Por: Norberto Galasso
¿Quiénes son los hombres de Artigas?, se pregunta el historiador Jesualdo. Y responde: “Con viejas carabinas enmohecidas, sables mellados y sin empuñadura, pistolones y trabucos naranjeros, hojas de tijera de esquilar y medias lunas de desjarretar enastadas en cañas, ornadas con trapos multicolores, van esos paisanos que ondean al viento sus camisas rayadas, sus chiripás de merino, los más sin sombrero o simplemente una vincha sujetando la revuelta cabellera, con sus rostros requemados por el sol de las cuchillas, con las narices aplastadas, anchas y sensuales, olfateantes, que parecen llevar todo el olor del campo, con los labios de esponja salientes como chatos higos maduros y los ojos inyectados en sangre o la mirada aguda de pajarraco criollo capaz de distinguir el meneo de un bulto en la espesa cerrazón o en la noche más oscura».
Y agrega Jesualdo: «Es una multitud desharrapada que lo sigue de cerca. Es gente que no entiende jerarquías.
¿Qué es en verdad para ellos un jefe?
Changadores, troperos, negros bisoños, indios a medio civilizar, desheredados de la fortuna y amigos de la infancia y correrías…
Un jefe es nada más que un hombre más ‘leido’, más guapo, más hábil, más jinete, mejor enlazador o pialador, más ducho en las faenas de la yerra y del corambre, más discreto enamorador. Y a ese hombre no se le teme, se le admira.
Por eso van ahí con él, siempre irán con él, sus muchachos…».
(Fuente: muro de Facebook Efemérides políticas, históricas, sociales y culturales)