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Literatura, la hora del cuento: PUN-TUA-LI-DAD

PUN-TUA-LI-DAD 

por Rodolfo Oscar Negri   –

 

  • ¡Buenos díaaaaassssss…! Que dice don Álvarez, perdone que hoy vengo un poco mas tarde, pero yo no soy como la Vicky o la Fernanda… ellas si que llegan tarde. ¿Sabe lo que pasa? Que se quedan las horas charlando en cada uno de los escritorios donde tienen que servir el café. Que digo charlando, parloteando, porque hablan ellas solas ¡Como si a los otros les importaran todos los detalles de su vida…! Pero así como son de charlatanas, son chusmas… y hablan y hablan. Se podrá imaginar que al tercer escritorio, ya tienen media hora de atraso… pero yo noooo… yo hago un culto de la puntualidad. Jamás me retraso. Con decirle que Juanita, la mas chicas de mis hijas a la que llevo todos los días al Cole, siempre me dice “mamá, porque tenemos que ser siempre las primeras…”. Y si… así soy yo ¿vio? Ni un momento pierdo en pavadas. El trabajo es lo primero.

Los otros días mi hermana que había venido de visita desde Herrera, me contaba todo lo que está pasando y mucho de lo que le pasa es por no cumplir a tiempo con las cosas. Hace todo mal y tarde. Paga tarde los impuestos, al almacenero, a todos y claro tiene problemas, encima con el boludo que tiene de marido… bah, marido marido no es, es una junta; pero quiere que le diga una cosa: esa relación no puede durar, está pegada con mocos… pero yo no soy de hablar y mucho menos de mi hermana. En cambio yo, cumplo con todo. En tiempo y forma. Lo más importante es el deber. Le cuento que hasta salgo todos los días a la misma hora de mi casa. Los vecinos me tienen calibrado el horario. Bah, los varones… porque vió como son las mujeres… envidiosas y cizañeras… Hum… En realidad creo que he salido con casi todos los vecinos solteros de la cuadra… no me queda ninguno. Ja. ¿Y sabe qué…? alguno de los que no son solteros también… Ja, Ja, Ja. Eso sí, nadie podrá decir que yo falto a mis deberes, porque así como soy de gauchita, soy cumplidora. Ayer le prometí a la Adela, mi hija mayor, que este fin de semana le hago una palomita con papas al horno y ya tengo todo comprado. Y eso que es jueves… mire si seré previsora. Quiero que aprenda a ser como yo, que tome el ejemplo de su madre. Nada de perder el tiempo. Bien dicen que el tiempo es oro. Eso sí, la que me salió medio casquivana es la Hortensia. Si, la del medio. La que se fue a estudiar a Gualeguaychú. Quiere ser nutricionista. ¿Ud., don Álvarez, vio a alguna persona que le comente desesperada que tiene que consultar un nutricionista? A que no…

  • Mira, Esther, hay mucha gente…
  • Noooo, que va a haber… no hay nadie. Esas son carreras que inventan para los que no son inteligentes. Si tuviera cerebro estudiaría medicina, pero como no le da para eso, ¿A dónde va? A Gualeguaychú. ¿a qué? Dice que a estudiar. Vamos. Esa salió al padre. Haragana. Desorejada. No respeta a nadie. Mire que ir a vivir sola de tan chica. Y claro ¿Quién paga? ¿El turro? Noooo, yo, la estúpida a la que hace trabajar un turno mas… pero vea todo sea para que el día de mañana no me lo eche en cara, pero tengo mis dudas de que alguna vez se reciba de algo. Ni siquiera se en que anda. Le regalé un celular ¿sabe para qué? Para llamarla a cada rato y saber dónde está y con quien, porque vaya a saber qué es lo que hace cuando me dice que se junta con los compañeros a estudiar. Ya veo que en cualquier momento se me viene embarazada de vuelta a Uruguay… y le digo –don Álvarez- yo no la voy a tirar a la calle, pero va a venir al pié y se lo voy a hacer sentir. ¿Así que te quisiste ir? ¿Así que te recibiste de loca? Bueno, ahora trabajá, ayudá, deslomate, serás una burra de carga como tu madre… pero ya veo que salió vaga como el padre… ¿Ud. que tomaba edulcorante o azúcar…?
  • Edulcorante…
  • Mire que dicen que esas cosas son una porquería, es más que traen cáncer… pero bueh… Ud. es libre de hacer lo que quiera… si se quiere morir, allá usted… Ah… le contaba de la Hortensia… Y… la verdad que un poco de culpa tengo. No la vi venir. No la pesque a tiempo ¿Sabe lo que hacía? Se encerraba en su pieza y libro tras libro lectura tras lectura. Yo le decía, vení a planchar mientras vemos la novela de la tarde y no, ella se quedaba en el cuarto ¡Como no me di cuenta…! A propósito de la novela ¿a qué hora empieza? ¡No, don Álvarez, Ud. que va a saber…! Empieza a las cinco. Ni a las cinco y cuarto ni a las cinco y media. A las cinco. Pun-tua-li-dad. Porque por ahí empieza el respeto. ¿no se le habrá enfriado un poco el café? ¿no quiere que se lo recaliente?
  • No, Esther, muchas gracias…
  • Ah y ahora me voy, porque no sabe todo lo que tengo que hacer. Me acaban de dar el ala nueva de la empresa. Y si, son como veinte escritorios más. ¿Y sabe porque, don Álvarez? Porque yo no me entretengo en pavadas, no pierdo el tiempo en cada escritorio. Soy trabajadora y responsable. Hago lo que tengo que hacer y solo lo que tengo que hacer y el jefe lo sabe. Me valora. Más allá de que salga o no de vez en cuando con él cuando su mujer está de viaje, lo sabe. Sabe lo bien que trabajo y que yo hago un culto de una cosa, don Álvarez, ¿sabe de qué? de la pun-tua-li-dad.

 

Este cuento forma parte del libro “Historias de la Rys y otros cuentitos” de Rodolfo Oscar Negri, editado por UCU en diciembre de 2014 y reeditado en diciembre de 2020.

Este cuento ganó el segundo premio en el Certamen Provincial de Poesías y Cuentos Cortos “Héctor de Elía” en su edición 2013 –categoría C- , organizado por la Escuela Media 8 de Colonia Elía (ER)

Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 15/1/2023

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