Roxana Mazzola

Sin embargo, esas obras que se ponen en marcha «también son para quienes brindan cuidados, es decir, para el conjunto de trabajadoras, ya que en su mayoría son mujeres, niñas, hermanas», remarcó. El factor de género es clave a la hora de pensar este tipo de infraestructura, que pretende reducir brechas.

—¿Por qué invertir en la infraestructura del cuidado?
—Del mismo modo que siempre tenías la seguridad social, que es la prevención contra riesgos laborales con la ART o la jubilación, un componente central que se debe incorporar a un Estado de bienestar es el cuidado en el sentido de un derecho que hoy no está tomado como tal. Todas las personas en algún momento de nuestras vidas requerimos ser cuidados por alguien, y eso debe ser puesto en valor: quiénes brindan ese cuidado, cómo se realiza. Para poder realizar eso hay que disponer de determinado andamiaje de políticas.

—El cuidado implica poder tener tiempo para cuidar: a las mujeres muchas veces las afecta la “pobreza de tiempo” por los malabares que tienen que hacer entre la casa y las cuestiones laborales. También es necesario tener regulaciones laborales que permitan la parentalidad compartida en los cuidados. Aparte de tiempo se necesita dinero para cuidar, servicios de cuidado, dentro de lo que se incluyen las condiciones laborales de los trabajadores del cuidado.

Por Martina Jaureguy

(fuente: Bae Negocios)