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Pluriempleo: ¿Qué pasa cuando trabajar no alcanza para vivir?

Uno de cada ocho trabajadores tiene más de un empleo para compensar la baja de ingresos. La práctica afecta especialmente a las mujeres y, además, no es exclusiva de los informales: los registrados son más afectados.

Las estadísticas muestran al pluriempleo como una estrategia generalizada entre los trabajadores de todos los estratos de ingresos. Cabe preguntarse si este fenómeno llegó para quedarse o si será un recurso pasajero.

La vida entre varios trabajos
Carlos trabaja en el Estado hace 15 años. Al salir de la oficina hace Didi para pagar el alquiler. Es de Chivilcoy y decidió comenzar un emprendimiento de venta de chacinados locales en Buenos Aires.

Micaela es economista y trabaja para importantes instituciones privadas y públicas realizando análisis económicos. Su empleo principal le permite pagar los gastos básicos, pero ya no le deja margen para ahorrar ni para darse gustos. Para compensar, extendió su jornada laboral a 55 horas semanales.

Esteban forma parte de una fuerza de seguridad en el área de comunicaciones. El alquiler aumentó mucho más que su salario. Ahora, hace viajes con las aplicaciones más conocidas para pagar los gastos.

Tener más de un trabajo: una realidad que, en 2024, vivieron más de 2,4 millones de trabajadores y trabajadoras en Argentina.

Vivir para trabajar o trabajar para vivir
La extensión de la jornada laboral se impone. Según el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), en el último trimestre de 2024, casi el 30% de los ocupados —más de 5,8 millones de personas— trabajaron más de 9 horas diarias.

El informe destaca que el 45,6% de quienes realizan jornadas extendidas son asalariados registrados. En el último trimestre de 2024, la carga horaria promedio por puesto de trabajo aumentó un 4%, y saltó un 5,2% entre los registrados.

“Mi jornada laboral llega a las 12 horas o más”, señala Esteban. Mientras Carlos plantea que trabaja entre 60 y 70 horas semanales, quitándole a su día horas de descanso y encuentro con la familia; para Micaela lo más difícil es resignar los espacios de ocio, entrenamiento o desconexión.

El salario ya no alcanza
“¿Qué día del mes termina tu sueldo?”. Es una frase repetida en noticieros que buscan retratar la caída del consumo. El Indec muestra que las ventas en supermercados cayeron un 2,1% en julio respecto a junio. La relación interanual arroja un aumento de un magro 1%.

La explicación está en los salarios. El Índice de Pobreza del Ingreso Laboral elaborado por el Banco Mundial muestra el deterioro constante que sufrieron los sueldos en la última década. Es considerado un indicador temprano de la pobreza.

En Argentina, entre 2015 y 2018, los salarios promedios, aún con tensiones y picos, lograron cubrir la línea de la pobreza. El 2020 se evidenció como un momento de crisis motivado por la pandemia del COVID-19. La mayoría de los trabajadores no pudieron cubrir la canasta básica con su sueldo.

Entre 2021 y 2024, se dieron procesos de recuperación pero el rasgo general que perdura y parece consolidarse es que la retribución por el trabajo apenas alcanza la línea de la pobreza.

Esteban señala que entre el 75 u 80% de sus ingresos mensuales se van en alquileres, servicios y tarjetas. Micaela siente que su formación universitaria no se ve reflejada en su salario. Carlos tiene tres trabajos y aun así no llega a fin de mes.

No es un fenómeno meramente local. En términos regionales, Argentina pasó de ocupar una posición intermedia a ser parte del grupo de países en los que el ingreso laboral apenas alcanza a cubrir la canasta básica.

El deterioro fue más abrupto que en México y Brasil y puede verse un proceso de homogeneización con los países vecinos, situación que era diferente en la década pasada.

El ingreso laboral es la principal fuente de sustento de los hogares en nuestro país. Pero, en paralelo, crecen la informalidad, el autoempleo y la precariedad. En 2024, la tasa de informalidad llegó al 42%, con mayor incidencia entre mujeres.

“La vulnerabilidad del empleo hace que los ingresos no sean suficientes, incluso para los que tienen trabajos formales”, explica Lourdes Rodríguez Chamussy, economista del Banco Mundial.

“Esto da lugar a un ‘círculo vicioso’ en el cual esa vulnerabilidad de los salarios hace que se generen pérdidas en productividad. Tener que extender la jornada laboral, llegar corriendo de un lugar a otro, superponer tareas, lleva a que el trabajo realizado sea de menor calidad. La pérdida en la productividad impacta en las economías de los países”, agrega la también autora de Las Trampas de la Pobreza.

En el mencionado informe, el Banco Mundial analiza a la contracción de los ingresos laborales como el principal factor del aumento de la pobreza. Los salarios han perdido en promedio un 40% de su valor real entre 2016 y 2023, afectando a los informales y formales. Hoy, un asalariado registrado que gana apenas por encima del promedio cubre dos canastas básicas, cuando en 2017 podía cubrir más de tres.

Estrategias para sobrevivir
Del trabajo realizado por los investigadores Pablo Pérez y Mariana Busso, se desprende que la manera en que los trabajadores se refieren al pluriempleo es como “una estrategia para recuperar la pérdida de poder adquisitivo de sus salarios”.

Entre 2016 y 2023, el 10% de los trabajadores argentinos tuvo más de un empleo, casi el doble que en Estados Unidos (5%) o Europa (4%). En 2024 la cifra trepó al 12%.

Tradicionalmente, el pluriempleo estuvo asociado a dos fenómenos. Para los sectores de altos ingresos y calificación como una forma de diversificar ingresos y buscar nuevas experiencias laborales. Para los sectores de inserción más precaria, una salida para mitigar los bajos salarios.

Las estadísticas indican que este proceso está mutando. Entre 2016 y 2023, el pluriempleo se incrementó en todos los estratos de ingresos, motivado por la caída de los salarios y la alta inflación. El incremento fue mayor entre los trabajadores de ingresos medios y bajos.

Pérez y Busso, investigadores del CONICET, destacan otro cambio. El pluriempleo es sensiblemente mayor entre trabajadores registrados -con aportes jubilatorios- que entre los informales.

En 2023, 1 de cada 8 trabajadores registrados poseía una segunda o tercera actividad laboral. Entre las mujeres el pluriempleo es, en promedio, un 83% más alto que entre los varones. Esto suele estar relacionado a que las mujeres acceden a trabajos parciales, inestables y mal pagos con más frecuencia que los hombres.

Tener más de una fuente de ingresos implica tareas diferentes en un mismo día. Carlos y Esteban, por ejemplo, suman a su habitual jornada laboral el uso de aplicaciones y el desarrollo de un emprendimiento. Según Pérez y Busso estas estrategias son típicas del “ahora”, en contraste con un “antes” en el que no era necesario, según relataron trabajadores de todo el país entrevistados en grupos focales.

El fenómeno en las estadísticas
Los investigadores señalan que las encuestas oficiales no logran captar adecuadamente el fenómeno del pluriempleo. Esto se debería a que las personas no lo declaran por un temor fiscal o por no reconocerlo. Además, el trabajo en plataformas no es registrado en las encuestas oficiales ni en el monotributo. De hecho, los entrevistados para esta nota prefirieron no dar sus apellidos, otro síntoma de cómo se vive este momento.

La respuesta de esta crisis económica no ha sido el aumento del desempleo abierto. Si bien la cifra de desocupados ha crecido en el último año, en el 2001 la misma representaba más del doble. Hoy se ven nuevas inserciones que combinan participaciones intermitentes en el mercado laboral, múltiples empleos, extensión de la jornada y un marcado aumento de la precarización.

En los últimos años, la tendencia de la tasa de pobreza es a crecer o mantenerse, mientras que el índice de desempleo hace un camino opuesto. La forma de ajuste primordial han sido los salarios, dando lugar al fenómeno de trabajadores y trabajadoras pobres.

El pluriempleo se consolida como un rasgo de época, sobre el que falta reflexión y datos oficiales. Si no se logra revertir la tendencia de pérdida del poder adquisitivo, el acceso a un trabajo registrado dejará de ser garantía de integración social.

(fuente: https://www.tiempoar.com.ar/)

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