Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos, que parecen tener ocho años, tengan trece,
Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro, yo me puedo ir, ellos no.
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no;
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo;
Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no; porque nadie hace huelga con su hambre.
Señor, perdóname por decirles «no sólo de pan vive el hombre» y no luchar con todo para que rescaten su pan;
Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame.
Señor, sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame.
Padre Carlos Mugica
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 30/1/2017