Por Rodolfo Oscar Negri –
(Nota publicada por el diario La Calle el 23/9/13)
Ayer te crucé. Iba caminando por la peatonal, cuando te ví. No sabes la sorpresa que tuve cuando me dí cuenta que me diste vuelta la cara, Flora. ¡A mí…! un amigo de toda la vida, con quien has compartido tantos momentos agradables… Te confieso que me costó reponerme. Además de sorpresa, sentí pena, tristeza. Sos una persona a la que aprecio, mucho mas allá de lo que pienses u opines.
Siempre he tenido el cuidado de no personalizar en un intercambio de opiniones o en una discusión. Es malo eso de etiquetar, de poner calificativos a la gente por lo que piensa u opina. Se contraponen ideas, pensamientos, posiciones, pero no se califican personas y menos amigos. No siempre pensé así –te confieso- pero la intolerancia de la dictadura, con toda su crueldad y horror, me dejó algo positivo. ¡Y mirá que hay que esforzarse para encontrar que te deje algo que valga la pena…! Pero sí, Flora, me enseñó a abandonar la ortodoxia intransigente y comprender que no soy el dueño de la verdad y que otras opiniones o ideas pueden y deben respetarse tanto como las mías. Eso sí, tengo un límite. Mi límite son los derechos humanos. No soporto a nadie que justifique las torturas, los genocidios, las desapariciones de personas, el robo de bebes, los atentados contra la vida… Pero, la solución es sencilla, Flora, si eso se da en cualquier circunstancia o reunión, me paro y me voy, tratando de evitar a la persona en cuestión de allí en adelante. Simplemente eso.
Pero con vos no ha pasado nada de eso, Flora, entonces ¿Por qué me evitas? ¿El que yo esté de acuerdo con las políticas en desarrollo, te molesta?
¿El que no me parezca mal que se hayan sumado grandes capas de la población a lo que hoy denominamos clase media –mas allá que después terminen puteando contra la política que generó las condiciones para que eso suceda-, el que se hayan podido jubilar quienes estaban fuera del sistema, la estatización de Aerolíneas Argentinas, la nacionalización de YPF, el programa Conectar Igualdad, la Asignación Universal por Hijo, el privatización de las jubilaciones, la defensa del mercado interno y el trabajo nacional, etc. etc. etc.? ¿Eso te molesta?
El que no despotrique contra Cristina o contra Moreno, el que no demonice a La Cámpora… ¿Sera eso?
O será el que no podés comentar conmigo el último programa “denunciero” del grupo mediático hegemónico, para maldecir lo que está pasando y desear que esto termine lo mas pronto que se pueda. ¿Eso te cae mal?
O será que no querés que te pregunte como te fue en tu último paseo al extranjero y –en una de esas- hasta vaya un poco mas allá y te pregunte ¿no era que no se podían conseguir dólares y que por eso no se podía viajar? ¿O que comente, como al pasar, que es la tercera vez que haces turismo en el exterior en los últimos dos años? ¿O que, en el medio de tus críticas, te pregunte por tu nuevo auto? No Flora, estas equivocada; a mí no me interesa dejarte mal parada o echarte en cara nada. Jamás te haría tales preguntas. Además, que a muchos nos está yendo mucho mejor, es una verdadera alegría que alguien a quien uno aprecia, le esté yendo tan bien. Lejos de envidiarte o confrontarte, me pongo contento por lo que estas pudiendo disfrutar.
Si esas cosas no las ves vos, es porque hay algo que te nubla la vista (o la mente) y no soy yo quien pueda ni deba descorrer ese velo. No querés porque sería reconocer que lo que tanto decís que odias no es sino lo que te ha llevado a una mejor situación de vida.
¿Entonces que, Flora? Entonces quisiera volver a la relación amistosa que tuvimos siempre, pero evitando que insultes a la presidenta o que hagas referencias insidiosas sobre los humildes o sobre la política que se lleva adelante. ¿Pero es que –acaso- el único tema sobre el que se puede hablar es la política? Comprendería eso si la situación estuviera económicamente mal y tuviéramos que estar a la búsqueda del peso para poder sobrevivir… pero no es así… todo lo contrario…
¿Sabés que creo, Flora? Que, al verme, te parece enfrentarte a vos misma. A tu conciencia, porque solo ella te puede reprochar tu actitud y preferís no pensar, evadirte, sumarte a la turba que repite y repite el discurso dominante del grupo hegemónico. Te envenenas, pero te sentís acompañada y entonces te sentás frente al televisor todas las noches para que el repiqueteo de un noticiero mentiroso te taladre el cerebro.
Que lo que escuchas también todas las mañanas por la radio. Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…
Si te detuvieras un poco a pensar, si reflexionaras, Flora; comparando –solo comparando- tu situación de hace algunos años atrás y tu situación actual, verías que no todo es oscuro, que no todo es negro. ¿Entonces porque vivir enroscándose todo el día con temas que –la mayoría de las veces- están magnificados y replicados una y otra vez (hasta el cansancio) y donde un robo, repetido mil veces, parecen mil robos?
La vida está repleta de momentos, algunos buenos y otros desagradables… pero ¿Por qué vivir siempre entre los malos? Hay otras cosas para poder conversar, otras realidades para ver, otras situaciones para analizar.
Pero ¿sabes qué? Vos te salís de la vaina por contar tus progresos económicos, lo lindo de tus viajes, las ventajas de tu nuevo auto, tu nueva computadora o el televisor nuevo…
Pero, claro, eso te lleva –casi automáticamente- a reconocer la mejor situación en que te encontrás vos y se encuentra la Argentina de hoy y, por ende, el proyecto en desarrollo; y –en realidad- es eso, Flora, lo que no querés reconocer, es por eso que no querés enfrentar a quien pueda contraponer tu situación, aunque eso ocurra solo en tu propia mente (porque yo jamás lo haría), y preferís rodearte con quienes, como vos, siguen a los medios hegemónicos y engañándose a si mismos, se suman a la crítica sin fundamento, fácil, al insulto, a la acusación –jamás probada- o al chiste de mal gusto. Porque con ellos crees que te identificas mejor ahora, porque antes no eras así. Que subiste uno (¿o varios?) peldaños en la escalera social. Allí estas mas cómoda, porque –como no te conocen- sentís que no te marcan las contradicciones.
Está bien, Flora, es tu decisión; pero te digo: Esto que estás viviendo es parte de un proyecto en desarrollo que nadie, escuchá bien, nadie –excepto el gobierno y la gente “propia”- admite como beneficioso para el país, porque las voces y los medios están en manos de quienes siempre han usufructuado de nuestra postergación, para seguir acumulando dinero y poder, mientras la Ley de Medios, descansa el sueño de los justos. No les hagas el juego. Por eso en su momento te pedía reflexión, reflexión y ME-MO-RI-A, Flora.
Sé que –en el fondo- lo vas a hacer y se, también, que el velo se va a correr y te vas a dar cuenta. Ojalá que cuando lo hagas no sea demasiado tarde… y lo hagas o no, siempre tendrás en mi un amigo…
Y yo, yo seguiré de este lado, porque este es el lado que nadie eligió por mí, el que elegí yo mismo. Porque no relego mi posición, no opto por cualquiera, elijo y elijo esto que estamos viviendo: los mejores años de la Argentina desde que tengo uso de razón, Flora. A mí no me la vas a contar…
(Nota publicada por el diario La Calle el 23/9/13)
[1] Título original de las charlas radiales de Enrique Santos Discépolo en 1951, que en un principio tuvieron el nombre de “Pienso y digo lo que pienso” y que tomo a modo de homenaje a uno de los hombres más grandes y talentosos con que contó el movimiento nacional y popular.