Una de las experiencias inéditas de este tiempo fue el encierro en la vivienda que puso en juego la capacidad de las familias de “estar a solas”. Quienes pudieron armar una “burbuja” en familia, contaron con un sostén “extra”.

En estos tiempos se ha puesto a prueba la consistencia de los vínculos: de pareja, de padres e hijos, de hermanos, de amigos. El vínculo durante varios meses se vio sobrecargado y sobreexigido. Cobraron mucha importancia las dimensiones de la vivienda. En primer lugar, la posibilidad de contar con un “adentro” y un “afuera”. El tener un espacio para cada miembro de la familia o el compartir habitaciones son todas problemáticas que acompañaron los conflictos territoriales del aislamiento.

Fue un momento de reconfiguración de las formas de “estar juntos”. Nos encontramos con “versiones” propias y de los otros que no conocíamos. El vínculo de pareja sin duda cargó con mayores exigencias y desgastes. En tiempos de convivencias prolongadas y obligadas –reducido al mínimo el contacto con el mundo exterior–, en algunos casos se desarrollaron intensos estados de “fusión” y dependencia, diluyéndose la individualidad de cada uno.

Estas formas de apego, en algunos casos, mostraron sus fallas y llevaron a profundas crisis de celos, por lo que se estableció un sistema de hipervigilancia hacia el otro. La sensación de estar “con-fundido” con el cónyuge también generó angustia y necesidad de discriminación a través de actuaciones que se evidenciaron en infidelidades, refugio en el grupo de amigos, planteos de separación e incluso violencia.

Surgieron distintas problemáticas, desde las más destructivas hasta las enriquecedoras. En algunas parejas, este tiempo de encierro sirvió para consolidar la relación y “volver a elegirse”. También para conocerse mejor y mirarse, que no es lo mismo que verse. Ellas salieron de esta crisis más fortalecidas.
En otros casos, las parejas no resistieron estos desafíos extremos y decidieron la separación. Puedo asegurar que se multiplicaron las consultas por conflictos conyugales. «

María Fernanda Rivas. Lic. en Psicología. Psicoanalista. Especialista en pareja y familia. Asesora del Depto. de pareja y familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Autora del libro “La familia y la ley. Conflictos-Transformaciones”.

Fuente: Tiempo Argentino