“¡Cumplí, mi General!”, fue la dedicatoria de Pascual Pérez a Juan Domingo Perón luego de consagrarse campeón del mundo de peso mosca en Tokio, el 26 de noviembre de 1954, y de convertirse en el primer pugilista argentino en lograr un título. El pequeño gigante -medía 1,52- era un hombre de campo, de las viñas mendocinas. Había nacido en Tupungato y desde allí comenzó un camino, que a fuerza de golpes y una técnica extraordinario, lo llevaron a la cima. Un ejemplo del esfuerzo, del talento y de la lealtad hacia el General.
“Pascualito” es un símbolo del boxeo y del deporte argentino. Muchas veces olvidado, vaya a saber por qué. Lo cierto es que es el único pugilista argentino en consagrarse con los dos títulos máximos del deporte de los puños: campeón olímpico y campeón mundial. Primero logró la medalla de oro en Londres 1948, a los 22 años, al vencer al italiano Spartaco Bandinelli en las tarjetas en la categoría mosca. Este triunfazo tiene un plus, ya que el mendocino nunca había boxeado fuera de Sudamérica, pero en el capital de Inglaterra se lució.
“Pascual Pérez ha ido escalando peldaño a peldaño este camino hacia la fama: mendocino, fue primero campeón de su ciudad, de su provincia luego; más tarde y en breve lapso campeón argentino, rioplatense y latinoamericano, todo en peso mosca. Su rotunda eficacia finca principalmente en el notable sentido de tiempo y distancia, sincronizados a la perfección. Luego, es agresivo, de pegada sumamente fuerte en proporción a su peso; y desarrolla todos sus recursos en plena velocidad, sin perder la línea. Podríamos afirmar que ha sido el mejor boxeador del equipo argentino y uno de los mejores estilistas del torneo”, escribió Félix Frascara para El Gráfico en 1948.
Una vez que dio el salto al profesionalismo, el “León mendocino” generó una carrera admirable, lo que llevó a que el propio Juan Domingo Perón hiciera gestiones para traer a Buenos Aires al campeón del mundo en peso mosca, el japonés Yoshio Shirai. La pelea, que terminó en empate, se desarrolló en el mítico Luna Park el 24 de julio de 1954. Unos meses después se volverían a enfrentar el 26 de noviembre de 1954, en el estadio Korakuen de Tokio. Fue en la capital japonesa donde Pérez consiguió el campeonato del mundo en peso mosca al superar por puntos al pugilista local luego de 15 rounds. Este hito deportivo argentino tuvo una gran repercusión, si hasta el mismísimo General fue a recibirlo al aeropuerto de Ezeiza y entre ambos se forjaría una gran relación.
“Era un hombre común, buena persona y honesto. Vivía con su entrenamiento. Los boxeadores entrenan demasiado, así lo recuerdo. Y cuando subía al ring se transformaba. No le gustaba que lo tiraran”, explicó su hijo, también llamado Pascual, durante una entrevista con el programa Arena Deportiva. A tal punto fue un magnífico boxeador que su récord es admirable: 92 peleas de las cuales ganó 84 (57 por nocaut), empató una y perdió siete. Tuvo nueve defensas exitosas de su título mundial, que lo perdió el 16 de abril de 1960, ante el tailandés Pone Kingpetch, por decisión dividida en las tarjetas.
LEAL A PERÓN. “A Eva, el gobierno de Franco, le dio un Desoto modelo 1951. Eran tipo limusina de ese tiempo. Tras la muerte de ella, Perón le dio ese auto a mi padre”, describió el hijo sobre un regalo del General, un fanático del deporte y en especial del boxeo, hacia el pugilista mendocino. Luego llegó la Revolución Libertadora, el 16 de septiembre de 1955, con el derrocamiento de Perón y el posterior exilio. Un tiempo después “Pascualito” también debió dejar el país y se afianzó cerca del líder. “Mi padre alquiló una casa en República Dominicana y peleaba en Centroamérica. Las bolsas que ganaba boxeando se las daba a Perón porque él no tenía dinero”, explicó su primogénito.
Pérez es un ejemplo de lealtad al General. Una demostración de la movilidad social ascendente, un hombre de convicciones firmes, al igual que sus puños, que lo llevaron a la cima mundial en el boxeo para quedar impregnado en la historia del deporte argentino. Falleció el 22 de enero de 1977, a los 50 años, a causa de una insuficiencia hepática-renal. Donde se encuentre, seguro estará junto a Perón.
Fuente: Agenda Peronista