El 12 de junio de 1974 Juan Domingo Perón le habló al pueblo reunido en la Plaza de Mayo desde el balcón de la Casa Rosada en un desesperado llamado a la unidad nacional para enfrentar un complejo panorama político y económico. Fue un esfuerzo inocultable del que no se recuperó: esa misma noche empeoró su salud y murió 19 días después.
“Llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”, dijo el presidente con esa voz inconfundible, pero ese día algo cascada, y la frase sonó a una verdadera despedida.
El mediodía del 12 de junio de 1974, con casi 79 años a cuestas y el corazón debilitado, Juan Domingo Perón le habló por última vez al pueblo reunido en la Plaza de Mayo desde el balcón de la Casa Rosada. Enfundado en un sobretodo gris con solapas negras, detrás de un vidrio blindado para protegerlo de un temido atentado, el líder justicialista hizo un desesperado llamado a una unidad que ya estaba definitivamente resquebrajada.
Había pasado poco más de un mes desde que, el 1° de mayo, durante su anterior mensaje desde el balcón, ese quiebre se había mostrado como un mapa que partió en dos a la plaza y dejó una mitad vacía.
Estaba ahí, en ese balcón tan suyo, por una urgente necesidad política que pesó más que las recomendaciones de sus médicos, cada día más alarmados por el visible deterioro de su salud.
Era un Perón que se sentía acosado desde dos frentes.
Por un lado, la ilusión del “Pacto Social”, al que había convocado al llegar por tercera vez a la presidencia en 1973 junto con la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Confederación General Económica (CGE) para tratar de congelar precios y salarios, había fracasado, aunque nadie – ni el mismo – lo reconociera.
Por otra parte, había visto resquebrajarse definitivamente su proyecto de “unión nacional” -simbolizado en su abrazo con el líder radical Ricardo Balbín – porque se le partió incluso su propio movimiento.
La salud del General
Juan Domingo Perón había asumido la presidencia de la Nación por tercera vez el 12 de octubre de 1973. Tenía 78 años y una afección cardíaca grave. Sabía que esa vuelta a la Casa Rosada le costaría la vida.
Había regresado a la Argentina con problemas urológicos crónicos y el antecedente de un infarto, lo que se conoce actualmente como miocardiopatía isquémica. Tenía sus arterias coronarias obstruidas y el corazón dilatado, con lo cual sufría angina de pecho e insuficiencia cardíaca.
El 21 de noviembre – cuando llevaba poco más de un mes en el cargo – tuvo un edema agudo de pulmón. A partir de ese momento, se formó un equipo de 7 médicos cardiólogos que hacían guardia en forma permanente y lo seguía a todas partes. Estaba coordinado por Domingo Liotta, entonces secretario de Salud, y por Pedro Cossio, médico de cabecera de Perón.
Cuando Juan Domingo Perón apareció en el balcón, la multitud que colmaba la Plaza de Mayo lo vitoreó.
Con voz débil y cascada, pero sin dejar de transmitir la potencia política que siempre había caracterizado a su liderazgo, el presidente habló:
“Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible. Hoy es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos a nuestro al pueblo, y nosotros no defendemos ni defenderemos jamás otra causa que no sea la causa del pueblo. Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda”, dijo desde el balcón, detrás del vidrio blindado.
Con esas palabras trataba de sostener la ficción de su equidistancia entre supuestos extremos. Pero no era sólo “el movimiento” lo que se le ha quebrado. Era también su proyecto económico basado en la “conciliación de clases”, el famoso “Pacto Social” entre los trabajadores y la “burguesía nacional”.
Por eso continuó, en un nuevo llamado a la unidad del pueblo detrás de ese imposible proyecto: “Sabemos que en esta acción tendremos que enfrentar a los malintencionados y a los aprovechados. Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni los aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la desgracia del pueblo. Sabemos que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que nos querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie puede ser detenido por nadie”, dijo.
Perón habló durante 13 minutos y al terminar era notorio el esfuerzo que le había costado. Sus últimas palabras sonaron a despedida:
“Compañeros, yo llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo en que el pueblo trabajador de la Ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Buenos Aires me trae este mensaje que yo necesito. Compañeros, Con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el último aliento. Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”, dijo con inocultable emoción.
Es imposible saber si, al aparecer por última vez en el balcón, Perón recordó o no el primer discurso que había pronunciado desde allí, el de aquel lejano 17 de octubre de 1945.
Lo cierto es que, en su último discurso volvió a hablar del “espectáculo” del pueblo reunido que quedaría grabado en su “retina” – “grandioso” el 17 de octubre de 1945, “maravilloso” el 12 de junio de 1974 -, repetición al que le agregó esta última vez la “maravillosa música” que se llevaría en sus oídos.
(NR.: No puedo sino evocar aquel momento con una emoción profunda y tremenda, porque estuve en aquella Plaza, vivando al General y para defender el gobierno popular y aquel recuerdo todavía hoy me conmueve enormemente. RON)
(fuente: Infobae)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 12/6/2022