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Literatura, la hora del cuento: EL ESPEJISMO DE LO REAL

por Rodolfo Oscar Negri     –    

¿Qué es real y que no lo es? ¿Por qué creemos que algo es de una manera y podemos ser confrontados por otra persona que -observando lo mismo- cree haber visto algo diferente?

Realizaba estas reflexiones en la mesa de la confitería Rys que está sobre la calle Galarza, justo desde donde se puede observar a la Plaza General Francisco Ramírez de Concepción del Uruguay, con una taza conteniendo el cortado de costumbre y un vaso de soda; muy lejos del hermoso espectáculo de la primavera explotando en los canteros del principal paseo de la ciudad, cuando –como decía un amigo- los días comienzan a alargarse y las polleras a acortarse. Allí estábamos nosotros completamente compenetrados con nuestras especulaciones ¿semi-filosóficas?

Eduardo, sentado enfrente, me escuchaba con interés.

  • Te cuento que después de más de cuarenta años de trabajar en una empresa de seguros he visto muchísimas veces esta misma situación. Viene un asegurado a denunciar un siniestro y relata lo ocurrido. En su misma declaración nombra a varios testigos. Cuando ellos declaran, su versión de los sucesos no coincide con la del protagonista y es más hasta –muchas veces- difieren entre ellos. Entonces me pregunto ¿Qué es lo real?
  • La verdad Ciego que tu argumento me sorprende. Tal vez hay casos en los que puedan existir diferentes versiones o visiones, pero hay cosas que son como son y no de otra manera. Lo blanco es blanco y lo negro es negro. Esto es hay cuestiones objetivas y se acabó.
  • Te equivocas. El blanco y el negro son solo matices de gris.
  • Disculpame, pero vos estas chapita…
  • Para nada.
  • Fundaméntame por qué.
  • Vamos a otro ejemplo. Si te digo que describas una habitación me vas a dar una detallada descripción de la misma y lo vas a hacer desde el lugar donde estas observándola. Si otra persona, ubicada en otro lugar de la misma sala realiza idéntica tarea no necesariamente detallará la realidad de la pieza de la forma en que la describiste vos. Por otro lado, nuestra visión abarca, en el mejor de los casos, 180 grados y la realidad ni siquiera se da en 360, porque además de dar vueltas, hay un arriba y un abajo.
  • Me parece que confundís la situación y las cosas y –además- me confundís a mí.
  • A ver si te lo puedo aclarar… vamos a una situación hipotética. Fijate que -muchísimas veces- cuando comentamos una situación cada uno de los que mira, puede estar viendo una cosa diferente o distinta respecto de lo que observan el resto de los presentes. Diferimos respecto de lo que cada uno interpreta sobre lo que está ocurriendo. Uno, por dar un ejemplo, puede decir “¿viste como él le habló? la destrató”; pero otro afirmar “¿pero si apenas respondió a la agresividad que recibió? Ella claramente le estaba gritando” y un tercero reflexionar “Pobre pareja, se ve que tienen problemas de audición” …
  • Lo que es objetivo es objetivo, lo tuyo es una argumentación falaz, no me compliques la vida…
  • No es así. Demos una vuelta de rosca. Nuestros sentidos tienen un piso y un techo ¿Quién puede decir que no existe nada por debajo o por encima de ellos? Si das un paso más, te pregunto ¿Acaso los perros no tienen un oído que escucha siete veces más que los humanos y eso les permite anticiparse a nosotros en cuanto a lo que escuchan? ¿Acaso no pasa lo mismo con el olfato? ¿Por qué no pueden existir cosas solo porque no estén fuera de nuestra percepción? ¿Podemos decir que hay cosas que no existen solo porque nuestros sentidos no son capaces de detectarlas?
  • ¿Entonces -deduzco- que lo que vos decís es que nadie puede ser un testigo válido solo porque sus sentidos no abarcan todo lo que puede ser percibido?
  • No, eso te lo marco como un extremo, pero convengamos en que cada uno no ve una cosa, sino que interpreta lo que ve y eso es lo que relata, cuenta o cree ver y allí está la naturaleza de las diferencias… de las divergencias…

Estábamos en plena exposición de nuestros argumentos, cuando llegó Julio. De baja estatura, algo regordete, ronda los cuarenta y pico y es docente. Estudio magisterio y después profesorado de historia y más tarde y con mucho mérito, llegó a la dirección de uno de los establecimientos educativos más prestigiosos de la ciudad. Ama su profesión y vive dando cátedra, aunque no esté en un aula.

Casi silenciosamente se ubicó en la silla que da frente a la ventana donde se puede observar la belleza del principal paseo uruguayense. Su actitud, claramente apuntaba a no querer distraer el desarrollo de las argumentaciones en debate. Pero, cuando se hizo un silencio; casi aprovechando el respiro espolvoreó algo de pimienta sobre la ensalada que le acababan de servir y se dispuso a darnos una lección.

  • Lo que ustedes conversan no hace más que certificar la ley que acuño el poeta español Ramón de Campoamor cuando sentenció: «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira /todo es según el color / del cristal con que se mira». Es así y no hay con que darle, pero ustedes están olvidando un nuevo elemento que en esta discusión –desde mi punto de vista- es sustancial, ya que no tienen en cuenta lo que se denomina lo “virtual”, es decir aquello que (según la propia definición del término) solamente existe de forma aparente. Algo que está tan de moda a partir del desarrollo de las modernas tecnologías.

Eduardo pareció sorprendido e interesado y su mirada invitó a Julio a continuar con el discurso.

  • Muchas veces nosotros imaginamos que una cosa es de tal o cual manera, cuando en realidad no lo es. ¿recibimos influencias para que imaginemos o pensemos que algo deba ser de tal o cual forma? No olvidemos que tenemos un bagaje de conocimientos que nos inducen a formarnos tal o cual idea, que nos incorporan a través de la enseñanza o de los medios de difusión, parámetros, esquemas o formas de ver, de analizar, de interpretar las cosas. Así algo, puede ser, pero puede no serlo.
  • La verdad es que me confundís un poco ¿no podés explicarte un poco mejor?
  • A ver si encuentro una forma sencilla de explicarme. ¿Ustedes tienen una cuenta de Facebook? Imaginemos que sí. En ese sitio se comparten noticias, hechos, fotos y toda una serie de cuestiones entre los que se llaman “amigos” ¿es así?
  • Totalmente, soy casi un adicto a las redes sociales, se apresura a confirmar Eduardo.
  • Más de una vez, continúa Julio, encontramos en alguno de estos -vamos a llamarle “amigos”- una serie de coincidencias y nos identificamos total y absolutamente con sus ideas, conceptos, nos gustan sus comentarios, ponemos que nos gustan sus cosas y ellos que les gustan las nuestras. A veces hasta se dan pasos que van más allá dirigiéndose mensajes personalizados… “Estimado amigo”, “querido amigo”, etc. Resulta que después de tanta identificación personal y emotiva, vamos caminando por la calle y nos cruzamos con el supuesto amigo y él no solo no nos saluda, sino que nos ignora totalmente. Entonces, les pregunto ¿Cuál es el real? ¿el amigo macanudo con el que me comunico todos los días vía facebook o el señor que nos ignora olímpicamente cuando lo cruzamos por la calle?
  • Obvio que el real es el que nos cruzamos por la calle, se apresura a responder Eduardo.
  • No, respondió Julio
  • ¡Como que no! si es él el que le da origen al que vemos en la computadora, el real es el que cruzamos por la calle…
  • No, no importa eso, insistió Julio. Para nosotros ambos son reales. Uno es un amigo que nos da satisfacciones todos los días con sus intervenciones y comentarios y con quien tenemos un diálogo afable y amigable ¿eso no existe? Si que existe, al menos para nosotros. Otro es un señor que viene caminando por la calle y que nos cruza sin observar siquiera que pasamos a su lado ¿eso existe? Sí que existe. Es una persona de existencia real, como diría un abogado.
  • ¿Ambos son reales?
  • Ambos son reales y tenemos la posibilidad de elegir cual –al menos para nosotros- existe y cual no, porque podemos ignorar a ambos o a cualquiera de los dos, según nuestro criterio.
  • Chupate esa mandarina… ¡Que buen argumento Julio…!
  • ¿y entonces a que conclusión llegas?
  • Entonces es muy sencillo, para mí –de ahora en adelante- el real será el amigo que tengo en la red social y que me hace sentir bien todas las mañanas y no el sorete que me cruzo caminando en la peatonal y que no me da ni cinco de bolilla, remató Eduardo poniendo punto final a toda especulación.

[1] Este cuento forma parte del libro “De todo, como en botica” de Rodolfo Oscar Negri, impreso por Editorial UCU en febrero de 2017. Este cuento obtuvo el segundo premio del Certamen Provincial de Poesías y Cuentos Cortos “Hector de Elia” en su edición 2016 organizado por la Escuela Media 8 de Colonia Elía (Entre Rios).

Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 23/2/2019

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