A partir de junio, un equipo de ingenieros de la central nuclear de Atucha II ingresará al edificio donde se encuentra el reactor más grande del país. En jornadas de trabajo de 24 horas que requerirán de precisión quirúrgica, procederán a reparar un desperfecto, luego de haber planificado la intervención durante 5 meses. Es que Argentina cuenta con 3 centrales nucleares: Atucha I, Atucha II y Embalse, que generan alrededor del 7% de la matriz energética. Producto del desperfecto, en octubre dejó de operar Atucha II, por lo que el aporte de la energía nuclear a la matriz energética se redujo casi a la mitad, dado que tiene una potencia de 745 MWe.
Durante el recorrido por Atucha II, José Luis Antúnez, presidente de Nucleoeléctrica Argentina, la empresa estatal que administra las centrales nucleares, anticipó que en junio procederán a hacer la reparación del reactor, y se espera que en julio vuelva a operar la central. La vuelta a la operación en julio, pleno invierno (quienes más celebran hoy este clima cálido es en la Secretaría de Energía) es importante en parte desde el punto de vista macroeconómico.
LA CENTRAL NUCLEAR MÁS GRANDE
Atucha II, inaugurada en 2014, es la central nuclear más importante de Argentina. Fuentes oficiales estiman que factura u$s1 millón diarios por la generación de energía eléctrica, aunque el costo de generación es mucho menor que el de otras fuentes de energía. Además, calculan que por cada mes de funcionamiento, el Estado se ahorra 1 barco de importación de GNL.
Sin embargo, el cálculo que hacen desde Nucleoeléctrica no son los millones perdidos por haber estado 9 meses sin funcionar Atucha II, ni los u$s20 millones que costará el arreglo. Sino lo que podría haber costado si avanzaban con el arreglo que les propusieron desde Alemania los diseñadores originales de la planta: les sugirieron desmontar el reactor completo, algo que llevaría mínimo 3 años de parada de planta, con un costo de u$s400 millones.
Además, desde Nucleoeléctrica quieren que Atucha II vuelva rápidamente a funcionar dado que el año que viene dejará de operar Atucha I. Es que en 2024 vence la licencia de operación, lo que marca el final de su primer ciclo de vida útil. Por lo que le realizarán un reacondicionamiento que se extenderá hasta 2026, con una inversión de u$s450 millones, para que la planta pueda generar energía limpia por dos décadas más. En el marco de la transición energética y la crisis global de escasez de energía producto de la guerra en Ucrania, la energía nuclear tomó mayor relevancia a nivel mundial. Alejandro Estévez, uno de los directores de Nucleoeléctrica, explicó que una de las ventajas que tiene es que no emite gas de efecto invernadero, y genera baja intensidad de residuos.
El objetivo oficial, que reveló Antúnez al portal Ámbito la semana pasada, es que la energía nuclear ascienda del 7 al 10% de la matriz energética. Argentina es un país de tradición nuclear: Atucha I, que se comenzó a construir en 1968, fue la primera central de América al sur de Río Grande. Sin embargo, hoy el objetivo está lejos de cumplirse: el consumo de energía eléctrica aumenta año a año, mientras que para que la generación nuclear también crezca deberían realizarse nuevas centrales nucleares.
Desde Nucleoléctrica, el primer objetivo es avanzar con la construcción de Atucha III, para lo que ya firmaron un contrato con China. Ya tienen reservado el predio para hacerla: al lado de Atucha I y II, ubicadas en el municipio de Zárate, en la provincia de Buenos Aires. Una de las trabas pasa por el financiamiento: el Gobierno quiere que China financie el 100% de la central, que tiene un costo que asciende a u$s8000 millones.
Pero según revelaron fuentes oficiales, hoy la traba es más geopolítica: el año pasado, miembros de la Embajada de Estados Unidos visitaron a la cúpula de Nucleoeléctrica y les dijeron que no avanzarán con la central de diseño chino. “Este año es probable que no se avance en nada, menos con lo que dependemos del FMI”, comentó una fuente que prefirió no ser mencionada.
LA INGENIERÍA DEL ARREGLO
“Es una reparación compleja para un desperfecto mecánico sencillo”, lo describió Antúnez. Lo que ocurrió fue el desprendimiento de uno de los cuatro soportes que tiene el reactor nuclear. Por lo que el arreglo implica removerlo, y soldar los otros tres restantes. Desde la empresa aclararon que la falla mecánica “no implica riesgos para la seguridad de las personas o el ambiente”, y que en cambio lo que provocaba era que la central tuviera que funcionar con una menor intensidad.
La opción elegida por el equipo de Nucleoeléctrica que implica menores costos y menores plazos consiste en no tener que desarmar todo el reactor. Sino que desarrollaron con una pyme bonaerense una herramienta para realizar el corte del soporte desplazado y poder sacarlo por la tapa del reactor. La complejidad radica en que el soporte desprendido se encuentra a 14 metros de profundidad dentro del reactor. El corte por electroerosión (bajo el agua), como el método de soldadura bajo presión, se realizó con proveedores locales.
Actualmente, lo que está ocurriendo en Atucha II es probar cómo serán esas 24 horas de procedimiento cuando ingresen al edifico donde está el reactor. Por lo que en el edificio de turbinas se encuentra lo que llaman un “mock up”, un tanque azul de varios metros de altura, donde con una grúa, robots, pinzas y cámaras recrean con un modelo a escala real las condiciones de cómo será el procedimiento de reparación, se prueban las herramientas y se entrena al personal. El mock up había sido utilizado en 1988 cuando se reparó Atucha I.
El último paso es el que se dará en junio: durante 24 horas, equipos conformados por unas ocho personas (ingenieros y técnicos), ingresarán con trajes especiales para proceder a hacer la reparación dentro del reactor, una vez que la autoridad regulatoria nuclear apruebe las maniobras.
Fuente: Política Argentina