Este escrito de Susy Quinteros quiere ser un homenaje a la pintora Beatriz Bustos que en el día de ayer nos ha dejado llevándose la sonrisa de su amistad.
Traía jardines nocturnos en los ojos, soles en el cuerpo y prendedores de espuma. En sus oídos, saxos melancólicos desoían el orden natura. La voz que dormía en los ecos de su taconeo, la volvía extranjera en sitio conocido. Ante las puertas de otro día, bailarinas de ojos pintados salían en busca de costas con paisajes de rio. Solo allí, en los murmullos, redimía una peregrina nostalgia de audaces mástiles con banderas de universos lejanos. Había una vez fue el comienzo de un cuento de mal final. La mano que pintó mil orillas y quietos barcos, atesoró sueños que llegaron al mar.
Susy Quinteros