Padecía polineuropatía tóxica severa y falleció tras cinco días internado por neumonía.
El exfumigador Fabián Amaranto Tomasi falleció ayer por la mañana en la vecina localidad de Basavilbaso, tras no haber podido sobreponerse a una neumonía que provocó su internación hace cinco días. Tomasi fue un exponente de las graves consecuencias del uso de los agrotóxicos, cuyo veneno provocó una serie de padecimientos a su salud que terminaron con su vida.
Además, durante su enfermedad se transformó en un ejemplo de lucha contra el agronegocio y el uso del veneno para la producción de alimentos. Entre otros tantos artículos, fue protagonista del libro Envenenados, del periodista Patricio Eleisegui, en el cual se relata con crudeza los daños causados por los agrotóxicos para la salud de las personas.
No pudo soportar más
Cinco días estuvo internado pero no logró resistir más señaló el periodista Juan Cruz Butvilofsky sobre la neumonía que puso fin a la vida de Fabián Amaranto Tomasi, incansable luchador en contra del agronegocio y las fatales consecuencias del uso de venenos para la producción. De hecho, su historia es quizá el mayor de los ejemplos de la gravedad del uso de agrotóxicos en nuestro país. Si bien había reaccionado bien durante las primeras horas de su internación, Tomasi falleció ayer pasada las 9:00.
El extrabajador rural se dedicaba a fumigar y por causa de la exposición a los agrotóxicos comenzó a sufrir importantes padecimientos a su salud. A medida que avanzó su enfermedad, Tomasi se empoderó y comenzó a denunciar las graves consecuencias de los agrotóxicos. Su militancia sirvió como puntapié disparador para que investigaciones científicas avancen en comprobar las relaciones causales entre el uso de agrotóxicos y el incremento de distintas enfermedades como el cáncer.
Su lucha contra el modelo
Tomasi padecía de “polineuropatía tóxica severa” y esto le impedía comer sólidos. Además, le trajo serias dificultades en la movilidad y reiterados problemas de salud que lo mantenían en un estado de vulnerabilidad extrema. No obstante, el optó por un camino de lucha en la búsqueda de cambiar el rumbo del modelo para evitar que haya más casos como el suyo.
El valor de su lucha será un legado al futuro
Hace seis meses, Tomasi le transmitió un mensaje a niños y niñas con su historia: “Tengo que explicarles algo difícil porque ustedes son chicos y lo que tengo que contar no es muy lindo. Vieron que estoy enfermo, Y creo que saben por qué estoy enfermo. Algo saben. Yo trabajaba en las plantaciones de soja, o mejor dicho, trabajaba con los aviones que fumigan la soja. ¿Y pregunto…. saben por qué las fumigan? Fumigar es echar veneno sobre las plantas, pero veneno que no mata a la planta que quieren defender (la soja), sino a todo lo demás. El campo está lleno de hierbas que nacen y viven naturalmente, sin pedir permiso a nadie, pero como a los hombres que cultivan, solo les interesa que crezca la soja, entonces esas hierbas…a las que llaman malezas, les molestan y es por eso que les echan veneno. Para matarlas”. “Yo, cuando entré a trabajar no sabía lo que hacía. Y me gustaba el trabajo. Después me di cuenta. Matar a todas las formas de vida que no nos gusta, está mal. Esta mal matar a las perdices, a los cuises, a las margaritas, a los pájaros, y todo para que crezca un solo tipo de planta que les da dinero. Esta mal, porque la tierra queda lastimada, porque la tierra necesita de todas las plantas y los pájaros y los bichos. Está mal”, relató Tomasi.
El extrabajador rural, agregó: “Pero además, está mal porque lo que echan para matar las plantas, también termina haciéndonos mal a nosotros, las personas. Por ejemplo a mí. Aunque parezcamos muy distintos, los animalitos, las plantas, las flores y nosotros, somos bastante parecidos. No somos parecidos en la forma, pero todos estamos construidos por ladrillitos que llamamos células”.
“Nosotros con los animales y las plantas, también nos parecemos en eso. Aunque seamos más complicados, más grandes o más chicos. Y por eso, el veneno que le tiran a las plantas nos hace mal a nosotros. Y además, las plantas son resistentes, y de tanto recibir el mismo veneno, se hacen resistentes al veneno, y entonces le tienen que echar cada vez más y más y más….. Y así es como nos enfermamos más y más y más”, explicó.
(fuente: La Calle)