San Martín, los libros y las ideas.
Por Ángel J. Harman –
José de San Martín no era sólo un militar especializado en planificar combates o esgrimir la espada para atacar enemigos. También se preocupó por adquirir nuevas ideas que fueron el basamento para orientar su accionar.
Durante la estadía en Mendoza, sus iniciativas cubrieron aspectos de lo que entonces se denominaba “la ilustración”, como la imprenta, biblioteca pública, escuelas.
Para la biblioteca de Chile donó diez mil pesos, porque, decía “la ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos; yo deseo que todos se ilustren en los sagrados derechos que forman la ciencia de los hombres libres”.
Cuando en 1814 estaba convaleciendo en la hacienda de Saldán, en Córdoba, promovió la idea de hacer una suscripción para reimprimir los “Comentarios Reales” del Inca Garcilaso de la Vega, que estaban prohibidos desde los tiempos coloniales.
De acuerdo a un documento, había llevado libros a Chile y en Mendoza tenía once cajones de libros cuyos títulos detalló, para que en caso de morir, se los entregaran a su esposa Remedios. Entre otros, se encontraba la Encyclopedie ou Dictionnaire Raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers, obra clave del racionalismo del siglo XVIII. En Santiago de Chile dejó en poder de Paulino Cambell los 4 volúmenes de Rousseau, 9 de Montesquieu, 16 de Voltaire; de los Mirabeau (padre e hijo), poseía 27 volúmenes; además de L’ ami des hommes; Science de la legislation; la Histoire Philosophique Politique, del abate Reynal, una de las más influyentes en la preparación de la ideología emancipadora; los cinco volúmenes del Dictionnaire Historique de Moreri y la filosofía de Gassendi, etcétera.
Seis años después de su muerte, en marzo de 1856, su yerno Mariano Balcarce envió desde París a la Biblioteca Nacional de Buenos Aires un baúl que contenía libros que habían pertenecido a San Martín, entre ellos 21 volúmenes de las Oeuvres de Diderot. A. H.