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LITERATURA, LA HORA DEL CUENTO: EL TERRENO

EL TERRENO

Por Rodolfo Oscar Negri     –       

Sábado por la mañana y la costumbre del vermut que sirve de excusa para la reunión de amigos en la confitería Rys. Nos autoconvocamos allí, en pleno centro y uno de los lugares más lindos de la ciudad, frente a la hermosa Plaza Ramírez.

Chistes, novedades, jarana y conversación. Normalmente surgen temas que son traídos a la mesa por una preocupación o situación que aporta o está atravesando alguno de los concurrentes.

Esta vez la charla apuntaba al tema económico, tan propio de estos tiempos, y tenía que ver con las inversiones o la forma de defender los ahorros que cada uno había podido acumular en estos últimos años.

Esa mañana éramos solo cuatro.

Estaba Ernesto, un empleado bancario de larga trayectoria y que está convencido que es poco menos que un agente de Walt Street. También Julio, un docente de alma; Luis que no trabaja, vive de rentas y se autodefine como “amigo de la pirámide” y yo, reciente jubilado después de más de cuarenta años de trabajar en una empresa de seguros.

La voz cantante era Ernesto quien –como experto inversionista- nos aleccionaba:

  • Miren muchachos, estos son tiempos difíciles y lo que se viene es peor; por eso lo que hay que hacer es cuidar los ahorros para que no se los chupe la inflación y nos permita mantener el colchoncito que pudimos hacer en los últimos años.
  • Me parece que lo tuyo, aportó Luis, es de manual. Para eso no hace falta ser ningún experto bancario. Lo sabemos todos. Ahora ¿Cuál es tu consejo profesional en serio?
  • No es fácil porque nosotros somos pequeños ahorristas y por eso no tenemos las ventajas que tienen los grandes capitales…
  • Ahorrista son ustedes, terció Julio, porque nosotros –desde la docencia- siempre estamos con lo justo, así que yo vivo al día. No tengo un peso ahorrado; cosa que, si bien es una cagada, también me da la tranquilidad de no tener que especular con que voy a hacer con esto o aquello y en ese aspecto tengo una preocupación menos. Claro que cruzo los dedos para que no me haga falta un mango por alguna emergencia, porque si no estoy en el horno.

Como si no lo hubieran escuchado, los demás siguieron con sus especulaciones y argumentos. Luis volvió a la carga:

  • Y ¿dólares o plazos fijos?
  • Hay tiempos y tiempos, dijo el sabiondo Eduardo. Si bien hay oportunidades en los dólares y son un buen refugio, en estos momentos el gobierno lo tiene planchado. Dijo que lo iba a dejar fluctuar, pero lo maneja puntillosamente. Calculo que en un tiempo más le suelta la mano y se produce una nueva devaluación, pero jamás nosotros tenemos esa información y manejamos esos tiempos, por lo que pocas veces podemos sacar ventajas. Así que –solo si podés esperar- el dólar siempre te va a proteger, pero en el mediano o largo plazo.
  • ¿y los plazos fijos?
  • Con los plazos fijos siempre perdés; poco, pero perdés. La ventaja que tiene es que se hace de una manera fácil y sencilla. Para la gente normal, como nosotros, que no especula o se mueve en el mundo de las finanzas, es lo más fácil.
  • ¿entonces?
  • Ahora lo que más se aconseja en estos momentos tiene que ver con las inversiones financieras. Por ejemplo, algunos títulos o las Lebacs.
  • Dejate de joder, terció Luis ¿Cómo hago para acceder a ellas? Voy al mostrador del Banco, de cualquiera de los de la ciudad, y le digo al cajero “señor, deme unas Lebacs” … se me ríe en la cara…
  • No claro, aquí en el interior es más difícil; hay que tener un banco que lo haga o algún agente de bolsa, instruyó Eduardo.

La verdad que este tipo de charla me retrotraía a los años en que nuestro país padecía una fuerte inflación y los salarios no acompañaban los incrementos, castigando duramente los bolsillos de los trabajadores. Los tiempos de la “Patria Financiera”. Entonces, las inversiones –aunque pequeñas- eran una forma de defensa y la cuestión se convertía –también- en el centro de las conversaciones.

Parece mentira, pero la historia es cíclica como decía Maquiavelo. Él hablaba de este patrón repetitivo de la historia, citando al historiador griego Polibio que se basaba -a su vez- en Aristóteles. El filósofo griego fue el primero en exponer este patrón concreto. Las situaciones regresan. A veces más temprano, a veces más tarde; pero regresan. A veces como tragedias, a veces como dramas, pero están allí. Al acecho. Y tenemos que sufrirlas porque no aprendemos de las experiencias o las desconocemos. Pero la realidad es la única verdad y nos obliga a recorrer nuevamente estos caminos que ya conocimos, que sufrimos, que ya vimos…

La conversación avanzaba, cuando llegó Marcelo. No es de los habituales, pero, de tanto en tanto aparecía. De baja estatura, muy delgado, un obsesivo de la salud, de unos cuarenta años ¿su ocupación? Tiene un maxi-quisco, pero básicamente es un ventajero por antonomasia, comerciante nato, individualista y preocupado solo por sí mismo (el clásico producto de los años 90). Silenciosamente se sentó a la mesa y solo escuchaba los aportes que cada uno deslizaba sobre el tema en cuestión.

Cuando entre tragos y picada, se produjo un silencio, Julio le preguntó:

  • ¿Y vos, Marcelo, en que invertís?
  • A mí me gustan las cosas seguras. Por ejemplo, ahora le acabo de comprar un terreno a mi madre…
  • Los bienes raíces son la mejor inversión de largo plazo, sentenció nuestro experto financiero-bancario Eduardo.
  • Y tenés que ver con que buena ubicación, remató.
  • La verdad que es muy bueno lo tuyo, dijo Luis.
  • En este momento en que todos se miran el ombligo con la única esperanza de salvarse solos, pero salvarse… y vos pensando en tu madre… que querés que te diga, lo tuyo es elogiable; ponderó Julio.
  • Si, agregó Marcelo, la verdad es que me salió redondo.
  • ¿Qué tan buen negocio hiciste? Inquirió Eduardo
  • ¿Viste cómo están los jubilados ahora? Cada día los tienen más contra las cuerdas. La vieja estaba acogotada y tenía que pagarse un costoso tratamiento con remedios que cuestan un platal y que no le cubre más el PAMI, así que me salió una bicoca, se lo saqué baratísimo…

Este cuento forma parte del libro “Te Cuento un Cuento” de Rodolfo Oscar Negri, editado por Editorial El Miercoles en febrero de 2020.

Esta nota salio publicada en la revista La Ciudad el 22/1/2023

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La Ciudad

Periodista Especializado en Tecnología.

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