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¡Y Alcira tenía razón!: Tratando de desentrañar las cosas de Trump

Por Luis Alejo “ToTo” Balestri

No poder encontrar alguna explicación que me explique lo que está pasando en el mundo y en mi Argentina, es algo que me carcome el alma. Necesito conjeturas, conversar sobre ellas y discutir y si podemos encontrar escenarios que pueda permitir un pensamiento estratégico.

No hubo sorpresas en el anunció de Trump de la semana pasada. Ya lo había intentado en su primer gobierno y lo anunció en la última campaña. Pero si impactó lo masivo de sus políticas ya que su propuesta anterior había sido más selectiva.

¿Adónde pretende ir el presidente norteamericano? Complejo, falta de datos, incertidumbre. Vinieron días de radio, algo de prensa, mucho de streaming, porque todos transmiten de ese modo y algo de TV por las noches buscando información sobre las medidas para tratar de explícame la situación.

Una vez más encontré frustración. Un periodismo liviano, poco profundo, lleno de subjetividades, entre las cuales la figura de Trump aparece desdeñada, acusaciones de ser de derecha, reclamos a la izquierda y me atiborré de palabras sin sentido y con poco pensamiento. El periodismo actual confunde en vez de informar. Todos se creen estrellas y hasta al pinche de un programa se le da por editorializar. Sé que lo culpa no es solo de quienes están ante las cámaras, pues se les exige que llenen tiempos hablando y se les suele marcar una línea. Me acordé entonces de viejos conocidos y los busque por las redes para ver como veían la situación.

Las barbaridades escuchadas me llevan a reflexionar sobre lo metodológico. Coincido con Walter Formento que estamos en una crisis metodológica, donde la complejidad de la realidad pone todo concepto en crisis. Hace mucho que sostenemos que las categorías de derecha e izquierda no explican nada y, por el contrario, confunde. Pero todos, periodistas y politólogos, peronistas, progres y libertarios, todos hablan de ella. Incluso, decía Walter, hay que revisar la vigencia del concepto de Estado Central, pues quizás, globalización y crisis de por medio, ya no exista más.

Como cada crisis anterior, es un tiempo de paciente lectura, de análisis y observación de la realidad; de búsqueda de nuevas categorías que permitan explicaciones más claras para poder diseñar estrategias. En la búsqueda de explicaciones volví a encontrarme con viejos conocidos como Walter Formento o Gabriel Fernández, en el conocimiento de China de Vaca Narvaja y me sorprendió la lectura de un nuevo autor como Christian Cirilli que no conocía.

Y en esta construcción me vino el recuerdo y el nombre del escrito. ¿Por qué Alcira tenía razón? Me acordé de la incertidumbre que me había invadido tiempo después del derrumbe soviético y las necesidades de explicaciones que encontré en Alcira Argumedo, pues de ella se trata. Allá por los primeros años de los 90 veía todo negro, con el peronismo que me explicaba todo transformado en un partido del sistema y un gobierno neoliberal cuando me avisaron que venía a dar una conferencia a Pico, donde residía por aquel entonces.

Recuerdo que explicó las razones de la caída del muro de Berlín y demostró que a pesar de la jactancia de sostener que había llegado el fin de la historia, había sido un triunfo a lo Pirro y desde la enorme deuda que habían generado y de la incapacidad de sostener en ejercito global, el gigante del norte americano estaba tocado.

En un primer momento me carcomió la duda pues los vencedores de la guerra fría comenzaron a construir su proyecto: la globalización, el mundo uno. Antes de fallecer Perón nos había advertido de la tendencia universalista, pero que su orientación dependía si nos encontraba unidos o dominados. Las usinas ideológicas del norte y los medios comprados por las corporaciones sumaban a la creencia del discurso único y vencedor.

Pero es sabido que la soberbia no es buena consejera. A mediados de la década empezó a avizorarse la resistencia. Y las crisis económicas que siempre se producen cuando la ideología liberal retira a los Estados de sus funciones anticíclicas hicieron el resto. Una crisis por aquí, otra por allá y al final, saz: ¡pegó en el centro!

La crisis 2007/08 puso de manifiesto que el proyecto globalizador no era único. Dentro de los mismos Estados Unidos había un proyecto alternativo. Los demócratas, con Clinton a la cabeza, impulsaban la globalización sin naciones y empezaron a probar alianzas para avanzar a un gobierno global único. Primero el G7, después el G7 + 1 que abandonaron cuando Putín mostró sus cartas; fueron entonces al G 20 y todos se empantanaron. El Foro de Davos fue la construcción más importante de esta propuesta globalizante. La Organización Mundial de Comercio, surgida en los años 90, y el viejo FMI, reformulado a las nuevas necesidades en la década del 80, son las herramientas reguladores de la globalización. El ejército norteamericano y algunos aliados en la OTAN se transformaron en los gendarmes del mundo que debían aplastar intentos diferentes

El proyecto alternativo se había generado al amparo de los republicanos, los fabricantes de armas, algunos laboratorios y algunas petroleras. También sostenían la globalización pero con supremacía norteamericana. Solo se hizo visible en el marco de la crisis pues esas contradicciones significaron la caída del Lehman Brothers. Pero duró poco.

En el marco de la crisis económica y de la contienda de demócratas y republicanos irrumpió un empresario extrovertido, impertinente e irrespetuoso. Con un modo diferente de hacer política. En Estados Unidos no hay margen para un tercer partido, razón por la cual decidió competir por adentro de los republicanos y los venció. Fue más duro y cruel que el Club del Rifle, pero parece que la sociedad norteamericana esperaba algo así. Después también le ganó a la Clinton.

Trump significo el advenimiento de un tercer proyecto político en Estados Unidos. Formento indica que también responde a una oligarquía financiera, pero de carácter local. Sostenía que el libre comercio de la globalización los había dañado porque significó la deslocalización de las industrias norteamericanas a enclaves esclavistas y que esto agrandaba los déficits gemelos y debilitaba la posición.

En forma paralela a la caída norteamericana, Rusia había recuperado sus sueños de grandeza y al verse cercado por su viejo enemigo comenzó a reaccionar. Del mismo modo, los chinos habían desarrollado una industria competitiva que surgió de la alianza de empresas privadas con el Estado Chino. Era tan competitiva que China se transformó en adalid del libre cambio y arrasaban en muchos mercados.

Contra la caída estadounidense y la emergencia de China y Rusia surgió el primer gobierno de Trump. Su proyecto confeso es recuperar viejas capacidades industriales y para eso comenzó a aplicar viejas recetas de un nacionalismo precario, como dijimos central y oligárquico. Nada que ver con el nacionalismo liberador de los países periféricos que encarnó el Peronismo.

Pues bien, contra eso reacción el primer gobierno de Trump. Sus políticas, basadas en un proteccionismo suave permitieron recuperar algunos puestos de trabajo, pero sobre todo creó la ilusión que podía ser factible. El año pasado, frente a los riesgos de la guerra que impulsan los demócratas y las incapacidades manifiestas de Blinden, ganó de un modo abrumador. Como dice Todd, la democracia occidental está dejando de funcionar y el castigo le dio a Trump mayoría en ambas cámaras.

Ya en gobierno, todo parece indicar que su proyecto es el mismo. Insiste en recuperar capacidades industriales evitando las importaciones que vienen del principal desafiante por la hegemonía global y forzando a la relocalización-

Pero cambio el eje de la política. La contienda pasada estaba más centrada en China y haciendo hincapié en lo tecnológico- Con poco resultado buscaba evitar que lo superen, recuerden todas las sanciones a Huawei. Eran tiempos donde la mayoría de los proveedores tecnológicos de ambos contendientes se habían localizado en el lejano Oriente.

Aquel choque de hace algunos años advirtió a China que sin alharacas y planificando como siempre consiguió en poco tiempo autoabastecerse de estos elementos. Cosa que hemos sabido hace poco tiempo cuando presentaron su modelo de inteligencia artificial y todo chino.

El eje político actual, sin desdeñar lo tecnológico, como dijo Vaca Narvaja apunta más a lo monetario.

¿Por qué lo monetario? La estructura del poder mundial diseñada en los años 70 que fue la base del proyecto de la globalización era el uso del dólar como patrón monetario. Después de haber conseguido el respaldo de los petroleros, todo se pagaba en dólares, a pesar que no tenían ningún respaldo.

Recomiendo la lectura del capítulo del libro de Varoufakisdonde habla como se gestó este proyecto y cómo funcionaba con el retorno de capitales para invertir en el mercado financiero y en bienes.

La globalización estaba basado en esos juegos financieros donde los mayores beneficios provienen del propio dinero y no de la producción. Desde esos centros gobiernan las principales cadenas globales de valor que van produciendo bienes desde distintos lugares del mundo. El imperio financiero aparecía respaldado por un gendarme global, partes de las fuerzas armadas de Estados Unidos que planificaba movimientos geoestratégicos buscando aislar a quienes se mostraban ariscos. Financiaron terroristas en muchos lugares del mundo y desde la llegada de Putín iban tendiendo un cerco sobre Rusia. El proyecto globalizador encarnado por los del partido demócrata es la guerra. Obama, ridículamente premio Nobel de La Paz, la había llevado a todos los rincones. Trump ya había comenzado el repliegue en su gestión anterior. Biden permitió llevar el conflicto a lugares que Rusia no toleró. Ucrania es el caso.

Fue en el marco de esa guerra donde cometieron un error impensado. Al igual que con otros países, recurrieron a las sanciones económicas y entre ellas decidieron sacarlo del sistema de intercambio global de dinero que permite el pago entre naciones. Es el llamado sistema Swift, una red de comunicaciones bancarias  que permiten enviar y recibir mensajes financieros: pagos y compensaciones.

Los países que conforman los BRICS y apuestan a la construcción de un mundo multipolar que reemplace la globalización, viendo la debilidad monetaria venían hablando de comercializar en reconociendo monedas locales. La sanción a Rusia los obligó a avanzar en ese proyecto. Primero se sumó China y después otros países que habían hecho caso omiso a las presiones globalistas. Y sorpresa ¡se podía vivir fuera del sistema financiero globalizador¡

La prueba exitosa motivo a avanzar. Ya con Trump gobernando lanzó el Yuan digital y el sistema resultó tan confiable como el Swift, pero mucho más rápido (se acredita un pago en unos minutos mientras que en el sistema occidental puede llevar más de un día), ahorra comisiones y es mucho más barato. El dólar quedó tocado.

El golpe de gracia fue la cumbre BRICS de Kazan que tan poco reprodujeron nuestros medios. Los países miembros y los adherentes que participaron de la reunión acordaron crear una moneda multilateral. Era el fin del monstruo financiero que habla Varoufakis. Y habría que avisarles a muchos periodistas que el derrumbe no es de Bretton Wood pues ese acuerdo lo sepultó Nixon.

Lo único triste de esta narración somos nosotros. Argentina con su impresentable presidente se transformó en el gran desertor. Dice Cirilli “un golpe al dólar haría estallar por los aires la seguridad nacional de los Estados Unidos. Es el talón de Aquiles del imperialismo americano. Sin esa capacidad eterna de endeudarse y expulsar su inflación hacia el ambiente, el impero no puede extenderse con su presupuestos inflados, bases militares, flotas extensas y guerras inagotables”.

La propia Casa Blanca reconoció la situación al justificar los aranceles generalizados pues habla de una emergencia económica y financiera. La Nación que en los 90 había impulsado la globalización y teñido de ideología liberal el normal proceso de universalización, que había presionado para que se caigan las fronteras, se acabe el Estado Nación e impere el libre comercio entró en una etapa de aislación mediante la imposición de aranceles a todo el mundo. (Nadie lo dijo pero en el listado parece que hasta figuran nuestra Islas Malvinas, claro que como Falkland y con un arancel superior al 50%).

Comenta Cirilli que buscan atacar “la amenaza planteada por el déficit comercial” y tratar de obtener superávits que le permita “liberarse de la escandalosa deuda pública estadounidense, que ya ronda los 36 billones de dólares”. Y vale aclarar que es lo que más ruido hace, pero no fueron solo aranceles el modo de atacar el déficit gemelo. Trump no se animó a desarticular la OTAN, pero abandono su liderazgo y su financiamiento. Tambiéncomenzó a desarmar un montón de agencias preparadas para intervenir en el mundo. ¿Se terminarán los golpes de Estado impulsados desde el país del norte?

Todo esto llevó al autor citado a afirmar que “Trump está en los pies de Gorbachov, en 1969, cuando aceptó minimizarse dejando a los regímenes comunistas de Europa Oriental y otros aliados en el mundo”. SI bien es cierto que como la tortuga se metió dentro de su caparazón en 1989, el proceso había comenzar años antes, en 1986 cuando dispuso un programa llamados el Perestroika, la reestructuración del sistema. Recuerdo que nos explicó Alcira que el desafío del escudo satelital evitaba un contrataque y los soviéticos, que hasta la llegada de Reagan crecían a una tasa del doble de la norteamericana, se vio compelida a realizar el esfuerzo. El estado del comunista real no soportó y al borde del colapso comenzó su achique.

Pues bien, Trump anunció su perestroika vía aranceles y preanuncia la retirada del imperio a su zona de seguridad, hasta donde le da el cuero. Pero no es su principal objetivo, como indica Cirilli y se demuestra con su suspensión por 90 días para negociar, el propósito es que los acreedores de Estados Unidos acepten reestructurar su deuda, buscando correr amortización y bajar o eliminar intereses.

El ensayista cree que se propone emitir nueva deuda para canjear por la anterior con bonos cero, es decir, sin la obligación de pagar intereses y por un plazo de 100 años para liberar la balanza de pagos de la carga que significa la deuda. La aceptación de esta exigencia implicaría sacar el arancel y sostener el paragua de la seguridad estadounidense.

Y refuerza su planteo con otra conjetura más que deduce de la insistencia de Estados Unidos en la búsqueda de “tierras raras”. Induce que detrás de ese objetivo está la intención de atar su moneda a estos minerales críticos, tan estratégicos en el futuro. La fortaleza anterior que estaba atada al petróleo la reemplazaría por esta nueva referencia.

En síntesis, las idas y vueltas de Trump y sus aranceles no son medidas desesperadas sino que responden a la intención de instalar, con situaciones anárquicas producto de la propia personalidad de presidente, un nuevo proyecto para Estados Unidos que evite su colapso como ocurrió en la Unión Soviética.

La profecía de Alcira Argumedo se estaría cumpliendo y los senderos se parecen. Gorbachov fracasó en su intento. La suerte de Estados Unidos está en juego. Las posibilidades del fracaso son altas, pero ya nada será igual. Triunfe o fracase estaremos caminando hacia otro mundo con más multilateralismo. Si Trump sale bien, será uno más. Si Trump fracasa vaya a saber cuáles serán las consecuencias.

La incertidumbre sigue siendo alta, pero el análisis nos da argumentos para construir escenarios probables y discernir estrategias. Es lo que hizo el último Perón con su “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional”, un ejercicio de prospectiva para preparar esos cambios. Lo triste, lo lamentable, que estamos ausentes de este juego. No hay alternativas políticas para estos escenarios. No los tiene Milei, pero tampoco lo he visto en nuestro dirigentes. Con tristeza veo como la dirigencia de nuestro PJ está pensando en como raspar a uno de los pocos dirigentes con capacidades e intenciones de votos en vez de pensar estratégicamente.

Una vez más el mundo nos está indicando la necesidad de regresar a Peron. Y no estoy diciendo a la doctrina aplicada en el 46 o la del 73. Regresar a Perón es volver a pensar estratégicamente y hacer ejercicios de prospectiva política para saber como jugar.

(1)  Luis Alejo “Toto” Balestri. – Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Córdoba (España).- Contador Público por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). – Diplomado en Relaciones Internacionales por la Círculo de Legisladores del Congreso de la Nación Argentina y el auspicio de la UBA.

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