Pese a estar a varios kilómetros de distancia del Muelle de San Blas, Javier Milei esperó por varias horas -que parecieron años- a una María Corina Machado que nunca llegó. De Oslo, Noruega, donde la proclamada presidenta electa de Venezuela iba a ser condecorada con el premio Nobel de la Paz, el presidente sólo se llevó saludos de los asistentes a la gala, una caminata por un largo pasillo y una foto de revista luciendo el mameluco de YPF que utiliza como vestimenta de trabajo.

Todo estaba previsto para que este miércoles fuera una fiesta latinoamericana de derecha. Además de Milei, los presidentes Daniel Noboa (Ecuador); Santiago Peña (Paraguay); José Raúl Mulino Quintero (Panamá) se conglomeraron alrededor de la figura de la ex candidata a presidenta y decidieron viajar para acompañar a quien se convirtió en una referente de la oposición al chavismo. Todos, incluído el libertario, auguraban llevarse del país escandinavo una potente postal que enviara un mensaje de unión al mundo.

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Javier y Karina Milei en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz.

Pero los relojes, el azar o la contrainteligencia venezolana impidieron que el argentino y sus colegas pudieran llevarse la deseada foto con la opositora a Nicolás Maduro, quien desde hace más de quince meses vive en la clandestinidad en su país debido a la persecución política que atraviesa en su patria. En su lugar, su hija Ana Corina Machado, recibió el premio en nombre de su madre y fue ovacionada tras un discurso con fuertes críticas a la gestión de su coterráneo.

Durante las primeras horas del miércoles, las versiones sobre el retraso de la llegada de Machado se hicieron cada vez más fuertes. Finalmente, fue ella misma la que confirmó que el viaje a la ciudad no se daría en tiempo y forma y que no llegaría a la ceremonia. Por varias horas, se especuló con la posibilidad de que Milei atrasase su vuelta al país para esperar a la dirigente venezolana, pero no ocurrió. La delegación, compuesta por la secretaria general de la presidencia, Karina Milei, y el canciller, Pablo Quirno, optó por dar por finalizado el viaje y pasado el mediodía argentino emprendieron vuelo hacia el país.

Pese a que el objetivo principal del viaje era el encuentro con Corina Machado, Milei tenía prevista una agenda más amplia aprovechando el viaje hacia Europa. Según la agenda que desde el propio oficialismo se encargaron de hacer circular horas antes del viaje presidencial, este miércoles el líder libertario tenía previsto un encuentro con el Rey Harald V, y el primer Ministro de Noruega, Jonas Gahr Støre. Las bilaterales tenían como principal objetivo profundizar los lazos comerciales entre ambos países y avanzar en una agenda internacional común que fuese beneficiosa para las naciones. Sin embargo, ninguno de los encuentros se concretó.

A primeras horas de la tarde, desde una llamativamente cauta Casa Rosada, los equipos de comunicación del presidente se encargaron de hacer saber que la cancelación de las cumbres se debían a “una cuestión de agenda”. Ni más, ni menos. Sin ningún tipo de precisión ni detalle sobre qué llevó al primer mandatario a suspender los encuentros previstos, desde el gobierno intentaron ensayar un panorama de absoluta normalidad, un movimiento cuanto menos sugerente para un oficialismo que tiene el histrionismo y la sobre-comunicación como bandera.

Por: Tatiana Scorciapino

(fuente: Tiempo Argentino)