CulturaLocales

Un anhelo antiquísimo: El independentismo catalán y su impronta en Entre Ríos

 

 

Masramon 10002El recordado profesor Masramón

Por Alfredo Guillermo Bevacqua

Es un tema de actualidad, que fue abordado hace 54 años por el desaparecido y muy apreciado historiador, profesor Alberto Jaime Masramón, en una publicación de la revista Presencia de los cursos del Profesorado de Paraná. El profesor Masramón fue docente en el profesorado de nuestra Escuela Normal

Pese a la feroz represión policial el pasado 1º de Octubre, el 90 % de los sufragantes en Cataluña, votó a favor de la Independencia de la región, desatando la ira del gobierno español, encabezado por Mariano Rajoy.

Esta expresión independentista catalana no es la decisión oportunista  de un gobierno de turno. Es un sentimiento arraigado en el trozo de esa península con forma de “piel de toro”, bañada por el Mediterráneo, lago de cultura y en la antigüedad, camino al oriente. Quienes fueron brutalmente agredidos eran la voz que expresaba  la eternidad de un sentimiento de ser república, jamás abandonado.

Miguel de Unamuno en 1918 decía “que no puede haber dos ciudadanías” y predecía “…Cataluña ha de acabar, y muy pronto, por separarse del todo del reino de España y constituirse en Estado absolutamente independiente”.

Aquí en Entre Ríos

En 1962, a poco de recuperarse los cursos del Profesorado en la Escuela Normal, que contó con un excepcional cuerpo docente, un grupo de ellos, encabezados por los profesores Roberto Angel Parodi (Literatura) y Alberto Jaime Masramón (Historia),  contando con la colaboración de los docentes del establecimiento  Héctor  Izaguirre, Manuel  Macchi,  Miguel  Gregori, Oscar Urquiza Almandoz,   Hugo  C. Petrone, Juan J. Miró, Carlos Cufré, entre otros,  lanzaron la Revista Ser.

SerUn número de la revista Ser

Era la vibrante exposición de vitalidad y capacidad intelectual de una generación docente que se manifestaba desde el interior, sin otro propósito, que no fuera el de compartir conocimientos y su arte.

Es válido traer a colación la anécdota que cuenta el profesor Héctor C. Izaguirre. En los primeros días de 1963,  se encontró en la capital provincial con un docente del Instituto del Profesorado de Paraná, establecimiento con muchos años de vigencia y un extenso recorrido en el ámbito cultural que  le dijo: “En el Instituto queremos invitarlos a Parodi y a vos para que nos expliquen como hacen para editar la revista  Ser.” La respuesta fue: “Muy sencillo, no esperamos solo ayuda oficial, recurrimos a empresas, industrias y al aporte de los propios docentes para hacerlo; además hay empresas y comercios que se siente orgullosos de colaborar en un proyecto cultural”. Lejos estaba aquello de perseguir un interés pecuniario; solo la decisión de exponer conocimientos, de visibilizar la inquietud, curiosidad  y vocación que los animaba.

La respuesta no tardó en llegar; poco después,  en setiembre de 1963, aparecía en Paraná, editada por el Instituto del Profesorado la revista Presencia, bajo la dirección del reconocido historiador Facundo Arce. En ese primer número hubo una generosa participación también de docentes de nuestro profesorado: Roberto Angel Parodi, publicó “Correlación y Paralelismo en la Poesía de Bernárdez”; Manuel E. Macchi “Urquiza en algunos aspectos de la economía nacional” y Alberto Jaime Masramón , “Las tendencias separatistas de Cataluña” (Aquí debemos agradecer la colaboración de la joven estudiante uruguayense Camila Montesino Mársico para obtener el material del nº 1 de la Revista Presencia).

Es este último trabajo el que queremos rescatar explicando que el separatismo catalán es un anhelo de siglos, pero que también tiene que ver con la actitud levantisca de los entrerrianos que no se sometieron al centralismo porteño, lo combatieron y fueron decisivos en la tarea de darse una república. Seguidamente el trabajo  del profesor Masramón.

Quien fue Masramón

Había nacido en Paraná en 1923, obteniendo en el Instituto del Profesorado de Paraná el título de profesor de Historia. Restablecido los cursos del profesorado en la Escuela Normal “Mariano Moreno” de Concepción del Uruguay, se incorporó al mismo para dictar las cátedras de Arqueología, Historia de España, Historia de Grecia, Historia de Roma y Disciplinas Auxiliares de la Historia.  Fue un apasionado de la Historia, trasmitido en sus escritos de prosa cuidada y poética y  supo crear una singular corriente de afecto con sus alumnos.  Seguidamente transcribimos el artículo aparecido en el nº 1 de la Revista Presencia

Las tendencias separatistas de Cataluña

Por el profesor Alberto J.Masramón

En el ángulo nordeste de la península ibérica está enclavada la heroica Cataluña, con sus provincias de Barcelona, Tarragona, Gerona y Lérida. Se extiende desde los Pirineos orientales mas debajo de la desembocadura del Ebro; desde el el Noguera-Ribargozana hasta el Mediterráneo.

En el limen están los Pirineos, donde las estaciones pierden el poder; sus nieves desaparecen y vuelven, alternativamente, en tanto el sol, sube y cae. Lo inmutable es la roca que con su mediana altura abarca el espacio. Es como si una mano le hubiera dado forma para jugar la luz y realzar lo penetrante de su curvatura. No hay vida. Toda flor peligra, cual mariposa sin sustento.

Mas acá, transformando la escena, el litoral del Mediterráneo. La belleza natural, el ilimitado paisaje, el suave azul del cielo, las entrantes y salientes rocosas, han dado en llamar a la región superior de Cataluña, “costa brava”, nombre literario –claro está-, pues contrasta con su clima suave, subyugante, notable. Es el juego maravilloso del colorido de la naturaleza con su abanico disimil de gamas: arenas doradas por el sol, calas formando pequeños abrigos en la amplitud de su litoral, pinos que alcanzan los acantilados, aguas transparentes que dejar ver su fondo rocoso y abrupto.

Las huellas del pasado se aprecian en las improntas dejadas por diferentes pueblos y culturas: fenicios, griegos, cartagineses y romanos se establecieron en esta zona de suave clima, concretadas en esas reliquias del ayer como Ampurias, Rosas, Tossa del Mar, Barcelona, entre otras.

Barcelona es la capital de Cataluña. Segunda ciudad de España, después de Madrid, fue fundada –según creencia- por Amilcar Barca quien le diera su nombre: Barcino. Augusto hizo de ella una colonia lánguida, mientras los visigodos le otorgaron preminencia. En poder de los moros, fue liberada por Luis “el Piadoso”, para seguir creciendo. En testimonio está su bello parque, uno de los mas hermosos de Europa; la Catedral construída por orden de Raimundo Berenguer “el  Viejo” y la notable iglesia de Santa María del Mar.

Independentismo desde el fondo de la historia

Iberos, fenicios, griegos, cartagineses y romanos escribieron, pues, las primeras páginas de la historia de Cataluña. En el siglo V recibió a los bárbaros y en el VIII a los árabes, que el pueblo rechazó con energía. Desde fines del siglo IX formó un condado independiente fundado por Wilfredo “el Velloso”. En el XII, siendo conde Barcelona, Ramón Berenguer IV, lo unió a Aragón y al enlazarse este reino con el de Castilla en 1479, transformó a Cataluña en región hispana.

El condado de Wilfredo fue símbolo de soberanía. Llegó a su cumbre porque se proyecto hacia lo trascendente. Con Berenguer IV el espíritu separatista comenzó a desvanecerse, como si  España sacudiera su cetro y le arrebatara su brillo. Casado con una tierna niña de dos años de edad, hija de Ramiro II, dejo su título de conde para tomar el de príncipe y dominador de Aragón. Pero a su muerte en 1162 –nos informa Salvador de Madariaga- Ramón V, su heredero, se coronó rey de Aragón con el nombre de Alfonso II (I de Cataluña). Este es el momento que Cataluña se convierte en Aragón. Es natural que los historiadores catalanes deploren este cambio de nombre.

El condado de Barcelona había sido la fuerza impulsora de la federación. Cataluña, que dirigiera su mirada a lo perdurable asistía al fin. Mas, sus hijos, estaban dispuestos a defender palmo a palmo el regionalismo producto de la rebeldía de la raza. Fue absorbida por Aragón, pero en el fondo permaneció latente la idea de independencia.

Un remolino trágico

Lo que vamos a relatar data de ese ampuloso período, cuando España luchaba por su unidad, cuando Aragón estaba en manos del hábil Juan II, mientras Castilla languidecía con el débil Enrique IV “el Impotente”. Las líneas del desarrollo de los reinos cristianos iban hacia la cumbre mientras la curva mora frisaba el ocaso. Sin embargo, el remolino trágico resonaba en medio de las victorias contra los herejes y las azarosas luchas que con aventuras y calamidades , permitieron una vez que las cumbrs de las torres de los reinos de Castilla y Aragón se amalgamasen, por otro lado, ab rían brechas en las familias cristianas y el odio se infiltraba de tal modo que un padre desnaturalizado como Juan II hizo hacer su peso sobre lo que otrora fuera su esperanza: si hijo Carlos, el príncipe de Viana.

Muy próximo a su muerte en 1410, Martín “el Humano” de Aragón, que no dejaba heredero, fue preguntado por las cortes sobre recaería el trono: “se adjudique al que en justicia corresponda”, fue su respuesta. Por el Compromiso de Caspe resultó electo en 1412 el príncipe de Castilla Fernando de Antequera, hijo de Juan I. Casado con Leonor de Alburquerque tuvo por sucesores a los Infantes de Aragón, dos de los cuales le siguieron en el reino: Alfonso V (1416-1458) y Juan II (1455-1479).

Juan II, rey de Navarra y luego de Aragón, estuvo casado con doña Blanca. A la muerte de ella debía heredar sus estados su hijo don Carlos, a quien su abuelo había otorgado el título de príncipe de Viana con el caserío de esa villa. Por testamento de doña Blanca estipuló que Carlos no debía tomar el reino de Navarra en vida de su padre, a no ser por autorización de este.

Al enviudar, Juan II casó con Juan Enríquez, hija del almirante de Castilla quien se encargó de distanciar a su esposo del príncipe. Se engendró la guerra civil, sostenida por dos bandos irreconciliables: los Beamonteceses, partidarios de Carlos y los Agramonteses, admiradores del rey. Los sucesos se complicaron por las ambiciones de Leonor, hermana menor del príncipe, casa con Gastón IV conde de Foix y doña Blanca, primera esposa de Enrique IV “el Impotente”.

En la batalla de Aibar (1451) el príncipe de Viana fue vencido y hecho prisionero. Don Carlos y el condestable de Navarra, Luis de Beaumont fueron trasladados a Aragón. Al reconquistar la libertad, el príncipe de Viana fue desheredado por su padre, conjuntamente con doña Blanca. El joven prosiguió la lucha siendo varias veces recluido. En todas las ocasiones mediaron la cordura del pontífice español Calixto III y de Alfonso V de Aragón.

Don Carlos

La muerte de su tío don Alfonso marcó una nueva etapa en la vida del desdichado Carlos. Perseguido, se refugió en el monasterio de Benedictinos de Sicilia. Al salir, tiempo después, obedeciendo a su padre marchó a Mallorca y de aquí – por su cuenta- a Barcelona donde desmbarcó el 28 de marzo del año 1460. Juan II con engaños llevó a su hijo a Lérida donde lo detuvo. Los acontecimientos se precipitaron. “La generalidad –aclara Aguado Bleye- reclamó la libertad del primogénito. Como no la obtuviera se declaró en sesión permanente (20 de enero de 1461) y convocó el somatent, que se congreso al grito de “Viva el rey y don Carlos su primogénito: mueran los traidores que aconsejan mal al rey”.

El espíritu de rebeldía de Cataluña no había muerto. Por eso no perdonaban la inconducta del monarca hacia su hijo. Puesto al fin en libertad, don Carlos fue aclamado por el pueblo de Barcelona. Desgraciadamente murió en forma inesperada. Lo que no desapareció en cambio fue el ansia de lucha de los catalanes. Juana Enríquez que quería imponer a su joven don Fernando vivió horas dramáticas en Barcelona. La generalidad declaró al rey y a la reina enemigos de la república y empezó la guerra por la independencia.

Las tropas francesas de Gastón de Foix al servicio de Juan II se estrellaron contra los bravos catalanes que soñaban constituir un gobierno independiente que no podía ser otra cosa que una república de mercaderes como el de Génova o Venecia.

El individualismo español no quería quebrantarse. El odio echaba al fuego todos los tratados. Cataluña contaba con un ejército de patriotas, tenías armas, barcos y gran espíritu de combate. A Juan II se le prohibió la entrada a Barcelona y a doña Juana se la sometió a dura prueba en Gerona. Debieron ir ejércitos en su socorro y en lugar de intimidarse los catalanes respondieron con  el recurso de la leva o llamamiento general de todos los hombres del principado de catorce años arriba por considerar a Juan II quebrantador de las leyes y de las libertades de su patria. Es ahora cuando los antiguos ideales son plasmados de la forma mas atrevida que ya no se borrarán jamás. La voluntad de combatir acabó inflamándose con una animosidad que no pudo reprimirse.

En escena, el monje Gualbes

Asistimos aquí a la aparición del monje Juan Cristóbal Gualbes. Los catalanes insurrectos, lejos de someterse, viéndose amenazados por el rey y por Gaston de Foix cifraron sus esperanzas en aquel caracterizado personaje que negó –entre otras cosas- el derecho al príncipe Fernando.   Gualbes nació en Barcelona a mediados del siglo XV y era hijo del canciller de esa ciudad Juan de Gárgola. Hombre de extraordinaria cultura filosófica y pedagógica, profesó en el Convento de Santa Catalina Mártir. Fue partidario acérrimo de don Carlos y llegar a acusar públicamente a Juan II de Aragón de filicidio. Consideró lícito deponer al príncipe que despojaba al pueblo de sus garantías; que era lógico levantarse contra los tiranos sin incurrir en nota de infidelidad; que los reyes de Aragón “solo erán señores de Cataluña mientras guardaban sus leyes, constituciones y usajes, según lo juraban antes de ser reconocidos como condes de Barcelona y dejaban de serlo cuando quebrantaban aquellos juramentos y condiciones, quedando la república en libertad de elegir a quien quisiera.

Estos pensamientos tienen importancia capital. Gualbes hablaba con falicidad y profusión y dijo todo lo que correspondía a un espíritu superior como el suyo. Hacía referencia al concepto de soberanía popular, de los derechos del pueblo por lo que Zurita lo califica de “escandaloso y réprobo”. Sin embargo su razonamiento es teológicamnte correcto, repite lo enseñado por Santo Tomás de Aquino en la “Summa” y en el tratado de “De regimine principium” y por el concilio de Constancia al condenar la apología escrita por el francés Juan Petit.

Los sermones de Gualbes son un canto a la libertad y un hermoso antecedente de los derechos del común, que cual trofeo han quedado latentes en la vida íntima de Cataluña. Los hechos posteriores desvanecieron sus esperanzas. Apartado de las ideas republicanas en momento de debilidad eligieron sucesivamente conde de Barcelona a Enrique IV de Castilla, a Pedro de Portugal y a Renato de Anjou. Este último anciano tuvo como jefe militar a su hijo Juan, duque de Lorena de improvisto final por envenamiento (año 1470) cuya oración fúnebre fue predicada en la Catedral de Barcelona por el dominíco Gualbes.

El brazo del hombre había sido abatido por la espada. Cuerpos corrompidos reposando por todas partes. Sólo la miseria de la muerte puede cantar la desolación de la guerra. Guerreros desnudos debilitados por las fatigas, son fermentos de corrupción sobre una alfombra de flores marchitas por la sangre, imagen viva de la miseria.

Cansados de tantos sinsabores, amargados por la desaparición del duque de Lorena y las pérdidas de Gerona, La Bisbal, Castello, Figueras y Barcelona, luego de un pacto honroso Cataluña reconoció su sometimiento a Juan II de Aragón que hizo su entrada solemne en Barcelona por la puerta de San Antonio el 17 de octubre de 1472.

Cinco años mas tarde murió Juan Fernando II. Fernando, heredero de Aragón, Navarra, Valencia, Cataluña, islas Baleares, era ya rey de Castilla por su matrimonio con Isabel la Católica. La unidad de España se había cumplido pero a costa de muchos sacrificios.

Hemos asistido en apretada síntesis al proceso de rebeldía de Cataluña. Esta hermosa región española, patria del mas alto poeta Auxias March (1397-1459) o del mas encumbrado prosista Roie de Corella (1430-1500), al ostentar las luminosas universidades de Lérida, Valencia y Barcelona, no podía acallar para siempre su espíritu de lucha.

Si hay algo que resulta oscuro es el cambio de orientación política en el proceso estudiado. Juan Cristóbal Gualbes, hombre virtuoso, había expuesto públicamente su fe en la República. Mas, los catalanes cedieron al ofrecer el Gobierno al inepto Enrique IV de Castilla, cuyo único antecedentes era el de su reconocida enemistad  a Juan II; paso en falso que ahogó las libertades declamadas y ejercitadas heroicamente.

Cuando en 1621 expiró el pacífico Felipe III, su heredero Felipe IV de dieciséis años fue desconocido por Barcelona reanudándose la guerra, luego de dos siglos de paz aparente. Se demostraba con ello que el ideal republicano de Gualbes había permanecido incomovibles, como se comprobará en 1932 al recobrar su autonomía con el nombre de Generalitad de Catalunya, proclamando su soberanía en 1934. Mas, la guerra contra los nacionalistas le hizo perder la independencia.

Impronta catalana en Entre Ríos

Estas tendencias separatistas de Cataluña configuraron un hecho que nos toca de cerca a los entrerrianos.  Verificado el descubrimiento del Delta, fundada Cayasta, el español que vino a conquistar estas tierras, de Santa Fe, pasó a la Bajada. El elemento étnico integrado en gran parte por vascos y preferentemente catalanes, permanecieron sin mestizarse, enfrentando a la conducta del indómito charrúa. “Conservó en general, todos los atributos que ya tenía en su suelo, entre ellos el personalismo, o sea el deseo de independizarse de todo mando… Es importante tener en cuenta esta circunstancia, porque explica la posición levantisca de los entrerrianos en contra de los gobiernos centrales y en ocasiones autoritarias después de 1810 (1). Por eso las consideramos trascendentes.

Se ha pretendido que la mano vigorosa ya no cierre como la garra del valiente. El ideal es inmolado. Vienen momentos difíciles en que la mirada se hunde en el vacío. Para reencontrarnos, volvamos a escenario de altibajos que en España –como es su propia historia- superando las coronas y reinos, sillares del paso de la insuficiente a lo externo. Buscamos otra vez en su paisaje la razón de ser de su existencia. Enfrentamos a Cataluña, “quintaesencia del Mediterráneo”, según Pla, con sus arenas, su mar, su sol, sus pinos, para que nos hable de su lánguido presente con el lenguaje de reminiscencias de su glorioso pasado.

La hoja de un lirio entre los barrancos caduca en la roca cual ave sin aliento. Pero hay esperanza. La noche va en busca del día; la luz, al encuentro del Cid, paladín de la libertad auténtica. Ese Cid inmortal que cierta vez llegara a vencer a Berenguer Ramón en el primer encuentro venerable de Castilla y  Cataluña, pero que, obrando conforme a su grandeza y respeto, lo libertó con esa mezcla de habilidad y justicia. Es que, como siempre, hay en el porvenir, aunque –conforme a la idiosincrasia catalana- deba renacer el canto de combate atribuido a Santa Teresa de Avila:

Ya no durmáis, ya no durmáis,

   Que ya no hay paz en la tierra…”

Written by
La Ciudad

Periodista Especializado en Tecnología.

Related Articles

LocalesCulturaCulturaEducaciónInterés GeneralObra PúblicaPolíticaSociedad

El 10 de enero regresan las escenificaciones teatrales en el casco histórico

Las Escenificaciones Teatrales “Historias de la Villa Concepción”, en el casco histórico de...

SociedadLocalesPolítica

La ciudad se quedó sin colectivos y el servicio se suspendió sin fecha de regreso

Las empresas prestatarias cortaron el transporte público desde el 24 de diciembre...

LocalesPolíticaSaludSociedad

En el Centro de Salud de La Concepción la atención de Salud Mental creció un 62%

El Centro de Atención Primaria de Salud Municipal de barrio La Concepción...

SociedadLocalesPolíticaSalud

En el año, se recorrieron 20 barrios y hubo más de 7 mil atenciones y 3 mil castraciones

La Dirección de Zoonosis y Sanidad Animal, dependiente de la Secretaría de...