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La decadencia argentina

por Luis Alejo «ToTo»  Balestri (1)   –

Segunda Parte

En una publicación anterior con el mismo nombre, demostramos que no había sido el peronismo el causante de una supuesta decadencia argentina al romper el llamado “modelo agroexportador”. Además, la información estadística demuestra que la economía peronista en ese tiempo fue tan pujante como la agroexportadora y estuvo lejos de tener una decadencia.

Si retomamos los datos del informe Maddison citado en la primera parte, podemos demostrar lo anterior recurriendo a ese ranking histórico de países ubicados según su PBI por habitante. Del informe extraemos que en 1943 y en 1948 la República Argentina vuelve a estar ubicada apenitas por debajo del décimo puesto. Es decir, igual que en lo que los oligarcas llaman la “edad de oro”.

No solo no habíamos retrocedido, sino que muchas veces estábamos mejor. Los puestos en el segundo decil de principios del siglo XX es en un listado de 51 naciones donde se pudieron generar datos. Las posiciones similares o mejores de 1943 y 1948 están en un listado de 138 países que ya tenían estadísticas. ¡No es lo mismo estimar que medir! ¡Tampoco ser décimos de 50 que de 140, en términos redondos!

El dato más relevante es que esa importante posición entre los países de mayores ingresos per cápita fue con una distribución donde el trabajo se llevaba el 50% de nuestra capacidad productiva. Y el desarrollo avanzaba.

Pues bien, si la ruptura del modelo agroexportador no significó decadencia y el peronismo no tiene nada que ver, ¿Cuándo se inicia el declive argentino?

Retomo el artículo de Aldo Isuani llamado “la decadencia argentina” y publicado por Perfil. Recuerdo que el autor es un académico, con posgrado en FLACSO y en el país del norte, no peronista que se afilió al radicalismo con Alfonsín, siendo funcionario de su gobierno y volvió a la gestión en tiempos de De la Rúa.

Es este autor, no sospechado de grieta o al menos neutral quien nos dice “una fotografía de la Argentina sesentistamuestra grande progresos en el desarrollo de industrias de base como la siderurgia, el aluminio y la petroquímica, autosuficiencia en la producción de energía fósil e hidroeléctrica, fabricación de automotores de marcas nacionales, avanzada investigación en energía nucleas, fabricación naviera y aeronáutica, universidades prestigiosas e investigación científica destacable. Poseía una sociedad con alto nivel de integración social y muy importante desarrollo de los sistemas educativos y sanitarios. Hacia fines de los sesenta, el PBI per cápita no era el equivalente al de los países europeos pero duplicaba al de Brasil”.

De modo muy claro, el intelectual citado está indicando que a pesar del golpe de Estado de 1955, de la entrada al FMI y los primeros préstamos condicionantes de la política económica, el proceso virtuoso del crecimiento por sustitución de importaciones no se había cortado. Continuó de forma inercial y se fortaleció con el gobierno de Illía. El golpe de 1966 le creó problemas pero con el desplazamiento de Krieger Vasena se retomó la senda del crecimiento.

En su retorno en 1974, el peronismo elaboró y comenzó a ejecutar un plan trienal que, sostengo, hubiera consolidado nuestra industrialización y la construcción de un país distinto; más potente y más justo. Las exportaciones industriales crecieron de modo importante y se abrieron mercados impensados. La distribución del ingreso volvió a ser del 50% y durante un año controló la inflación. El intento quedó trunco con la muerte de Perón. Con aciertos y desaciertos llegamos a 1976 donde ocurrió el hecho que nos condena hasta hoy.

El inicio de la decadencia argentina está en la dictadura genocida, la misma que reivindica el gobierno actual y cuyo proyecto vuelve a presentar. Este es el punto en el que no coincido con Isuani. El marca tensiones entre el sistema económico y la sociedad y el inicio del declive se produce hacia fines de los 60. No es así. No desconozco la existencia de conflicto que complican el proceso pero el modelo de crecimiento por sustitución de importaciones fue destruido no por esas tensiones; sino por una pura decisión política de los argentinos. ¡Esta vez si no cabe responsabilidad!

Una responsabilidad que es mayor en la nueva clase o élite empresarial que después se identificaron como “capitanes de la industria”. Fueron ellos, apoyados por la inefable “embajada” los que alentaron el golpe y el exterminio que padecimos, mientras (como ahora) aprovechan la coyuntura para “hacerla con pala”. . La política económica de Martínez de Hoz, dirigente de este grupo empresarial, consistió en los primeros años en modificar el sistema financiero para adaptarlo a los cambios que se producían en el contexto internacional y en la destrucción de la industria. En la segunda parte creó la bicicleta financiera, la misma que ahora aplica Caputo para endeudarnos y condicionar nuestras decisiones y desarrollar hábitos especulativos ven vez de productivos.

La historia nos enseña que el modelo económico que la oligarquía impuso a sangre y fuego después de Caseros y que significo un buen ingreso nacional para unos pocos se quebró desde el “centro del mundo” y por factores ajenos a nosotros. Tuvimos algunas sacudidas y como fue en muchos lados surgió un proceso de industrialización impensado. Ese proceso fue tomado y guiado por el Peronismo hasta reposicionarnos en el mundo de posguerra.

Por dichos motivos, mi tesis es que la decadencia argentina (que es innegable) comenzó un 24 de marzo de 1976 y puede plasmarse en el enorme retroceso en el ranking hasta situaciones del cuarto decil.

Pero también puede demostrarse por otros estudios complementarios, que toman como fundamento los datos de la misma base de la OCDE. Hay un libro de Kulfas que presenta un estudio comparativo, comparando la evolución de nuestro PBI por habitantes con otros países y verificando cómo evoluciona la brecha que nos diferencia. Realizó esa comparación con los 12 países de Europa integrada (antes de la última ampliación); con Estados Unidos, con Australia y Canadá y con los vecinos Brasil  y Chile.

La comparación con Europa indica que la brecha se comienza a agrandar a partir de 1920 y recién se detendría y achicaría durante la guerra y la primera posguerra. Después del Plan Marshall se detiene y se sostuvo hasta la dictadura militar. En todo ese período nuestro PBI per capital se mantuvo en un 70% del europeo. Después de la dictadura la la brecha es cada vez mayor, hoy nuestro indicador no llega al 40% del europeo.

La comparación con Estados Unidos es particular. Ambos países se parecen, desde la independencia de cada uno surgieron proyectos diferentes pero las respectivas guerras civiles tuvieron desenlaces diferentes. En el país del norte la guerra terminó con el triunfo del norte industrialista que sostuvo una agricultura integrada y no esclavista. En nuestro caso triunfó una minoría comercial y financiera vinculada al puerto que destruyo las primeras industrias y nos insertó al mundo dependiendo de la economía inglesa. A pesar de nuestra supuesta “edad de oro” la brecha se agranda a favor de Estados Unidos con algunos momentos particulares como las guerras en las que interviene y la crisis de 1930.

El único tiempo donde la brecha se estabiliza es en la segunda posguerra. Dice el autor del libro que “el escenario de la segunda posguerra revela una fenómeno aún más acentuado que el observado en la comparación europea, en aquellos años de crecimiento acelerado, la brecha entre el producto por habitante argentino y el estadounidense siguió estable: ambos países crecieron a ritmos similares”.

Comparemos ahora con Chile. Entre 1904 y 1972 el PBI por habitante nuestro fue un 34% más alto que el chileno y después de 1970 se amplió hasta los años 80. A fines del decenio siguiente se habían igualado y con nuestra crisis del 2001 el PBI per cápita chileno no pasó. Causas de la decadencia argentina quedan muy en claro.

Algo parecido pasó con Brasil. Hasta fines de la década del 20 el nuestro era muy superior al vecino y la brecha era creciente. A partir de 1930 Brasil comienza a reducir en forma sostenida, pero en tiempos del peronismo nuestro pbi per cápita era 4 veces superior. Hacia 1990 era de solo un 31% mayor. Los procesos industriales fueron bastantes parecidos, aunque quizás el proceso en Brasil tuvo un componente diferencia en el menor salario relativo. Es importante remarcar que cuando la dictadura genocida en Argentina interrumpió la industrialización, la brasileña sostuvo el proceso industrial achicando la brecha que se estabilizó en el nuevo siglo.

Dejo para lo último la comparación con Australia porque constituye un clásico de la historia económica comparada (quizás también con Japón). La comparación con el país oceánico es extensible a Canadá. Las tres naciones tienen factores productivos y condiciones estructurales en principio muy similares. Todos son de cierta extensión y poco poblados, con una importante dotación de recursos naturales y similares condiciones agroecológicas para la producción agraria.

La economía australiana, que al igual de la norteamericana se basó en extensiones razonables de tierra y no en latifundios como aquí, el crecimiento del país oceánico es algo superior al argentino, pero esa brecha se sostuvo durante las décadas de los 40 a los70. Como es de esperar, después de nuestra dictadura casi que hoy nos duplica en el indicador.

En consecuencia, creo que con estos datos puedo indicarle al autor del artículo de Perfil que no fue a fines del 60 sino a mediados del setenta donde comenzó la decadencia y que lamentablemente la democracia que recuperamos en el año 1983 no pudo cumplir con aquellas consignas que planteó Alfonsín; van 40 años donde muchos no pudieron comer, ni educarse, ni curarse.

Surge aquí la cuestión de una “clase dirigente” que no estuvo a la altura de lo requerido y que en los tiempos actuales manifiesta un deterioro terrible. Entre esa clase dirigencial con muchos incompetentes, encontramos a muchos que se han llamado y se llaman peronistas, pero que como dijo Dorrego, ya no lo son. Quizás ya no haya peronistas pues casi todos han perdido sus principios y sus identidades y son capaces de vender hasta la abuela.

Ya me extendí demasiado pero la información disponible hacía necesario el espacio.

Es importante que comprendamos y aprendamos estas verdades y salgamos a difundirlas, porque hoy lo único que se escucha es el discurso de Milei atribuyendo a los años de peronismo el fracaso  de los argentinos y ninguna voz se alza aclarando.

Su discurso lo pasan los canales oficialistas, pero también los que no lo son, y las críticas a la postura del Presidente carecen también de datos. Pienso porque no lo conocen aunque están disponibles para todos. Solo hay que leer un poco más.

Alcemos la voz, la decadencia argentina es consecuencia del antiperonismo y de nuestra maldita oligarquía que destrozó el proceso de desarrollo con su dictadura genocida.

 

(1)  Luis Alejo “Toto” Balestri. – Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Córdoba (España).- Contador Público por la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). – Diplomado en Relaciones Internacionales por la Círculo de Legisladores del Congreso de la Nación Argentina y el auspicio de la UBA.