Por Ángel J. Harman –
Una formación alejada de la realidad local ha impedido que durante mucho tiempo –incluida la actualidad- se conozca en forma incompleta, cuando no incorrecta la historia, la geografía, la toponimia y otras características del lugar en donde vivimos.
Esa deformación cultural, que algunos llaman colonialismo cultural, hace que algunas personas reciten los nombres de los ríos de Europa y conozcan los sitios históricos más destacados de aquél continente, pero tengan un desconocimiento que apena, sobre los lugares de su tierra natal o del lugar en donde residen. A esto se suma que durante mucho tiempo, los historiadores entrerrianos le han dedicado más espacio a la temática militar y político-institucional que a otras relacionadas con el desarrollo técnico-industrial, económico y social.
Arroyo del Molino
Al arroyo Itapé (llamado antiguamente arroyo de Vera) también se lo denomina arroyo Molino o, mejor dicho arroyo del Molino. Circulan versiones erróneas de que dicho nombre recién lo tomó alrededor de 1870-1880, cuando el arquitecto Sylla Saint Guilly construyó un molino hidráulico sobre el arroyo Vera o Molino. Este empresario fue su concesionario y después pasó a la familia Barreiro.
Sin embargo, tenemos testimonios de que el nombre “Arroyo del Molino” ya se empleaba a principios del siglo XIX. En efecto, en las listas de los milicianos de la jurisdicción de Concepción del Uruguay, convocados (en la segunda mitad de 1806) por el comandante interino de Entre Ríos para concurrir a la defensa de Montevideo, figuraban cuatro hombres procedentes del “Arroyo del Molino”.
En marzo de 1822 los caudillos Gregorio Piris, Anacleto Medina, Juan José Obando, José Antonio Berdún y otros, intentaron derrocar al gobernador Lucio Mansilla, pero fracasaron en su intento de tomar Concepción del Uruguay. Mansilla informó que fueron dispersados en el paso del Arroyo del Molino, en donde fue apresado Anacleto Medina. Esto ocurría el 31 de mayo de 1822.
En previsión de algún ataque del imperio del Brasil sobre el territorio entrerriano, el Congreso Nacional dispuso en 1825 la creación de un Ejército de Observación sobre la costa del río Uruguay. En octubre de ese año, este ejército se dirigió a Concepción del Uruguay y estableció su cuartel general, cerca del Arroyo del Molino, a dos leguas de la villa. Tomás de Iriarte, nombrado secretario militar de dicho ejército, dice en sus «Memorias»: “llegué sin novedad al cuartel general del Arroyo del Molino el diez de diciembre…”.
También podemos agregar que en la Carta Geográfica de la Provincia de Entre Ríos, publicada en 1840 (ejemplar existente en el Museo Mitre), figura sobre la margen occidental del río Uruguay, el Arroyo del Molino y su afluente El Curro…
Como conclusión provisoria podemos asegurar que el arroyo del Molino era conocido con ese nombre desde principios del siglo XIX. Ahora bien, tal denominación debió responder a que en sus márgenes tuvo que existir un molino desde aquellos tiempos. ¿Pero qué clase de molino? ¿Hidráulico o de viento? Sabemos que en el actual territorio argentino se construyeron los primeros molinos hidráulicos a fines del siglo XVI: para el año 1566 la ciudad de San Juan contó con un molino harinero que utilizaba agua de la acequia –acequia del molino o Caucabanete-, ubicado en la traza urbana. En 1582 había dos “molinos de agua” en San Miguel de Tucumán y uno en Santiago del Estero; por la misma época, existía en Córdoba un molino movido por la fuerza hidráulica y otro molino de las mismas características construido en Buenos Aires después de 1591. También en Buenos Aires se construyeron molinos de viento: el perteneciente a Bartolomé Ramón y otro que en 1605 construyeron los flamencos Lucas y Conrado Alexander.
Todo lo antedicho prueba que la tradición europea constructora de molinos, fueran éstos de viento o hidráulicos, era conocida y aplicada en la región rioplatense, cuyana y tucumana desde los primeros años de haberse fundado las ciudades coloniales.
En la villa de Concepción del Uruguay existió, desde principios del siglo XIX, un molino de viento en la propiedad de Bartolomé Ferrer, a una cuadra hacia el este de la plaza “Francisco Ramírez”. Sus ruinas todavía se mantenían en la década de 1860, de acuerdo al testimonio dejado por algunos ex alumnos del Colegio del Uruguay.
Queda entonces por develar en dónde estuvo ubicado precisamente el molino que dio nombre al curso de agua próximo a nuestra ciudad. En otro momento volveremos sobre este tema. © Ángel J. Harman
Fuentes:
CALVENTO, Mariano G., Estudios de la Historia de Entre Ríos, tomo II, Paraná, Imprenta de la Provincia, 1940
IRIARTE, Tomás de, Memorias, Rivadavia. Monroe y la Guerra Argentino-Brasileña, Buenos Aires, Sociedad Impresora Americana, 1945
MARTÍNEZ, Benigno Teijeiro, Historia de Entre Ríos, tomo II
PÉREZ COLMAN, César B., Historia de Entre Ríos, Época colonial, tomo I
AGN. División Colonia. Secc. Gobierno. Entre Ríos, 1802-1809, citado por César B. Pérez Colman, Historia de Entre Ríos. Época colonial, tomo II, Apéndices.