Por Jorge Héctor Bonvin –
José Benjamín Zubiaur, de quien recordamos los cien años de su fallecimiento, fue fundamentalmente un educador. En su vida encaró distintos proyectos y ocupó distintos cargos, pero todos tenían un solo fin, el mejoramiento de la educación “deficiente y, que nos legó la Edad Media y aún impera soberana entre nosotros”, dirá en una conferencia en 1896. Esta conferencia lleva un nombre significativo. Mientras la generación del 80, durante la cual él desempeñó su labor, tenía como una de sus frases insignias aquella de Alberdi, “Gobernar es poblar”, Zubiaur entendía que la cuestión iba por otro lado, por eso este nombre que le da a su conferencia: “Gobernar es educar”, que además de ser una expresión de principios, refleja la vigencia que tiene hoy el pensamiento de este hijo adoptivo de nuestra ciudad. Seguramente que hoy esta frase sonaría mucho mejor en nuestros candidatos que las constantes “chicanas” que se deben soportar. |
José Benjamín Mariano Zubiaur nació en la ciudad de Paraná el 31 de Marzo de 1856, cuando nuestro país se debatía todavía en sus luchas internas. Solo tres años antes Justo José de Urquiza había dado al país su primera Constitución y desde el 5 de marzo de 1854 acompañado por el vicepresidente Salvador María del Carril, era el presidente de la Confederación que al separarse de Buenos Aires, tenía justamente en Paraná su capital.-
“De familia de origen vasco, pobre, modesta, honrada a carta cabal, luchó desde temprano aguijoneado por el duro acicate de la necesidad”[1]
Sus padres fueron Mariano Zubiaur y Dolores Pujato, personas dedicadas a la agricultura. Mariano era hijo de Joseph Zubiaur quien había llegado a nuestro país desde Bilbao, buscando mejores horizontes, a finales del Siglo XVIII. El fuerte carácter vascos seguramente influyó en quien iba a ser con los años uno de los grandes pedagogos argentinos.
Después de muchas gestiones sobre todo de su cuñado el Dr. Gregorio de la Fuente llegará al Colegio del Uruguay para continuar sus estudios. Varios años después cuando escriba su tesis de abogado agradecerá esta gestiones agradeciendo “a mi hermano político y protector el Dr. Gregorio F. de la Puente”.
En el colegio fue celador, bibliotecario y profesor suplente y estando en cuarto grado el gobierno de Avellaneda manda a cerrar los internados que funcionaban en el Colegio. Allí Zubiaur y un grupo de compañeros crean “La Fraternidad” de la cual fue primer presidente y defensor a través de los años. “La Fraternidad –dirá en algún momento- me tuvo en el número de sus fundadores y me tiene y me tendrá siempre en el más entusiasta de sus defensores”. Con motivo de cumplir la institución los primeros diez años escribirá en “El Investigador” ¡Quien iba a pensar que la humilde asociación que nació mecida, como se ha dicho, por la sonrisa de la incredulidad, se convirtiera en fuerte columna legendaria que quizás esté destinada a señalar un nuevo derrotero de la institución pública”
Terminado el bachillerato comenzó a estudiar abogacía en el mismo Colegio y además fundó una escuela primaria que denominó Franklin, que preparaba a los alumnos para ingresar al secundario.
Su carrera de abogado la terminó en Buenos Aires, la carrera del Colegio había sido cerrada. Su tesis “El Cuidado del Niño” que refiere a “la prevención del crimen por medio de la educación y corrección de la infancia” es de enorme actualidad consultada todavía para la confección de tesis que hablen del tema y que deberían leer aquellos que creen que la solución es bajar la inimputabilidad de los menores. Es necesario aclarar que nunca ejerció la profesión de abogado.
Cuando decimos que todas las acciones de Zubiaur están apuntadas a la educación incluimos su incorporación en el primer Comité Olímpico Internacional que en 1896 organizara las primeras olimpíadas modernas.
Si bien este tema no fue prioritario para Zubiaur por falta de tiempo y recursos económicos y porque tenía del deporte otros intereses, significó un enorme reconocimiento.
En 1889 Zubiaur junto a Alejo Peyret participaron en París del Congreso con que los franceses recordaban los 100 años de la toma de la Bastilla. La inquietud de Zubiaur era asistir sobe todo al Congreso Internacional para la Educación Física. Allí se encontró con el Barón Pierre de Coubertain, quien se sorprendió al encontrar en este docente entrerriano la idea de que la educación física y el deporte no eran actividades autónomas, sino que debían estar incorporadas el proceso educativo porque contribuían a completar la formación del joven.
Zubiaur y Coubertain “compartieron su entusiasmo por el modelo de educación física y deportes anglo-estadounidense. Zubiaur conoció allí al Coubertin pedagogo, no al que, cinco años después, se convertiría en el creador del olimpismo moderno. De hecho, al referirse a Coubertin en escritos posteriores, jamás lo asoció a los Juegos Olímpicos sino que lo describió como “un pensador progresista que recomienda públicamente el valor del deporte para que sea incluido en la currícula escolar”. [2]
En 1894, Coubertain reúne en La Sorbona a 2.000 personas y allí designa a 13 integrantes del Comité Olímpico Argentino y lo incluye a José Benjamín Zubiaur.
Aunque Zubiaur no pudo nunca participar ha sido uno de los motivos por los cuales su nombre ha llegado hasta nosotros. En cada olimpíada algún periodista rescata su nombre y una cuestión que a Zubiaur seguramente no le importara, es emocionante al ingresar al mítico estadio Panathinaikos, construido en mármol por los griegos para sus juegos muchos siglos antes de Cristo, encontrarse con un monolito donde está el nombre de José Benjamín Zubiaur.
Cuando es designado integrante del COI, ya era hacía dos años rector del Colegio Nacional y lo será hasta 1898. Para leer en profundidad sobre este tema es muy recomendable el libro del profesor Celomar Argachá, “Un educador de la generación del 80. José Benjamín Zubiaur”.
Su rectorado fue de extraordinaria importancia porque Zubiaur introdujo muchas modificaciones. Incorporó las actividades prácticas para que los alumnos salieran preparados para afrontar algún trabajo, incorporó las actividades físicas, realizó por primera vez viajes de estudios. Hoy que todo se conoce por internet, en esa época había que ir al lugar. Fue así que uno de los viajes fue conocer la Casa Histórica de Tucumán y en Rosario el Monumento a la Bandera y San Lorenzo. El primero de los viajes fue a Concordia en barco.
Pero seguramente lo más destacado de su rectorado lo constituyó el haber logrado que las mujeres accedieran a educarse en el Colegio, eso dio la oportunidad de que pudiera recibirse de bachiller para luego ser la primera médica entrerriana a otra destacada figura e nuestra ciudad, la recordada Teresa Ratto.
Finalizado su rectorado es designado inspector por el Ministerio de Educación donde cumplió una gran labor defendiendo la escuela pública pero esta escuela debía ser con maestros capacitados que no podían ser “jóvenes inexpertos o personas sin preocupación”, bien pagos y con edificios adecuados y no como los encontró en el sur a los que llamó directamente “tugurios”.
Fue fundador y director de la revista La Educación que por 20 años fue una expresión de la educación argentina reuniendo a los mejores pedagogos del país y trayendo las novedades que se producían en Francia e Inglaterra y en menor media en Estados Unidos.
Fue gran promotor de la educación industrial y traduce en 1889 junto con el profesor Joseph Henry Gybbon Spilsbury el libro “La Educación Industrial: Informes sobre la educación industrial de los Estados Unidos de Norte América y países europeos” del norteamericano Carrol Wrhight.- Un año después completa su obra con la publicación de “La enseñanza práctica e industrial en la República Argentina”. El Congreso Industrial Argentino adoptó las conclusiones de Zubiaur y declaró “la necesidad de dar una tendencia práctica e industrial a la enseñanza en todos sus grados”.
Después de su jubilación, ocurrida contra su voluntad, todavía tendrá tiempo para crear la Protectora de Niños, Pájaros y Plantas y la primera Escuela Nacional del Delta y no lo hace en cualquier isla del lugar sino en la que Sarmiento había construido su casa, hoy existente, a la que llamó “Procida” como la pequeña isla que está frente a Nápoles.
Su última labor será, ya con 60 años, ocupar la presidencia del Consejo Superior de Educación de Corrientes.
Al cumplirse los cien años de su fallecimiento lo que podemos decir con seguridad que su voz y sus ideas se mantienen todavía vigentes.
Si bien nunca fue reconocido con grandes cargos, cosa que merecía con creces, fue destacado por su honradez y su desinterés material. Julio Torres, quien dirigía “La Educación”, dirá en 1898: ““Veinte años de lucha constante por la cultura nacional, habiendo hecho sentir los frutos benéficos de su acción en toda la República, sin pensar nunca en bienes materiales, ni dejar para sí otro tesoro que la esperanza de mejores días para la patria observando siempre una honradez intachable, aún en los momentos de la más fuerte corrupción, sirviendo a la juventud desde la cátedra, a la vez que mediante diarios, revistas y libros, el Dr. Zubiaur se ha colocado ya a la altura de los argentinos cuyo ejemplo debe presentarse al respecto de las generaciones.”
Pero su reconocimiento se ha hecho escuchar en otros tiempos, Federico Bardi, en una conferencia en la Escuela Carlos Pellegrini de la Capital Federal dirá un 6 de septiembre de 1941: “El Dr. Zubiaur era un hombre de ideas y de acción, de propósitos firmes e inquebrantables, de temperamento reflexivo y enérgico”
Una deuda uruguayense
En su testamento José Benjamín Zubiaur dejó escrito que quería que sus restos fueran cremados y sepultados debajo de una mora que él había plantado en el Colegio Nacional. Este último deseo de Zubiaur parece no haber sido cumplido ya que en el Colegio no hay ningún árbol de mora y nadie tiene referencia sobre sus restos.
Zubiaur fue sepultado según está escrito en El Monitor que “la inhumación de los restos del Dr. Zubiaur en el Cementerio del Oeste, verificado el día 7…”. El cementerio del Oeste es la actual Chacarita.
Hoy a cien años de su muerte debemos asumir el compromiso que de ser posible, los restos de Zubiaur descansen en el Colegio Nacional porque significaría que su último deseo fue cumplido y un reconocimiento por todo lo que hizo por nuestra ciudad y la educación del país.
[1] “La Obra Cultural del Dr. Zubiaur” – Dr. Tomás L. Garrone – Imprenta Damiano – 1916
[2] Ezequiel Fernández Moores – 200 años de Deportes – Página 12 – 5 de Abril de 2010
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 6/9/2021