Por Aida Toscani “Marisa” –
En el escenario de la realidad histórica, hasta los finales del siglo XX, la mujer no jugó un papel protagónico. Joan Scott una pionera en Historia de mujeres, lo relaciona con la política, pues el ocultamiento responde a los juegos del poder masculino y al afianzamiento del modelo patriarcal.
En la Argentina Lily Sosa de Newton abrirá una huella en ese modo de hacer Historia, a partir de publicaciones como Las Argentinas de ayer a hoy, en 1967. Otro libro de su autoría y fundamental para conocer la trayectoria de mujeres, en los más diversos campos de acción es Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas, publicado en 1972. De ese texto se han extraído los datos que descubren la vida de una mujer pionera en la investigación sobre el cáncer. Ella, que investigó a la par de su esposo, el Dr. Ángel Roffo, quedó mucho más oculta, en ese juego de luces que dominan el escenario histórico y que se manejan desde algún espacio de poder.
La Historia comienza en Concepción del Uruguay (Entre Ríos), transcurre el año 1883, cuando nace Helena Larroque. La niña era nieta de Alberto Larroque, el prestigioso educador y jurisconsulto francés, que fuera rector del Colegio del Uruguay a partir de 1854. El progenitor fue Alberto M Larroque, también prestigioso abogado. Ambos estudiosos, influyeron sin lugar a dudas en la rica formación cultural de Helena. Esta completó sus estudios de manera brillante y con dedicación se abocó al conocimiento de las ciencias naturales, biológicas, la historia y la filosofía. Tras finalizar esa etapa, ingresa a la facultad de medicina hecho inusual para la época donde la mujer ocupaba espacios muy restringidos en cuanto a niveles educativos terciarios o universitarios.
A lo largo de tres años cursó la cátedra de anatomía patológica que dictaba el profesor Telémaco Susini. Allí conoce a Ángel Roffo con quien compartió un apasionado interés por la investigación científica. Las notas de Helena obtenidas a lo largo de la carrera eran excelentes y mostraban una profunda vocación por la tarea médica. El promisorio destino que se vislumbraba, de la joven uruguayense, se vio tronchado al enfermarse de fiebre tifoidea, motivo por el cual no pudo obtener el título de medicina. Ángel Roffo en tanto se doctoró con una tesis que trataba sobre el cáncer.
Helena Larroque y Ángel Roffo se casan. Ella colaboró de manera permanente en las investigaciones que su esposo realizaba y continuó con los estudios en física-química e histopatología, perfeccionando sus técnicas.
El matrimonio tuvo un hijo y Helena debió distribuir sus actividades entre la atención a la familia y a la investigación.
La pareja realizó viajes de estudios a Europa, lo que permitió a Helena trabajar con Madame Curie en Francia.
De regreso a Buenos Aires los esposos fundaron el Instituto de Medicina Experimental que en la actualidad es el Instituto Oncológico Dr. Roffo.
Para acompañar la tarea de investigación Helena crea la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer, entidad a la que dedica mucho tiempo y enormes energías, para acompañar desde lo más profundo de su humanidad a quienes padecía esa enfermedad. Era una mujer de un espíritu incansable y su tiempo lo dedicaba a colaborar en diferentes asociaciones de bien público.
Cuando estaba por dictar un curso sobre puericultura en la Asociación Cultural de Villa del Parque, por ella fundado, fallece víctima de un ataque el 19 de febrero de 1924.
Una calle de Buenos Aires lleva su nombre y hay una estatua suya en la Facultad de Medicina, muy pequeñas memorias en tan enorme trajín de mujer.
Nota publicada por la revista La Ciudad el 9/2/2017