A pesar de ser una potencia agrícola cuenta con un solo buque granero. Más del 90% de la carga se va en navíos extranjeros por los que hay que pagar. Los impuestos y costos laborales ponen la actividad al borde de la extinción.
El Centro de Patrones y Oficiales Fluviales de Cabotaje, el sindicato que nuclea al personal jerárquico que trabaja a bordo de los navíos, advirtió hace unos días que “víctima de las malas políticas, de la falta de reglamentación de la Ley de Marina Mercante y la alta presión impositiva sobre los buques de bandera argentina, más la ineficaz y alta burocracia estatal, provincial, municipal, portuaria, de las autoridades aduaneras y de policía de seguridad, el B/M PIRAY GUAZU va navegando hacia Paraguay para proceder al cambio de bandera y luego seguir realizando el mismo tráfico comercial que hasta hoy hizo con bandera argentina”. En una nota dirigida a sus afiliados, el gremio advierte sobre el potencial inicio de medidas de fuerza.
La realidad es que desde hace varias décadas la marina de carga argentina está en una crisis que parece ser terminal, si es que no se toman medidas al respecto. Las empresas reclaman que se ponga en marcha un capítulo de la Ley de Marina Mercante aprobada en 2017, que fue vetado durante el gobierno de Mauricio Macri. Ese capítulo contenía una serie de estímulos fiscales a las empresas para compensar las ventajas de las extranjeras.
Por caso, un barco de bandera argentina paga IVA al combustible, mientras que en el mismo surtidor, otro navío extranjero no lo hace, porque se considera a la venta del gasoil como una exportación que no tributa ese gravamen.
Entre los empresarios locales comentan también que la diferencia de salario de bolsillo de un capitán de barco paraguayo y otro argentino no es tan diferente. Lo que marca la ventaja en favor de los guaraníes es la carga impositiva que tiene que soportar la firma local.
Según estiman las empresas armadoras argentinas, se pierden unos u$s5000 millones al año en fletes. También mencionan que según una estimación realizada por la ex ministra de la Producción Débora Giorgi hace unos años, ese costo llegaba a u$s7000 millones.
Las dudas que se plantean desde el sector privado es que si en vez de perder esa cantidad de divisas al año por pagar fletes internacionales para transportar la mercadería propia, se invirtiera el estímulos fiscales al sector, la pérdida tal vez sería menor.
El golpe de gracia a la actividad lo constituyó en 1997 la privatización de la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA) que concluyó con una tradición de fuerte presencia estatal en el sector. Argentina tuvo necesidad de generar su propia flota mercante durante la Segunda Guerra Mundial, porque había quedado aislada por la batalla de submarinos en Europa. El país se vio forzado a generar su propia red de transporte. Durante el gobierno de Carlos Menem se terminó con eso y prácticamente se liquidaron los buques de la flota. El sector privado local no ha logrado suplir ese faltante debido a los costos elevadísimos. En algunos casos, resulta más barato transportar mercaderías por camión que por barco en el territorio nacional.
Por Carlos Lamiral
(fuente: ambito.com)