Nada pudo hacer con el adiós
La desvelada ocultó flaquezas, errores y ceguera. Cuando supo la verdad trató de olvidar el escritorio donde él dejaba una flor. Si fue avaricia, espalda y carro de sol, fue porque la débil mirada del visitante pidió los más de la tarde. Como vino, un día la escarcha se fue, por eso vestida con polen, gotitas de lluvia en los labios y ciega de cielos recogió las horas desflecadas y acomodó el espíritu en bordes salvadores. Volvieron noches de olvido suave con luz de cine. Uno a uno los minutos esparcieron leyendas en los pies. La historia estremeció la espalda del trigal. El tiempo gira en los ocasos esperando el brillo de la magnífica para confesarle que nada pudo hacer con el adiós.
SusyQ