El Gobierno presentará un proyecto de ley para el sector del hidrógeno, con el objetivo de darle un marco legal a la actividad y, a la vez, promover las inversiones. Se trata de una de las opciones energéticas que mira el mundo para reducir el uso de combustibles fósiles, por lo que la intención es apuntar a la transición energética y, al mismo tiempo, desarrollar áreas que generen dólares por exportaciones. La propuesta fue charlada con el Fondo Monetario Internacional como uno de los puntos de políticas para el cambio climático.
Sin embargo, Argentina no es el único país de la región con recursos naturales: las compañías energéticas que estudian incursionar en hidrógeno también miran hacia Chile. El país vecino ya comenzó licitaciones públicas para desarrollar proyectos piloto. Por ese motivo, además de dar un margo regulatorio, el Gobierno incluirá un apartado de incentivos económicos. Se trata de una industria de capital intensivo, con amortizaciones que pueden darse a 20 años, por lo que estudian algún régimen de garantía de acceso a divisas, para dar previsibilidad a la hora de invertir o importar.
En base a estimaciones conservadoras, Argentina podría llegar a 2050, año clave en el Acuerdo de París, con el 2,5%-5% de penetración en el mercado mundial, lo que implicaría inversiones de al menos u$s100.000 millones y exportaciones por más de u$s15.000 millones anuales. En cuanto a generación de empleo, si se desarrollan las cadenas de valor, la industria podría superar los 50.000 trabajadores. Así se desprende de un trabajo realizado por el Consejo para el Cambio Estructural, que depende del ministerio de Kulfas. De hecho, el anuncio de inversión más elevado de los últimos 20 años fue para este sector, realizado el año pasado por la australiana Fortescue para instalar una planta de hidrógeno en Río Negro.
El mercado del hidrógeno es muy incipiente, pero Argentina no quiere perder la carrera. Argentina podría ser uno de los cinco exportadores netos del mundo (junto con Australia, Canadá, Chile y la Península Arábiga), según el trabajo publicado por el CEP XXI. En diálogo con Ámbito, Juan Ignacio Arroyo, especialista en temas energéticos, aseguró que la legislación “debería incluir aspectos normativos sobre la certificación de la huella de carbono”, en línea con estándares internacionales, para la inserción en el mercado internacional.
De todos modos, en el corto plazo no se espera una lluvia de inversiones. “El mercado global todavía no existe, recién para después del 2030 podría despegar el comercio del hidrógeno, cuando se reduzcan los costos de electrolización y se desarrolle la infraestructura”, proyectó Arroyo. “El ritmo dependerá en buena medida de la ambición de descarbonización de los países”, agregó el economista.
En el Gobierno saben que los grupos energéticos globales miran el hidrógeno y que la guerra de Ucrania va a alterar el sector energético a nivel mundial. En el documento realizado por Julio y Mateo Suster se detalla que más de 20 países comenzaron a trazar estrategias en relación a esta industria, desde la Unión Europea hasta China y Estados Unidos. Sobre los usos, agrega que los mayores incentivos estarán en vehículos, transporte público, hogares e industria.
Fuente: Ámbito