El organismo confirmó que las carencias no afectan solo a la salud corporal, sino también a la mental. Pone a la competitividad como una de las grandes responsables.
Según el informe, el 11% de la población mundial, es decir, más de 970 millones de personas en todo el mundo, padecen algún trastorno mental.
Entre ellos, 280 millones sufren depresión y 301 millones ansiedad. También se recuerda que cada año se suicidan 700.000 personas, la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
Por otra parte, aclara que la depresión es la principal causa de enfermedad, y que ésta muchas veces se debe a la falta de trabajo o a no tener un trabajo digno y gratificante.
En los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre un tercio y la mitad de las solicitudes de prestaciones por incapacidad se deben a motivos de salud mental, y entre los adultos jóvenes se calcula que superan el 70%, agrega.
Tomando solamente el primer año de la pandemia de covid-19, los problemas mentales aumentaron un 25%, según el informe. Además, con más de un billón de pérdidas anuales para las economía, «las consecuencias del aumento de los problemas de salud mental son colosales tanto para los individuos como para las sociedades en su conjunto», advierte el relator.
La influencia del mercado laboral
Más allá de debatir sobre «cómo aumentar el presupuesto para los problemas de salud mental», De Schutter aconseja «incidir en los factores que subyacen a esta epidemia de depresión, ansiedad y agotamiento». En particular, hace referencia a la «precarización laboral, aunque también el cambio climático».
«Se ha demostrado que el trabajo precario empeora aún más la salud mental, debido a la inseguridad, la falta de poder de negociación, los salarios injustos y los horarios de trabajo extremadamente impredecibles, que hacen imposible lograr un equilibrio saludable entre la vida laboral y la personal», exhibe.
Por eso mismo, hace un llamado a los gobiernos para «establecer protecciones legales que garanticen un trabajo decente y un salario digno, y refuercen la protección social proporcionando una renta básica incondicional, desestigmaticen los trastornos de salud mental y faciliten el acceso a espacios verdes que permitan volver a conectar con la naturaleza».
«Nuestra obsesión por el crecimiento creó una economía del agotamiento: una carrera para aumentar los beneficios de una pequeña élite en la que millones de personas han quedado demasiado enfermas para correr», destaca.
Para concluir, en su informe afirma: «Aumentar el PIB a toda costa está creando un maremoto de mala salud mental en las personas en situación de pobreza».
(fuente: https://www.ambito.com/)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 25/10/2024