Por Cr. Gustavo Solanas, Lic. Fernanda Caffa y Lic. Belén Gómez –
Durante los primeros días del mes de diciembre en el año 2016, en la ciudad de Córdoba, 3 profesionales de Concepción del Uruguay, Cr. Gustavo Solanas, Lic. Fernanda Caffa y quien les habla, todos docentes e investigadores de UCU y UTN, asistimos al I Congreso de Economía Verde del país, bajo el lema Conciencia y Acción.
El encuentro fue organizado por el Gobierno de la Provincia de Córdoba junto con la Fundación Advanced Leadership y en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo.
Se trató del Primer Congreso de Formación de Líderes de América Latina en la temática. Precisamente, esta idea nació con el objetivo primordial de concientizar a la sociedad, a las instituciones y a los gobiernos sobre la importancia del desarrollo sustentable de una forma innovadora.
Durante dos días, el Congreso recibió a ganadores de Premio Nobel, oradores prestigiosos del mundo entero y 300 participantes (seleccionados entre 3.500 postulantes de todo el país) para debatir y formarse sobre la concientización en el concepto de sustentabilidad, cambio climático, medio ambiente y energías alternativas, entre otros temas.
Luego de este Congreso, asumimos el compromiso de comunicar, transferir y multiplicar el conocimiento sobre la temática en nuestros respectivos claustros docentes y hacia la comunidad toda en su conjunto.
Ahora bien, ¿vale la pena difundir y promover una economía verde, un desarrollo sustentable? ¿Qué significan? Y para responder a estas preguntas es preciso antes saber en qué mundo vivimos?
- El 1 % más rico concentra más del 50% de la riqueza del mundo
- Es decir que existen personas con fortunas individuales que superan al PBI de los países
- Si quieren verlo en un sentido más gráfico, un colectivo que transporte las 62 personas más ricas del mundo, está transportando la mitad de la riqueza de todo el planeta. Hace 6 años necesitamos un avión para transporte a ese grupo que nuclea el 50% del país, grupo que no estaba conformado por 62 personas sino por 388.
- Si lo analizamos a razón de países, EE.UU., China, Japón, Alemania y Reino Unido generan el 55% del total del PBI (75 billones de dólares)
- Pero no sólo hay una desigualdad e inequitativa distribución de la riqueza, recordemos que no es lo mismo hablar de Equidad que de Igualdad (Igualdad alude a una misma cantidad, equidad es igualdad de oportunidades).
- Además hay desequilibrios en el consumo. Tenemos un mundo que puede alimentar a 13 mil millones de personas pero que tiene a la mitad de su población padeciendo hambrunas (sepamos que hoy habitamos el planeta 7 mil millones de personas).
- El 10% de la población mundial vive en países con excedentes alimenticios, es decir, que es la solución para la alimentación del 90% restante
- Hay 500 millones de hectáreas de tierras fértiles no utilizadas para la producción agrícola, con la discusión incluso respecto de si las oleaginosas por ejemplo serán utilizadas para la producción de comestibles o de energía (como biodiesel).
- El 40% de la comida producida nunca llega a los mercados y alrededor de 1,3 mil millones de toneladas de alimentos se desperdician cada año.
- En conclusión: la humanidad consume 1,5 planetas al año, en términos de los recursos naturales usados para proveerse de bienes. El año pasado, para el 08 de Agosto nos habíamos consumido toda la capacidad que tiene el planeta para proveernos de recursos, el resto del año consumimos a fiado. No le damos tiempo al planeta para que se regenere.
- ¿Qué más podemos decir? El 2016 fue el año más caluroso de la historia y los efectos sobre el cambio climático o calentamiento global son visibles.
Frente a este escenario, emerge la Economía Verde, una propuesta alternativa y sostenible de hacer negocios. Una Economía, partiendo de ésta como una ciencia social, aunque muchas veces lo olvidamos, que tiene como propósito el bienestar humano y la equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica.
¿Y qué están haciendo por ello los gobiernos en todos sus niveles (local, provincial, nacional y regional), las empresas y las diversas organizaciones? Están tomado decisiones y efectuando acciones.
Se han reunido, por ejemplo en Río+20 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible o en la Cumbre de París 2015 Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático específicamente, sumando y manifestando voluntades públicamente, pero además han incrementado sus inversiones destinadas a las energías limpias, de hecho el Gobierno argentino ha declarado el 2017 como el año de las Energías Renovables. Y hasta el Papa Francisco ha escrito su Laudato Si, su segunda encíclica, centrada en nuestro planeta y su protección.
¿Pero hay unilateralidad? No, de hecho hay posturas como las del actual Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien no cree que el cambio climático esté producido por el hombre y se ha comprometido a «cancelar» el Acuerdo del clima de París porque, según dice, es malo para los (negocios) estadounidenses. Siendo Estados Unidos el segundo país por número de emisiones de gases de efecto invernadero, solo después de China.
En el caso de las Empresas, también están trabajando por la consecución de un desarrollo sostenible, es decir por un equilibro entre crecimiento económico, una armonía social y un respeto por el medio ambiente, es decir, estamos ante nuevas formas de gestión empresarial que promuevan modos de producción sustentables. ¿Por qué? Porque las empresas se han dado cuenta de que las operaciones diarias de las mismas impactan, afectan a su comunidad más próxima, comunidad que les brinda sus trabajadores y que a su vez compra sus productos. Esto las ha conducido a desarrollar acciones de Responsabilidad Social con sus empleados, sus clientes, sus proveedores, el medio ambiente, como con la sociedad en general. Comprendiendo precisamente que la Responsabilidad Social Empresaria alude precisamente el impacto total de la Empresa en la Sociedad, por encima del cumplimiento de la ley.
¿Y las empresas y los gobiernos están convencidos de estas acciones responsables? Por un lado saben o están aprendiendo que ser responsables es positivo en términos económicos, ya no se perciben estas erogaciones como gastos sino como inversiones; pues el uso eficiente de los recursos naturales y energéticos y la reconversión o aprovechamiento de los desechos para preservar el medio ambiente significa en el largo plazo un ahorro económico, por otra parte procurar un ambiente laboral saludable motiva a las personas a ser más productivas. Pero además, en el mediano plazo, tal vez no haya otra ruta por tomar que hacer las cosas de un modo correcto; las nuevas generaciones basan sus decisiones de consumo en estos patrones de conducta por parte de las Empresas y de la misma manera eligen o pretenden elegir a sus representantes políticos o por les exigen mantener en agenda estos postulados, al mismo tiempo que otorgan licencia social a las Empresas para funcionar en una localidad.
Por citar algunos ejemplos; las principales cadenas de supermercados en Europa, muchas de ellas aquí en Argentina, auditan a sus proveedores y si son responsables socialmente compran sus productos; existen Organizaciones internacionales que se dedican a controlar incluso los vínculos de las grandes empresas internacionales e identifican y exponen la contratación de proveedores que ejercen violaciones sociales y ambientales o son las mismas empresas las que revelan malas condiciones laborales para sus empleados.
Son sólo algunas reflexiones que proponemos, pues como fuera el lema del Primer Congreso de Economía Verde del País, debemos procurar la Conciencia y luego la Acción. Seamos conscientes de que las organizaciones son construcciones sociales, están conformadas por nosotros, por lo tanto el cambio comienza por nosotros, siendo más responsables en los diferentes roles que ejercemos a diario, como hijos, como parejas, como hermanos, como empleados, como líderes, como profesionales, como ciudadanos. El mundo, al menos hoy, es nuestra única casa. “No hay Plan B porque no hay Planeta B”, nos dice Ban Ki-moon, ex secretario general de las Naciones Unidas.