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El pesebre

por Pablo Stein    –     

Hace casi 70 años en C. del Uruguay cuando éramos niños era costumbre que las familias armaran en sus viviendas un pesebre en cada navidad.
El yeso pintado era por lo general el material con el que se representaban los animalitos y los personajes bíblicos.
En la década del cincuenta llego al barrio una familia numerosa poco antes del comienzo de las “fiestas de fin de año”
Adviento
Ercilio, ya casi adolescente era el mayor de los hermanos de los recién llegados y como tal fue el designado para el armado del pesebre familiar y fui invitado a la reunión previa en la cual se determinaría el lugar que ocuparía y a la vez reunir las figuras con que se contaban.
Se me ocurrió llevar el último ejemplar del Billiken que contenía una lámina cuya pieza central era el “niño Jesús” iluminado por una estrella de Belén que lucía en lo alto.
La virgen María y San José rodeaban al recién nacido y los Reyes Magos se acercaban en sus camellos, pero no estaban en el pesebre sino cerca de él, ya que llegarían recién el 6 de enero.
Para nosotros ese dibujo representaba la imagen real del suceso porque si lo publicaba Billiken era prueba de autenticidad.
Teníamos casi todos los elementos: Ovejas, camellos, chivitos, una vaca y hasta gallinas de yeso pintado, pero nos faltaba el borrico que en el dibujo del Billiken tenía un papel protagónico.
Ercilio propuso ir a comprar uno y juntamos los ahorros y con ellos nos fuimos a recorrer los bazares del “centro” para encontrar el apropiado, pero al final de la tarde no encontramos uno que estuviera al alcance de nuestros más que flacos bolsillos.
Vamos entonces a recorrer las casas de nuestros vecinos a ver si nos prestan uno
Y en la casa del “Pelau” tenían dos ya agregados al pesebre.
Teníamos que convencer al “Pelau” para que nos facilitara uno, pero negociar con él no fue fácil.
Diez bolitas (canicas) costo el borrico, entre ellas 3 “japonesas” (1), “un “mingo” (2), un “bochon” (3) y un “acerito” (4), pero el 24 a la mañana, el asno, desde un cerrito hecho con papel de estraza contemplaba un pesebre donde rodeado de ovejas, chivitos, una enorme vaca y José y María, el niño Jesús como un símbolo de luz y redención renovaba la esperanza del mundo.
Melchor Gaspar y Baltazar se acercaban con sus camellos cargados de regalos y nosotros éramos felices porque creíamos en un futuro venturoso.
De pequeños, los reyes no representaban la “epifanía” como tampoco entendíamos que “Adviento” significaba la preparación de la, navidad.
Dichosa inocencia y bendita niñez la nuestra.
(1)  Canica transparente con figuras geométricas en su interior.
(2)  Canica más pequeña que las normales.
(3)  Canica más grande que las comunes.
(4)  Rodamiento esférico de un rulemán que se empleaba como canica.

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