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La Argentina de Kondrátiev

Por Juan Martín Garay (*)   –      

Nikolái Kondrátiev fue un economista que elaboró la teoría de los ciclos económicos de largos períodos que pueden alcanzar hasta 60 años. Stalin ordenó su fusilamiento porque entre otras cosas sus análisis y estudios contradecían la profecía Marxista del fin del capitalismo. Se convirtió así -con su asesinato- probablemente en el primer y único economista fusilado de la historia mundial.

Kondrátiev estudió ciclos económicos largos, los actualmente llamados “ciclos Kondrátiev”, “ondas de Kondrátiev”, u “ondas K”. Estos ciclos pueden alcanzar un ciclo de 60 años como máximo, pasando en ese tiempo por cuatro estadios de manera cíclica-sinusoidal:

1). Emerge un nuevo actor económico de gran relieve y crecimiento exponencial.

2). Dicho crecimiento lo es en demasía pero, normalmente, suele estar acompañado de inflación.

3). El crecimiento es sostenido, pero con una fuerte sustentación financiera que, por lo general, alimenta una “burbuja” de especulación.

4). Cuando la “burbuja revienta” se genera un gran ajuste, endeudamiento, con menor demanda pero más capacidad, deflación y recesión.

Como bien explica José Manuel Martínez Sánchez en «Las ondas largas de Kondrátiev» (2001):

Kondrátiev matiza lo que llama la regularidad de los ciclos, que entiende en tres sentidos: como repetición en el tiempo, como similitud y simultaneidad de diferentes series de datos y como manifestación a escala internacional. La regularidad no implica por tanto una estricta periodicidad, que no es posible que se de en los fenómenos sociales y económicos. El período de los ciclos largos fluctúa entre 48 y 60 años.

La Argentina y Kondrátiev

Si llevamos al ejemplo argentino, con períodos aproximados de 50 a 60 años, podríamos pensar que llegaremos en breve a la finalización del último de ellos y con un contexto no previsto de pandemia. Al primero de estos podríamos contabilizarlo desde 1880 hasta 1930, el segundo hasta 1976 y el tercero hasta la actualidad. En el medio de cada período, las “altas y bajas” de la economía argentina fueron dando muestra de un comportamiento cíclico-sinusoidal.

Si tomamos fenómenos de incidencia a escala internacional, vemos que a inicios y mediados de los ´70, se dio un estallido económico en países de América Latina generados por las crisis de sus deudas externas. Los “petrodólares” adquiridos por estos países fueron utilizados para financiar los déficits públicos y crear “burbujas” de especulación financiera, haciendo uso de los ciclos de inflación-devaluación, en vez de usarlos en el desarrollo de sus economías productivas.

En 1976 se produjo en Argentina el último de los golpes de Estado perpetrado por las Fuerzas Armadas y el poder económico liberal. El Proceso de Reorganización Nacional y el gran endeudamiento externo con profundos cambios estructurales en materia económica llevados adelante por el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, conformaron un modelo basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura externa irrestricta, comercial y de capitales, destruyendo así el aparato productivo local con una marcada desindustrialización y un profundo endeudamiento externo.

Producto de la derrota militar en la guerra de Malvinas, el gobierno de facto perdió todas las esperanzas de mantenerse en el poder. Ante un fuerte reclamo multipartidario volvió la democracia y en 1983 fue electo Presidente el radical Raúl Alfonsín. Lo económico fue nuevamente la clave y el Plan Primavera pareció la solución, junto al traslado de la Capital entre otros temas claves. Junto con Don Raúl aparecieron los señores Grinspun, Sourrouille, Pugliese y Rodríguez (ministros de Economía ellos, no la línea de defensa de un equipo de fútbol), las Cajas PAN e intentos de saqueo.

A partir de 1989, fruto de una crisis económica hiperinflacionaria, asumió la Presidencia anticipadamente Carlos Menem. La solución encontrada por su equipo económico fueron las privatizaciones y el endeudamiento para sostener la convertibilidad. El “uno a uno fue la cenicienta”, una fantasía de que un peso podía valer igual a un dólar estadounidense de manera constante en el tiempo, descartando de plano el “salariazo” y la “revolución productiva” que había prometido para que lo sigan pues no iba a defraudar. Con un primer gobierno considerado “exitoso”, su segundo mandato no lo fue tanto.

Después de 10 años de “Menemismo” asumió la presidencia Fernando de la Rúa, el descrédito generado por la gestión anterior posibilitó su llegada a la Casa Rosada. Lamentablemente, durante su mandato inconcluso se profundizó y desató la crisis más grande de los últimos tiempos. “La crisis de diciembre de 2001” fue el final de una crónica anunciada no sólo en lo económico, sino también en lo político. La historia reciente de los últimos 20 años ya es conocida por todos, de la que cada persona al leer esto tendrá su propia vivencia desde la cuál apreciar la realidad y contexto actual para emitir su opinión personal.

Todo es política

Como todo es política y según dice un sabio General “nadie puede solucionar un problema social si antes no soluciona un problema económico, y nadie soluciona un problema económico sin antes solucionar un problema político”, la crisis de representatividad política que nos atraviesa en este tiempo termina siendo un factor clave en lo económico.

Si de política se trata, entonces tomemos un poco de filosofía para abordar este tiempo. Como nos enseña Marechal cuando expresa que la política es la hermana menor de la filosofía, vayamos al filósofo Marshall McLuhan para darnos cuenta que muchas veces pensamos en el futuro, lo que está por venir (ya sea real o como anhelo) pero en base a mirar el pasado reciente, sin tener en cuenta la gran dimensión de un pretérito más global y abarcativo que logre explicarnos un poco mejor todo lo que está por suceder, los verdaderos cambios que indefectiblemente se aproximan.

Un nuevo comienzo

Respecto de lo económico y lo social, no tener resuelto este conflicto de corto plazo ha condicionado indudablemente el resultado de la estabilidad económica de largo plazo. Las tensiones constantes entre los intereses corporativos y la puja distributiva parecen ser el mayor escollo. Ojalá pronto llegue lo que muchos esperamos, el advenimiento de un nuevo comienzo, donde lo económico con lo político dejen de estar en una constante contradicción, porque quien pierde con todo este asunto siempre es la gente.

(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.

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