje, pero no, se gana jugando bien, y a eso tenés que sumar huevos y coraje.”
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Todos los que se impusieron tuvieron dosis enorme de talento, conjugados con otra similar de coraje. Es lo que hace grande y diferente a un campeón, que aún sin medallas, lo será si posee esas condiciones.
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(En la medianoche del domingo veíamos la tapa de la edición impresa de Marca, el diario deportivo madrileño, ocupada por la fotografía de un extenuado Nadal, cargando su bolso vacío de bronce, y un enorme título: “El es nuestro héroe”; y en ese rostro desgarrado por el cansancio y la derrota, mucho tenía que ver, la inmensa figura del argentino Del Potro, que, al cabo, sufriría las mismas consecuencias de un partido inolvidable. Un partido entre campeones).
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