Por Ángel Harman –
El gobierno correntino, bajo la conducción de Pedro Ferré, basó su política fiscal en la creciente recaudación de recursos genuinos a través de un sistema “mercantilista”- proteccionista- que intentó eliminar el déficit comercial mediante el estricto control del gasto público. Cuando en 1830-31, se discutieron las relaciones interprovinciales, el gobernador correntino planteó enérgicos reclamos al gobierno de Buenos Aires, pretendiendo disputar a los porteños el monopolio del tráfico comercial con ultramar y el beneficio de las rentas de la aduana bonaerense.
Desde 1830 la provincia de Corrientes, insistió en sus reclamos a través de su gobernador Pedro Ferré, quien criticó con sólidos argumentos las nefastas consecuencias de la política librecambista defendida por Buenos Aires, que afectaba a la producción no sólo de Corrientes sino de otras del interior y, en particular, al sector de las manufacturas y pequeñas industrias. Pero la falta de apoyo por parte de los representantes de Entre Ríos y de Santa Fe ante la Comisión Representativa de las Provincias Litorales, hizo que su prédica quedara momentáneamente relegada.
Pero desde 1848-49, las políticas comerciales y monetarias porteñas que pretendían garantizar, a cualquier costo, las ventajas para Buenos Aires, impusieron importantes limitaciones a las estrategias financieras y monetarias de los gobiernos litoraleños, cuando Rosas dispuso el impedimento absoluto de sacar metálico hacia las provincias del Litoral. Ante esta nueva realidad que paralizaba sus negocios y amenazaba la supervivencia de su poder, los notables entrerrianos comprendieron que la alianza con Buenos Aires ya no tenía sentido. Esta fue una de las causas fundamentales –pero no la única- de la ruptura y posterior campaña militar contra el gobernador porteño.
En cambio, los gobiernos de Entre Ríos, desde 1832 hasta 1851 secundaron la política impuesta por los gobernantes de Buenos Aires. Sólo los gobiernos correntinos persistieron en sus reclamos ante las restricciones a la navegación del río Paraná que había decidido el gobierno de Rosas. Tanto los gobernadores Pascual Echagüe como Justo José de Urquiza contribuyeron con los ejércitos entrerrianos en la represión de las “rebeliones” correntinas, que en realidad eran una consecuencia de los impedimentos comerciales ejercidos desde el gobierno rosista.
Al producirse la ruptura de Justo J. de Urquiza con el gobernador porteño, Corrientes se alió con el gobernante entrerriano y contribuyó con hombres y balsas para la campaña que culminaría el 3 de febrero de 1852 en Caseros.
Es preciso recordar que la historia con afanes localistas y de exaltación de determinadas figuras poco explica sobre el proceso histórico de conformación del Estado-Nación y de formación de la nacionalidad argentina. La interpretación del proceso de las autonomías provinciales y de construcción del Estado argentino no puede centrarse en las bondades o perversidades de los personajes, sino en los intereses en pugna.