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PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL: Entre Ríos, y el interior federal, en el enredo unitario de Macri

ER federal oct 2017Lo que hizo y hará el gobierno nacional con los gobernadores es de manual: es el laberinto de poner sobre la mesa algunas modificaciones tributarias imposibles de acordar para que, en medio de la confusión, finalmente se aprueben otras, más módicas pero más estructurales. El frustrado impuesto a las bebidas alcohólicas es un ejemplo. El planteo de incluir, en el acuerdo, la absorción de las cajas de jubilaciones no transferidas a 13 jurisdicciones, es otro.

¿Busca Mauricio Macri, con su «reformismo permanente», cambiar la relación entre Nación y Provincias en la Argentina? Para muchos, ese es el objetivo de la reforma tributaria que impulsa el gobierno. Para el peronismo implica convalidar un nuevo modelo, que profundiza las asimetrías entre los dos actores -Nación y Provincias-, en el sistema federal que consagra el derecho constitucional argentino.

Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires eran una y tienen, desde los años de la colonia, un criterio diferente y una preponderancia en el desarrollo total de un territorio nacional que se sujeta a sus designios. Una provincia y una ciudad que suman el 57% efectivo del país se han convertido, claramente, en una deformación que es necesario asumir. Somos un país centralista y unitario.

Todas las reformas impositivas y las formas de la repartija de los dineros del Estado anunciadas por Macri, se corresponden con esa lógica centralista porteña que no ha cambiado, que por el contrario, se acentuó. «Dios atiende en Buenos Aires». No hay capricho o ignorancia en Macri, responde a la idiosincrasia porteña. Si el eje es Buenos Aires el resto es nada, solo el Interior.

Está claro que todo el país subsidia la electricidad, el gas y el costo del boleto de los habitantes de Buenos Aires en una proporción superior a la ayuda que se recibe por estos pagos. Mismo servicio, mismo trabajador, diferente ayuda. Y Macri hace lo que se corresponde con su idiosincrasia. No debe sorprender a nadie. Macri es porteño, centralista y unitario. No traiciona. Sólo profundiza esta situación.

La nueva reforma impositiva amenaza con agravar, desde el reparto de los recursos, una enfermedad crónica argentina: la macrocefalia bonaerense. Los dominios de María Eugenia Vidal, ese 9% de la superficie nacional donde vive un 39% de la población y donde se producen un 30% del PBI y un 34% de las exportaciones, encierran una larga historia de fracasos.

Dos tercios de su población se apiñan en el Conurbano, que apenas ocupa un 1% de su territorio. Sus bolsones de pobreza son un desafío difícil, porque volcar allí más recursos implica quitárselos a provincias más pobres y puede fomentar nuevas migraciones internas, de las Provincias hacia Buenos Aires.

La reforma de Ganancias y del impuesto al cheque que propuso Macri a los gobernadores para saldar la disputa del Fondo del Conurbano equivale a transferirle 20 mil millones de pesos adicionales por lo correspondiente a impuesto a las ganancias y 20 mil por asignación específica del tesoro en el 2018. En tanto que, en el 2019, un piso de 20 mil millones y 45 mil millones respectivamente.

Todo para Vidal sin «afectar» al resto de las provincias. ¿Quién pone entonces la diferencia? El Tesoro Nacional. Pocas dudas caben sobre que este proceso, aún en desarrollo, es un elemento fundamental para la posibilidad de un segundo mandato constitucional del tándem conservador Macri-Vidal, para repetir en Nación y Provincia.

(fuente: La Opinión Popular)