Rubén I. Bourlot –
La Asamblea General de las Naciones Unidad declaró el 11 de febrero Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia mediante una resolución fechada el 22 de diciembre de 2015.
Es oportuna la fecha para desgranar unos párrafos de reconocimiento a la científica entrerriana que abrió el camino a la exploración del uranio en el territorio patagónico.
Este reconocimiento tiene un doble valor. Por un lado es una contribución a la historia de la ciencia en la provincia que hasta hoy permanece marginada de los textos de divulgación histórica, y por el otro una reivindicación al papel de las mujeres que se dedicaron a actividades que tradicionalmente les son hostiles. Y decimos hostil porque la actividad de la geología y similares estuvo monopolizada por hombres; implicaba trabajar en terrenos de difícil acceso a los que tal vez las mujeres estaban menos habituadas. Más aún, en una sociedad que encasillaba fuertemente los papeles que debían ocupar hombres y mujeres, el hecho de realizar tareas fuera de las tradicionalmente asignadas a la mujer que era el hogar con la maternidad y los cuidados, cercenaba cualquier vocación que escapara de esos cánones. Recordemos que el ejercicio del magisterio, un trabajo que se consideraba “femenino” por su similitud con las tareas hogareñas de enseñanza de los hijos, también implicaba la renuncia de la mujer a su plenitud en tanto en muchos casos se le tenía prohibido casarse y por lo tanto tener hijos y formar una familia.
Una de las protagonistas que se atrevió a traspasar esas barreras invisibles, o no tanto, fue la doctora María Teresa Carri de Riggi, la segunda mujer geóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires en 1930 (Edelmira Mórtola fue la primera geóloga de la República Argentina al obtener, en 1921, el título de doctora en Ciencias Naturales de la Universidad de Buenos Aires).
En una ponencia presentada por Víctor Alberto Ramos (también geólogo) en el Sexto Congreso Argentino de Historia de la Geología, realizado en Tucumán el 6 de octubre de 2023, titulada “El Expediente secreto de la Comisión Nacional de Energía Atómica” descubre a la paranaense protagonista de esta historia “que por más de 50 años estuvo encargada del Museo de Minerales y Rocas de la antigua Dirección de Minas y Geología. Esta fascinante historia nos muestra cómo una serie de hechos fortuitos produjeron estos importantes hallazgos.
“La ‘Doctora’ Riggi fue una de las primeras geólogas argentinas egresada de la Universidad de Buenos Aires que tuvo una larga carrera profesional. Sin embargo, es poco conocido que a ella le debemos el hallazgo de las primeras evidencias que llevaron a descubrir yacimientos de uranio en la Patagonia. Esas primeras evidencias condujeron a que hoy día sea esta región la que tenga las mayores reservas de minerales uraníferos del país.”
María Teresa nació en Paraná, Entre Ríos, el 11 de julio de 1906. Estudió el nivel secundario en el Liceo Nacional de Señoritas de Buenos Aires y entró en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires en 1926. En marzo de 1930 terminó sus exámenes, pero en esa época no se expedía un título si no se terminaba una tesis doctoral. Recién en marzo de 1949, de acuerdo con las nuevas reglamentaciones, solicitó y le otorgaron el grado de Licenciada en Ciencias Naturales con orientación en geología. En 1936 se casó con Agustín Riggi, también geólogo.
A la búsqueda del uranio
Su trabajo profesional fue realizar estudios de minerales y yacimientos en la Dirección de Minas y Geología donde ingresó en 1932. Su primera función, en ese mismo año, fue la de jefe del Museo de Mineralogía y Geología, fundado por Henry Hoskold en 1890.
Llevó a cabo trabajos de campo en San Luis, Córdoba, Buenos Aires y el norte de la Patagonia. En esta última región estudió yacimientos carboníferos, que en ese momento se intentaban correlacionar con los de Chile que se encontraban en plena explotación.
En 1950 dejó la Dirección de Geología y pasó al Servicio de Economía Minera. En esos años, analizando en la colección de minerales y rocas del museo -según sus declaraciones más de 30.000 muestras-, encontró la presencia de minerales radiactivos. Trabajó sobre las muestras de areniscas asfaltíferas, colectadas por Anselmo Windhausen, procedentes del valle superior del río Chico y detectó la presencia de mineralización de uranio. Estos datos se complementaron al constatar que las perforaciones petroleras realizadas en este sector de la cuenca tenían en sus perfiles gamma anomalías radiactivas.
La presencia de uranio se encuentra localizada en la formación Río Chico y en la de Cerro Barcino del Grupo Chubut. Esta mineralización aloja actualmente en un solo yacimiento más de 5.000 toneladas de uranio constituyendo la reserva de minerales radiactivos más importante del país.
El uranio se utiliza principalmente como combustible que se usan en las centrales nucleares que en nuestro país son las de Atucha y Embalse de Río Tercero para producir energía eléctrica libre de emisiones de dióxido de carbono. Argentina integra el reducido número de diez países que dominan el Ciclo de Combustible pero actualmente, según un informe oficial, no se desarrolla la cadena completa en el país (no se llevan a cabo las actividades de explotación y concentración de uranio) por las restricciones impuestas por grupos de presión, principalmente ambientalistas multinacionales.
La Comisión de Energía Atómica
Como consecuencia de estos hallazgos a fines de 1952 fue invitada a ingresar en la flamante Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) donde se desempeñó como Jefe del Departamento de Geología y Minería por varios años. La CNEA a través de un expediente reservado felicitó a la Doctora Riggi por la iniciativa y los estudios que dieron por resultado los descubrimientos de minerales radiactivos.
Durante su permanencia en la CNEA continuó trabajando en el estudio de areniscas procedentes de la región patagónica para identificar nuevos yacimientos de uranio.
A partir de 1961, por solicitud de las autoridades de la Secretaría de Minería, fue adscripta nuevamente a la Dirección Nacional de Economía Minera, y en 1962 se desempeñó como jefa del Departamento de Promoción de la Producción Minera.
Como complemento a sus actividades en la Dirección Nacional de Economía Minera el Instituto Nacional de Geología y Minería, bajo la conducción de Roberto Tezón, le encomendó, en 1965, la instalación de la Exposición Minera Industrial Permanente que la tuvo al frente hasta su jubilación. En 1975 la presidenta María Estela Martínez de Perón la felicitó al cumplir el décimo aniversario de la exposición. La misma estaba orientada principalmente al público escolar y en general para vincular a la comunidad con la actividad minera nacional. La misma estuvo abierta hasta 2018 cuando el gobierno de entonces deja sin espacio a la exposición.
En 1986, a los 80 años, se acogió a la jubilación y falleció en 1989.
Ponencia de Víctor A. Ramos: “El Expediente secreto de la Comisión Nacional de Energía Atómica” presentada en el Sexto Congreso Argentino de Historia de la Geología.
(Fuente: Historias de la Solapa)