Por Aída Toscani (1) y María Candelaria Churin (2) –
Tadea era una mujer de pequeño porte y bello rostro. Ojos negros, llenos de fuerza y una energía, definida por los historiadores como “poco común.” Sus rasgos nos muestran una personalidad que escapa del arquetipo femenino pasivo, por lo que la historia tradicional ha recurrido a cualidades propias de lo masculino para describirla: su “viril temple”, por actuar con valor, audacia e intrepidez.
El presente relato, sustentado en las herramientas que provee la historia de las mujeres y con un enfoque socioantropológico enriquecido por la perspectiva de género, busca poner en valor a Tadea Jordán. Su trayectoria fue rastreada entre cartas, censos y lo que sobre ella describe la historiografía tradicional de Concepción del Uruguay y Entre Ríos.
A pesar de ser siempre referenciada en pocas líneas, como madre de Francisco Ramírez y Ricardo López Jordán, se logró concluir su activa participación en el poblamiento de la villa de Concepción del Uruguay y en su posterior crecimiento.
Como parte de las familias fundadoras, la identidad de Tadea se forjó en el amor al terruño, que enseñó a defender con vigor; toda vez que la libertad y autonomía del espacio entrerriano fue atacado por intereses hegemónicos.
Así, Tadea junto a sus hijas e hijos entre quienes resaltan las figuras de Francisco Ramírez y Ricardo López Jordán, impulsó acciones en salvaguarda de la entrerrianía avasallada por los intereses de Buenos Aires y Santa Fe.
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La familia Jordán y el origen de la Villa del Arroyo de la China
El asentamiento de los primeros pobladores, a la vera del Arroyo de la China, juega como primera experiencia de ocupación de ese espacio y se inscribe en la lucha entre ellos y propietarios poderosos, como los hermanos García de Zúñiga, dueños de enormes extensiones al sur del río Gualeguaychú. La política de acaparamiento de esos hacendados obligó a las familias a gestionar ante la autoridad virreinal el resguardo de su ocupación y la propiedad de tierras, a fin de legitimarse como dueños y dueñas del espacio elegido para vivir.
En ese contexto, áspero y lleno de dificultades, de un total de 101 familias, según el censo levantado por el comisionado Julián Colman en 1781, se encontraba la de Tadea Jordán, nacida en Buenos Aires en 1764, y su marido Juan Gregorio Ramírez, paraguayo y de oficio carpintero. En el mismo censo, se registraron sus padres, hermanos y hermanas con sus cónyuges. La familia de Antonio Jordán (padre de Tadea) estaba emparentada con los Vértiz y Salcedo, siendo uno de sus miembros el gobernador de Yucatán (México) y otro, el reconocido Virrey del Río de la Plata, Juan José Vértiz.
Por el linaje probado de la familia y por constituirse en primeros pobladores de la Villa, la familia de Tadea constituyó la elite del lugar. Reconocidos como vecinos, recibieron tierras para avanzar en el poblamiento y el derecho a ocupar cargos en el Cabildo local.
Como tantas mujeres de las familias, Tadea debió hacerse responsable de la explotación rural. Su esposo, de comerciar por el río Uruguay con su embarcación, lo que lo alejaba regularmente de su hogar. Por este motivo, fue ella quien realizó tareas como describe Rubén Bourlot de “montar el picazo y hacerse cargo del campo, lidiar con la peonada y organizar yerras, tropeadas y faenas” Del matrimonio con Ramírez, nacieron tres hijos, uno de los cuales fue el Supremo Entrerriano Francisco Ramírez, nacido en 1786. Tras la muerte del marido en un naufragio, Tadea contrae matrimonio con Lorenzo Francisco López, el 20 de agosto de 1789. Con él, tuvo diez hijos, siendo uno de ellos José Ricardo, de destacada actuación en la política de Entre Ríos.
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Tiempos de revolución y de federalismo.
La conformación de la Junta de Mayo en 1810 inició el proceso independentista en el Río de la Plata que transformó a la Villa del Arroyo de la China en uno de los escenarios principales de la lucha entre patriotas y realistas cuyo bastión fue la Banda Oriental, para batallar desde allí y recuperar las posesiones perdidas.
Al recuperar los revolucionarios en 1814 la Banda Oriental, gobernada por los españoles, comienza otra etapa al formar parte Entre Ríos, desde 1815, de la Liga de los Pueblos Libres. En su proceso de organización, su líder, el oriental José Artigas, designó en mayo de 1816 a Francisco Ramírez como Comandante de Concepción del Uruguay, en reemplazo de Berdún, quien fue en auxilio del jefe oriental para enfrentar la invasión portuguesa en la provincia Oriental.
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Las cartas entendidas como cuidado y sostén
La defensa de la causa federal obligó a Francisco Ramírez y su medio hermano Ricardo López Jordán a participar de interminables campañas militares que lo llevaban siempre lejos de su casa. Cuando partía a la guerra, era Tadea quien le daba aliento y lo contagiaba de decisión y coraje.
La correspondencia mantenida con su hijo Francisco constituyó una manera de sostener los lazos afectivos: “Mi más querido hijo, de mi mayor aprecio”. Lo cotidiano atraviesa el mensaje cuando escribe “recibí los pañuelos de mano y los mazos de tabaco” Es destacable que, en medio de una dura campaña, el hijo tuviese la deferencia de enviar regalos a su madre.
También brinda referencias sobre Bernardito (posible hijo de Ramírez), quien “se halla en mi compañía, el cual se halla mucho” y con esta frase indicaba que el niño estaba a gusto con su abuela por el cuidado recibido y a continuación describía el estado de buena salud de la familia. Noticias que tranquilizaban las preocupaciones del ausente.
En el epistolario hay testimonio del acompañamiento a la gestión política emprendida por su hijo, convertido en Supremo de la reciente creada República de Entre Ríos, enfatizando: “para lo que gustes mandar”. La hermanastra de Francisco, María Librada López Jordán, afirma: “madre y todas las ermanas y ermanos estamos buenos para lo que gustes mandarnos”.
Ambas expresiones muestran la fortaleza sin fisuras con que las redes parentales sostenían la causa por la cual combatía Ramírez. Esto indica que la ternura y la responsabilidad del cuidado a los suyos no se limitaba al ámbito privado, sino que avanzaba sobre lo público y se impregnaba del ideario político federal que Tadea con plena convicción sostenía, a pesar de sufrir por ello persecuciones y castigos.
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La República de Entre Ríos, un proyecto de hegemonía regional
La paz alcanzada tras la batalla de Cepeda en 1820, cuando Francisco Ramírez y Estanislao López vencieron al ejército de Buenos Aires, culminó con el Tratado del Pilar, acuerdo no aceptado por José Artigas, que forzó un enfrentamiento bélico con Ramírez y finalizó con la derrota del jefe oriental, tras lo cual marchó al exilio.
La nueva situación permitió a Ramírez organizar la República de Entre Ríos, según acota Oscar Urquiza Almandoz “sobre los retazos de la Liga de los Pueblos Libres, liderada por Artigas.
La nueva entidad dirigida por Ramírez desató la oposición de Estanislao López, provocando la guerra que terminó en la derrota del entrerriano y su muerte en julio de 1821. Tras los trágicos sucesos, Ricardo López Jordán buscó sostener la República de Entre Ríos, pero fue vencido por los ejércitos aliados de Buenos Aires y Santa Fe en Gená. Las tropas victoriosas de Hereñú, entraron a la Villa de Concepción del Uruguay y saquearon sin piedad a la población, confiscando los bienes de los jefes derrotados, entre los cuales se encontraba Cipriano Urquiza, Gregorio Piriz y Tadea Jordán y toda su familia.
En diciembre de 1821, las tropas aliadas santafesinas y porteñas presionan al Congreso provincial, que designa a Lucio Mansilla como gobernador de Entre Ríos. El mandatario porteño desata una implacable persecución a todos los que habían acompañado la gestión de Ramírez al frente de la República de Entre Ríos, en especial a Ricardo López Jordán, quien debió exiliarse a Paysandú para evitar una muerte segura.
La dispersión de los principales combatientes deja a sus familias y a los pocos aliados que aún permanecían en la villa a merced de la política persecutoria de Mansilla. Tadea, sin embargo, no piensa en la derrota como algo definitivo, por eso no ceja y participa activamente en la conjura, que crece con fuerza entre los vencidos.
La función de Tadea fue articular entre el grupo de exiliados en Paysandú y quienes organizaban la rebelión en la villa de Uruguay; localidades separadas por el río. Así, en los primeros meses de 1822, ella trajinó el camino entre ambos poblados (posiblemente en barco) a fin de coordinar el levantamiento que pusiese fin a la vergonzante situación de una Entre Ríos sometida a la tutela de Buenos Aires y Santa Fe.
El eficaz trabajo de zapa desplegado por Tadea evitó la muerte de su hijo Ricardo, quien proyectaba invadir la Villa de Uruguay. Como la noticia se había filtrado en las filas enemigas, el Comandante Barrenechea lo esperaba con fuerzas superiores para aniquilarlo. Ante el peligro, y para no ser descubierta, se lanza a nado a cruzar el río Uruguay, asida a su caballo “Crédito” y avisa a Ricardo sobre los planes del Comandante.
Durante todo el gobierno de Mansilla, la familia Ramírez- López Jordán sufrió graves persecuciones, pero fue Tadea, al quedarse en la villa, la más castigada. Un recurso utilizado fue amenazarla con el embargo del importante patrimonio familiar, como se infiere del registro del censo de 1820, indicado por los 10 esclavos que poseían, mano de obra que significaba una gran inversión justificada sólo por un giro de negocios rentables.
Tadea encabeza la unidad censal integrada con sus hijas, todas solteras, y tres hijos varones, uno comerciante, otro hacendado y uno panadero. Ella es definida como vecina, con 58 años y viuda, pues Lorenzo López había fallecido en 1819.
Una carta, enviada por Juan Florencio Perea a Mansilla, ilustra el lugar clave que ellos le asignaban a Tadea en el complot contra el gobierno y los recursos utilizados para amedrentarla: “y en este momento llamo a Doña Tadea y boy a recombenirla aciéndole entender que si en término de tres días no sale a montevideo queda el embargue en su fuerza y la remito al Paraná”. Más adelante agrega “boy a ponerle centinela oculto” (Archivo General de Entre Ríos, folio 1221).
Frente a su tenaz accionar, lo único que la pudo detener fue su encarcelamiento, que al concretarse provocó el fracaso del complot llevado a cabo el 29 de mayo de 1822. Las derrotas, sin embargo, no acobardaron a los insurgentes, quienes no cejaron de combatir al gobernador porteño a lo largo de los años 1822 y 1823.
En 1824, finalizado el mandato de Lucio Mansilla, asume el nuevo gobernador Juan León Sola. A partir de aquí, se le concedió la amnistía a quienes se habían levantado en contra del gobierno anterior y Tadea se reencuentra con Ricardo, quien volvía del exilio con su esposa e hijo. También pudo presenciar la reparación moral que éste recibió, cuando el gobernador Sola lo nombró Comandante de la Villa de Concepción.
Las diferentes acciones que se fueron rastreando de Tadea, demuestran que el ejercicio del cuidado que desplegó para con los suyos no quedó encerrado en el ámbito privado, sino que atravesó lo público, y lo dotó de capacidad e intencionalidad política, pero desde una construcción diferenciada de los varones, que eligieron el campo de batalla para ejercerla.
Así, las tácticas políticas ejercidas por Tadea se sustanciaron en una oposición tan tenaz, acompañando a los insurgentes, que fue capaz de desalentar la continuidad de Mansilla al frente del gobierno y poner en jaque la pretensión de Buenos Aires de mantener el dominio sobre Entre Ríos.
La muerte llega a esta mujer el 7 de febrero de 1827, pero su memoria, recuperada de los silencios, se constituye en una identidad social y política que hoy se proyecta en cada una de las acciones en defensa de los intereses de Entre Ríos, batallando contra todo intento de sojuzgamiento.
[1] Licenciada en Historia egresada de UNLP
[2] Profesora de Antropología egresada de la UNR
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 11/9/2021